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lunes, 30 de mayo de 2016

La irresponsabilidad fiscal

Artículo publicado originalmente en la sección Luces Rojas de InfoLibre





30 de mayo de 2016


En 2010 el Gobierno del Presidente Zapatero propuso una enmienda a la Constitución Española que modificaba su artículo 135. Fue aprobada con el apoyo del Partido Popular de forma urgente por las Cortes, hurtándose a la ciudadanía el debate sobre las consecuencias o la necesidad de tal reforma. En su nueva redacción, el artículo obliga al estado a mantener un déficit público estructural dentro de los márgenes establecidos por la Unión Europea. Este compromiso se concretó en la Ley 2/2012 de Estabilidad presupuestaria que limitaba el déficit estructural al 0,4% del PIB y creaba una nueva entidad, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF).


El déficit público se puede desagregar en un componente derivado del ciclo económico y en otro estructural. El primero se explica por las oscilaciones coyunturales que pueden aumentar el déficit en una recesión debido a la actuación de los ‘estabilizadores automáticos’, mecanismos incorporados a la estructura fiscal que elevan los gastos sociales cuando aumenta el paro o reducen la recaudación cuando caen los ingresos de hogares y empresas. El ‘déficit estructural’ sería aquél que correspondería a una situación de pleno empleo. También reflejaría de algún modo el posicionamiento fiscal del gobierno: la intención expansiva o contractiva de su política macroeconómica.


Esta reforma ha sido muy criticada por numerosos economistas que consideramos que es contraproducente porque fija un límite arbitrario al déficit del estado, porque impone un sesgo recesivo a la economía española y porque es inútil. Es arbitrario porque no hay justificación científica para decidir que el déficit estructural deba ser del 0,4 en porcentaje del PIB. No se encontrará en la bibliografía un estudio mínimamente serio que pueda justificar ese guarismo y por tanto solo se explica por haber sido seleccionado por un halcón del déficit.


Un límite tan bajo, de aplicarse en la práctica, llevaría a la economía española a una depresión perpetua. Sin una instancia federal europea con una capacidad de gasto significativa que pueda relevar a los estados nacionales de la responsabilidad de dirigir los ciclos económicos, le toca al gobierno español rellenar las brechas que periódicamente deja el sector privado en la demanda agregada. La reforma además crea inseguridad jurídica porque el propio concepto de déficit estructural es difícil de precisar. Depende de estimaciones que pueden variar según la metodología que se aplique para su cálculo, de tal forma que podrían existir tantas estimaciones como economistas se encuentren en la sala. Para empezar, los economistas “ortodoxos” toman como referencia del pleno empleo la NAIRU, la tasa no aceleradora de la inflación. La evidencia empírica sugiere que el vínculo entre inflación y empleo no es tan sencillo como pretenden estos economistas ortodoxos. ¡Pero la última revisión de la CE rebajó en 2015 la NAIRU española del 26,6% al 20,7% de la población activa! El empleo de tal criterio implicaría una sobreestimación del déficit estructural que aconsejaría a los policy makers la aplicación de medidas de consolidación fiscal fuertemente contractivas. Aspirar a alcanzar un déficit estructural del 0,4% —seguramente sobrestimado— abortaría prematuramente nuestra magra recuperación económica.


En tercer lugar, este concepto es inútil porque el déficit del estado depende de múltiples factores que escapan al control del gobierno. Por ejemplo, en la crisis iniciada en 2008 el sector privado español decidió reducir su endeudamiento para mejorar su posición financiera neta. Ante una dinámica de este tipo, que depende de la voluntad del sector privado, los empeños del sector público en equilibrar las cuentas públicas pueden acabar con una profundización perniciosa de la recesión. Porfiar en recortar el gasto público y aumentar los impuestos coincidiendo con una caída en la demanda del sector privado puede tener el efecto paradójico de que la recaudación caiga aún más y de que el déficit aumente en lugar de reducirse, como ocurrió durante la primera mitad del mandato de Rajoy.



