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jueves, 3 de agosto de 2017

¿De dónde vienen los beneficios?

Michał Kalecki

En este post vamos a repasar una de las principales aportaciones del polaco Michal Kalecki a la Economía, la ecuación de beneficios. Si uno consulta la contabilidad nacional apreciará que la renta nacional se reparte en tres grandes magnitudes:

  • La remuneración de los asalariados
  • El excedente bruto de explotación
  • Los impuestos sobre la producción y las importaciones netos de subvenciones

El excedente bruto de explotación (EBE) es un concepto que podría asimilarse a los beneficios contables de la empresas pero es en realidad un poco más amplio porque incluye todas las rentas procedentes de la propiedad y de la empresa. A diferencia de los beneficios empresariales el EBE no excluye el consumo de capital. Si deducimos el consumo de capital fijo obtenemos el excedente neto de explotación. El consumo de capital fijo representa el montante de los activos fijos consumidos durante el período considerado como resultado del desgaste normal y la obsolescencia previsible, incluida una provisión para las pérdidas de activos fijos como consecuencia de daños accidentales asegurables. De forma aproximada podríamos decir que el EBE recoge la parte de la renta que se asigna al factor capital.

En la contabilidad nacional de España observamos la siguiente distribución de la renta nacional bruta:
Fuente: INE, cifras en millones de euros.

Al examinar la tabla podemos comprobar cómo, pese a la estabilidad relativa en el tiempo de estas grandes magnitudes, durante la crisis económica los componentes de la renta interior bruta cayeron pero no hicieron de forma uniforme. La siguiente tabla muestra que la participación de los salarios en la renta cayó más que el EBE y los impuestos sobre la producción netos de subvenciones. Por tanto los asalariados perdieron participación en el reparto de la renta en favor del capital y probablemente también absorbieron el crecimiento de los mayores impuestos aplicados como consecuencia de las políticas de austeridad fiscal. Tengamos en cuenta que en realidad las retribuciones de algunos altos ejecutivos, aunque formalmente se incluyan en la magnitud de los asalariados, podrían más propiamente incluirse en un concepto amplio de beneficios.


La evolución del EBE y de las rentas de la propiedad nos hace plantearnos la siguiente pregunta: ¿qué determina los beneficios del factor capital entendido en su forma más amplia?

Esta cuestión ocupó a Michal Kalecki quien la abordó de una forma muy elegante y sencilla (Kalecki, 1969). Kalecki partió inicialmente de un modelo económico esquelético en el que solo habría dos clases de personas, trabajadores y capitalistas, ignorando por el momento el sector exterior y asumiendo que los impuestos son de poca importancia. Los trabajadores solo cobran salarios mientras que los capitalistas cobran los beneficios.

Recordemos además que

PRODUCTO=GASTO=RENTA

Esto nos permite describir esquemáticamente el producto interior bruto de esta forma.

Desde el punto de vista de la demanda el PIB es igual al consumo de trabajadores y capitalistas y a la inversión en capital fijo. Desde el punto de vista de las rentas el PIB=beneficios brutos+sueldos y salarios. Además suponemos que los trabajadores no ahorran y destinan toda su renta a consumo mientras que los capitalistas pueden destinar su renta a inversión o a consumo.

Dado que consumo de los trabajadores=sueldos y salarios de los trabajadores, aritméticamente se deduce que:

Beneficios brutos=consumo de los capitalistas +  inversión en capital fijo.

La ecuación es muy sencilla pero tiene una gran significación. La pregunta que se hizo Kalecki fue cuál era la variable determinada, los beneficios brutos o el consumo y la inversión. Kalecki responde

es evidente que los capitalistas pueden decidir consumir e invertir más en un determinado período que en el anterior, pero no pueden decidir ganar más. Por consiguiente son sus decisiones de inversión y consumo las que determinan sus beneficios y no vice versa.
Además Kalecki observa que

si consideramos un plazo corto podríamos decir que las inversiones y el consumo de los capitalistas están determinados por decisiones adoptadas en el pasado porque la ejecución de una inversión requiere un cierto tiempo y el consumo de los capitalistas responde a cambios en los factores que lo influyen con cierto retraso.
Estas decisiones no son estacionarias ya que los capitalistas no deciden consumir e invertir exactamente lo mismo que en el período anterior. Por ejemplo, determinados acontecimientos como la acumulación de existencias también pueden alterar las decisiones de inversión.