Ilustración 1. Evolución de la capacidad (+) o necesidad (-) de financiación de las administraciones públicas, déficit estructural y crecimiento del PIB en volumen encadenado. El déficit creció durante la primera parte del mandato de Rajoy pese al empeño de reducir el déficit estructural causando una recaída en la recesión (en 2010 el PIB no varió tras dos años de caídas gracias al crecimiento del déficit público).  A partir de 2014 el gobierno empezó tímidamente a aumentar el déficit estructural lo que permitió una incipiente recuperación del PIB y una caída del componente cíclico del déficit. Fuente: elaboración propia a partir de datos publicados por el INE y la Comisión Europea.

Existe una percepción extendida de que la democracia está siendo anulada por la supremacía de las instituciones financieras y el sometimiento de la política a los “mercados”, instituciones que, lejos del modelo de competencia perfecta de la utopía librecambista, han creado una distopía dominada por grandes oligopolios y monopolios. Sin embargo existe menos conciencia de que, bajo una apariencia de proyecto supranacional democrático, la Unión Europea se está transformando en una ‘posdemocracia’ debido a la proliferación de agencias y autoridades no elegidas directamente, como la Comisión Europea o el Banco Central Europeo, que imponen límites a la soberanía popular tradicionalmente expresada y representada a través de los parlamentos.

El artículo 135 es una de las manifestaciones más extremas de la abolición de la voluntad popular porque impone límites irracionales y absurdos a la soberanía fiscal agravando la previa y todavía más grave pérdida de la soberanía monetaria. Menos conocido es que además ha creado una nueva entidad: la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF). Según su propia página web, la AIReF «tiene por objeto velar por la sostenibilidad de las finanzas públicas como vía para asegurar el crecimiento económico y el bienestar de la sociedad española a medio y largo plazo.» Esta afirmación resulta radicalmente falsa para muchos economistas y revela el credo ideológico de este ente. Un dogma neoliberal caracterizado por la fobia al gasto público, al que falsamente se le asignan los males de la inflación y fantasiosos efectos de ‘crowding out’ o desplazamiento del gasto e inversión del sector privado, inspira la creación de este nuevo e inútil ente cuyo coste podríamos ahorrarnos.

La AIReF está presidida actualmente por José Luis Escrivá Belmonte, que anteriormente ha sido consultor en organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional o las Naciones Unidas y, además, ha sido director de la Oficina para las Américas, responsable de la División de Política Monetaria del Banco Central Europeo (BCE) y director del Servicio de Estudios de BBVA, todas ellas instituciones conocidas por su sesgo neoliberal, su incapacidad manifiesta de prever la crisis económica y su reiterado compromiso con propuestas lesivas para el bienestar social de los países que han tenido la desgracia de verse sometidas a sus recomendaciones y dictámenes. Es imposible que una entidad presidida por alguien con este currículum actúe de forma “independiente”.
La web de la AIReF continúa explicando que «su misión es garantizar el cumplimiento efectivo por las Administraciones Públicas del principio de estabilidad presupuestaria previsto en el artículo 135 de la Constitución Española, mediante la evaluación continua del ciclo presupuestario y del endeudamiento público.» Por ahora la labor de la AIReF se limita a «una evaluación continua del ciclo presupuestario, del endeudamiento público y un análisis de las previsiones económicas», es decir, a realizar tendenciosos informes sobre las cuentas públicas y el cumplimiento de los Programas de Estabilidad. Uno de sus primeros informes anunciaba que “la deuda de las administraciones públicas podría ser casi 30 puntos inferior de haberse aplicado la regla de gasto”, un contrafactual difícil de contrastar e improbable pues de haberse seguido esa política se habría abortado toda recuperación económica. Resulta perturbador y alarmante saber que una entidad dirigida por tecnócratas con un claro sesgo ideológico deban tenerse en cuenta para elaborar la legislación más importante en una democracia: los presupuestos generales del estado. Los primeros parlamentos europeos se crearon en la Edad Media y entre sus principales cometidos históricamente estaba la aprobación de nuevos impuestos, un hito en el camino hacia la democracia moderna. Son los parlamentos los que aprueban la estructura impositiva y validan las políticas fiscales del gobierno cuando aprueban los presupuestos del estado. Si una agencia “independiente” dirigida por tecnócratas puede condicionar este proceso entonces la pregunta que debemos hacernos es para qué queremos un parlamento. Sin darnos cuenta, pasito a pasito, las Cortes españolas se han convertido en una institución tan simbólica, costosa y ceremonial como la Corona.


Desde la Asociación para el Pleno Empleo y la Estabilidad de Precios tratamos de hacer comprender a la opinión pública que la política responsable, ante la grave situación que padece nuestro mercado laboral y el empobrecimiento de un tercio de la población, es aumentar el déficit y no entrar en una senda para reducirlo suavemente como nos piden desde Bruselas. La existencia de desempleo elevado es un síntoma de que el gasto agregado es demasiado pequeño. Si el sector privado no quiere gastar más entonces el desempleo es un síntoma de que el déficit fiscal es demasiado estrecho. El hecho de que el crecimiento económico experimentado en 2015 coincidiera con un incumplimiento flagrante del objetivo de déficit debería ser suficiente prueba empírica de cómo se ejecuta una política fiscal responsable. La “histeria de déficit” que se ha apoderado de las instituciones comunitarias y de gran parte de los dirigentes políticos en las últimas semanas se disfraza de política responsable. Vistos los catastróficos resultados sobre el empleo tras años de “virtuoso” comportamiento fiscal del estado español afirmamos que la reforma del artículo 135 y la creación de la AIReF son actos irresponsables. La reforma debe ser repelida y la autoridad suprimida a la mayor brevedad.

domingo, 8 de mayo de 2016

El economista australiano Bill Mitchell visita España

07 de mayo de 2016
Bill Mitchell, uno de los principales proponentes de la Teoría Monetaria Moderna (TMM), está realizando una gira por varias capitales españolas para presentar la versión en castellano de su libro, la Distopía del Euro: Pensamiento Gregario y Negación. El libro ha sido publicado en España por la editorial Lola Books fundada por el compañero de la Asociación por el Pleno Empleo y la Estabilidad de Precios (APEEP), Carlos García.

Esta obra describe con erudición el proceso que llevó a la integración monetaria europea a partir de la crisis del sistema fundado en Bretton Woods. Repasa los sucesivos intentos de crear mecanismos de tipos de cambio fijos que siempre acabaron fracasando. Mitchell describe cómo el proceso de integración monetaria, marcado por la intensa rivalidad franco alemana, fue evolucionando gradualmente desde un proyecto de inspiración keynesiana a otro monetarista. Los primeros estudios encargados por las Comunidades Económicas Europeas, recogidos en los informes Werner (1970) y McDougall (1977), consideraban que una unión monetaria sin unión fiscal no era viable. Sin embargo, el proyecto europeo se enfrentaba a la realidad de que los franceses no estaban dispuestos a renunciar a su soberanía fiscal y los alemanes tenían serias reticencias a renunciar a su moneda pues desconfiaban de los países del sur. Bajo la Comisión Delors, se ignoraron las conclusiones de los primeros informes y se propuso una unión monetaria sin unión fiscal. El desprecio de la función fiscal es uno de los rasgos más característicos del monetarismo. Los estados conservarían su poder fiscal y, para aplacar las inquietudes alemanas, se impusieron unas arbitrarias reglas fiscales que de facto incapacitarían a los estados para responder a una crisis. Mitchell analiza la senda que llevó a la crisis financiera global agudizada en la periferia europea por el fallido diseño de la moneda común y la inicua respuesta de la troika —la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Europeo— ante la crisis de deuda griega. Mitchell plantea tres soluciones a la situación de la zona euro: crear una unión fiscal plena, financiación monetaria directa del BCE a los estados o ruptura de la unión monetaria y concluye que solo ésta última es viable. El editor español ha reordenado los capítulos de forma que el lector se encuentra al principio del libro con las soluciones.