Kalecki ilustra el problema de los beneficios empleando una analogía marxista. Imaginemos que en la economía hay tres departamentos:


  1. Departamento de producción de bienes de inversión.
  2. Departamento de producción de bienes de consumo para capitalistas.
  3. Departamento de producción de bienes de consumo para trabajadores.
Los capitalistas del Departamento 3, después de vender una cantidad de bienes de consumo equivalente a los sueldos de sus trabajadores, todavía retendrán un excedente de bienes de consumo. Este excedente es su beneficio y esta producción se destinará al consumo de los trabajadores empleados en los otros dos Departamentos. Como los trabajadores no ahorran su consumo es igual a sus salarios. Por tanto:

Los beneficios totales serán equivalentes a la suma de los beneficios en el Departamento 1 y el Departamento 2 y los salarios pagados en ambos. O dicho de otro modo, los beneficios serán idénticos al valor de la producción en estos departamentos, es decir, el valor de la producción de bienes de inversión y el valor de la producción de bienes de consumo para capitalistas.

Además la producción de los Departamentos 1 y 2 también determinará la producción del departamento 3 si la distribución entre salarios y beneficios en todos los departamentos viene dada. La producción del Departamento 3 se verá estimulada hasta el punto en que los beneficios extraídos de la producción igualarán la producción de los salarios en los Departamentos 1 y 2. Recordemos que la producción de bienes de consumo y el empleo en el Departamento 3 tiene que alcanzar el punto en el que, una vez satisfechos las necesidades de consumo de estos trabajadores, queda un excedente que iguala los salarios de los departamentos 1 y 2.

Para alcanzar este resultado son claves los factores de distribución que determinan la distribución del ingreso, por ejemplo el grado de monopolio. Dado que los beneficios quedan determinados por decisiones de los capitalistas sobre su consumo e inversión, son los factores de distribución los que determinan finalmente el consumo de los trabajadores y, por consiguiente, el producto nacional bruto y el empleo. Es decir, una vez que los capitalistas han tomado sus decisiones el producto nacional se verá impulsado hasta el punto en que los beneficios, extraídos en función de los factores de distribución, igualen el consumo de los capitalistas y la inversión.

El planteamiento anterior es demasiado esquemático. Kalecki generaliza la ecuación de beneficios incorporando los dos sectores que ignoramos hasta ahora: el gobierno y el exterior. El gobierno recauda impuestos, compra bienes y servicios y paga transferencias. Con el sector exterior comerciamos lo cual genera unas exportaciones netas de importaciones.

Recordemos de nuevo que 

PRODUCTO=GASTO=RENTA

Representado esquemáticamente la producción se desglosa en dos columnas, donde la izquierda acumula las rentas y la derecha el gasto al que se destinan las rentas, como sigue:


La recaudación de impuestos se destinará en parte a adquisición de bienes y servicios del gobierno y en parte a transferencias (por ejemplo pensiones, ayudas de desempleo, etc.). Si restamos los impuestos menos las transferencias de ambos lados en el lado de las rentas desaparecen los impuestos pero aparecen las transferencias que añadiremos a los salarios. En el lado del gasto aparece el déficit público.


Si ahora pasamos las rentas de los trabajadores a la columna de la derecha restando en ambos lados obtenemos la siguiente ecuación de beneficios:

Beneficios netos de impuestos directos=Inversión en capital fijo+consumo de los capitalistas+déficit público+consumo de los trabajadores+saldo de la balanza comercial+déficit público-salarios netos de impuestos directos y transferencias+consumo de los trabajadores

Pero los salarios de los trabajadores netos de impuestos directos y transferencias menos su consumo no es más que el ahorro de los trabajadores. Por tanto la anterior ecuación se puede simplificar: 


Beneficios netos=Inversión en capital fijo+consumo de los capitalistas+déficit público+consumo de los trabajadores-ahorro de los trabajadores+saldo de la balanza comercial

El ahorro es igual a la inversión


Los economistas clásicos consideraban que la inversión venía limitada por los fondos disponibles generados por el ahorro y que ambas magnitudes se igualaban gracias al tipo de interés. La ecuación de Kalecki desmonta todo el andamiaje clásico sobre la inversión y el ahorro. (Por cierto, recuerden que el trato fiscalmente favorable que nuestro actual IRPF da a las rentas del ahorro se deriva de la creen falaz de que el ahorro se dirige a la inversión y que por tanto, para favorecer el crecimiento económico, habría que fomentar el ahorro).