Bill Mitchell en la Universidad de Badajoz acompañado de activistas de la APEEP, profesores y estudiantes.

Bill Mitchell ha realizado sendas charlas en la sede del Club de Amigos de la UNESCO de Madrid (CAUM) y en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Badajoz donde fue presentado al público por representantes de la APEEP. En el acto de Madrid participó también el economista Eduardo Garzón. Estaba prevista también la participación de su hermano Alberto Garzón, dirigente de Unidad Popular, pero se interpuso el proceso de confluencia de su partido con PODEMOS para configurar una única candidatura de la izquierda que concurrirá a las elecciones de junio. En la Universidad de Badajoz el acto contó con las intervenciones del miembro de APEEP Esteban Cruz y del profesor José Manual Parejo, profesor de Historia del Pensamiento Económico.

Mitchell viaja ahora a Barcelona donde será presentado por Antoni Soy, profesor de Economía Aplicada de la Universitat de Barcelona. La siguiente parada es Valencia donde lo acompañarán Jorge Amar, presidente de la APEEP y Raúl de Arriba, profesor en la Facultad de Economía de la Universitat de València. Los madrileños tendrán una última oportunidad de conocer al autor en un acto en la sede de Attac España acompañado de Ricardo Zaldívar, presidente de Attac España, y Juan Laborda, profesor de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid.

En las presentaciones que realizó en Madrid y Badajoz Mitchell describe cómo en la élite europea se impuso una forma de pensamiento gregario impregnado de ideología neoliberal. Desmonta el mito tan querido por los neoliberales de que la austeridad puede producir crecimiento. Antes al contrario, la austeridad fiscal en una situación de caída del gasto privado solo puede resultar en una profundización de la recesión. Mitchell demuestra que ha sido la política fiscal expansiva del gobierno de Madrid, consentida hipócritamente por la Comisión Europea, la que explica el crecimiento del PIB a partir de 2013.

A continuación narra cómo el triunfo ideológico del monetarismo a partir de los años 70 del siglo pasado llevó al abandono de las políticas de pleno empleo ya que el desempleo pasó a ser una herramienta de la política macroeconómica al servicio de la redistribución de las rentas del trabajo al capital. El autor explicó como el BCE salvó al euro gracias a su programa de compra de títulos de deuda emitidos por los estados de la periferia europea. Sin embargo, las restricciones al espacio fiscal de los estados impiden una reactivación decidida de nuestras economías. Si bien una unión fiscal plena, con una instancia federal capaz de ejecutar decisiones de gasto que compensaran las caídas de la demanda privada en los territorios de la zona euro afectadas por un shock asimétrico, sería una solución teóricamente deseable y posible, considera que ésta no es viable en la Europa actual. Existen rivalidades nacionales, barreras idiomáticas y diferencias culturales que impiden hacer realidad esta opción. Por eso considera que la solución para estados como España es realizar una salida unilateral del euro. Aunque la salida tiene costes, el crecimiento económico se recuperaría muy rápidamente.

Desde sus primeras formulaciones monetaristas engendradas en guaridas académicas hasta el triunfo ideológico del paradigma neoliberal a lomos de la crisis petrolera pasaron tres décadas. El neoliberalismo ha agotado su recorrido al causar una grave crisis que ha erosionado la cohesión de nuestras sociedades. La TMM está formulando la respuesta urgente para reparar los daños que ha causado a nuestra sociedad. Lenta pero inexorablemente el mensaje de la TMM está calando en una sociedad castigada por la crisis que necesita otro paradigma.