Para examinar esta cuestión Kalecki nos invita a imaginar que el déficit público y también el saldo comercial con el exterior son cero. Además sabemos que el ahorro de los capitalistas debe ser igual a sus beneficios netos menos su consumo y el ahorro de los trabajadores es su renta salarial neta de impuestos y transferencias menos su consumo. De esta manera se cumple la identidad

Ahorro bruto=inversión bruta en capital fijo

Si de nuevo suponemos que los trabajadores no ahorran (lo cual no es una desviación muy seria de la realidad) obtenemos la anterior ecuación esquelética de beneficios:

Ahorro bruto de los capitalistas=inversión bruta en capital fijo

La identidad entre ahorro e inversión se da por definición, pero a diferencia de los economistas clásicos Kalecki entiende que son los capitalistas los que determinan su propia suerte. No son los ahorros los que determinan la inversión sino las decisiones de inversión y consumo las que determinan los beneficios.

Dentro de la clase capitalista puede haber aquéllos que deseen realizar inversiones que superen su propia capacidad de ahorro y por ello recurrirán al crédito bancario. Pero recuerden como hemos explicado en un post anterior que los bancos no necesitan obtener fondos de terceros para conceder préstamos. Es el acto de crear el préstamo el que genera automáticamente los fondos de ahorro que los financian. De esta manera el inversor generará una deuda con un banco pero, al transferir los fondos a los capitalistas que fabrican los bienes de inversión cuando compra los bienes de capital fijo, estos se encontrarán con instrumentos de ahorro que pueden consumir o retener. En definitiva ante cada decisión de inversión financiado con deuda de un capitalista otro capitalista se encontrará con los fondos en los que materializará su ahorro. Por eso no es el ahorro el que determina la inversión, como se cree vulgarmente, ¡es al revés! En este proceso Kalecki observa que el tipo de interés no tiene nada que ver. De esta forma Kalecki desmonta de un plumazo varias falacias que aun hoy están muy aceptadas por los economistas mainstream: la teoría de los fondos prestables, la tasa natural de tipo de interés y la determinación endógena de los tipos de interés.

Reflexiones sobre el superávit comercial y el déficit presupuestario

Quizás las reflexiones finales de Kalecki en su capítulo sobre la determinación de los beneficios son las que resultan más reveladoras. Los beneficios de los capitalistas dependen positivamente de la existencia de un superávit comercial y de un déficit público. Si aumenta el superávit comercial por un crecimiento de las exportaciones los beneficios empresariales crecerían en ese importante. Obviamente esto exige un aumento de la producción, el empleo y los costes salariales en el sector exportador pero los sueldos adicionales pagados en él también expandirán la producción y los beneficios de la industria de producción de bienes de consumo para los trabajadores. De esto se deduce una explicación por la cual los capitalistas tienen tanto interés en aumentar su cuota de mercado internacional. El superávit en el comercio internacional permite aumentar sus beneficios por encima de lo que permiten su propio consumo y la inversión en el mercado doméstico. El modelo de crecimiento basado en exportaciones ha sido loado por los economistas convencionales que suelen tener un interés económico en avanzar los intereses de la clase capitalista (no muerden la mano que les da de comer). Pero hemos de recordar que un superávit exportador no mejora el nivel de vida de los trabajadores. Las exportaciones son un coste, no un beneficio: es lo que tenemos que entregar a cambio de poder comprar productos de importación. Adviertan como eso no es lo que nos cuentan los diarios de color salmón, la prensa generalista, los economistas tertulianos o el gobierno. Lo que nos venden es que exportar mucho es muy bueno para el país. Ya sabemos que solo es bueno para una parte (pequeña) de la población pero muy influyente.

Un déficit en las cuentas públicas tiene un efecto similar al de las exportaciones. También permite que los beneficios aumenten más allá de lo que permiten las decisiones de inversión y de consumo de los capitalistas. Un aumento del déficit público genera activos financieros en los que los capitalistas pueden materializar el ahorro obtenido por los beneficios empresariales.

En principio los empresarios deberían ser partidarios de un déficit público ya que les beneficia de la misma manera que un superávit comercial. Sin embargo el propio Kalecki aclara las razones de la repugnancia de los empresarios (y de los economistas a su servicio) por el déficit público (Kalecki, 1943). Kalecki cita tres razones:

1. Repugnancia por la interferencia gubernamental en la solución del problema del desempleo.

En un sistema de laisser faire son los empresarios los que determinan el nivel de empleo y ocupación en función de sus expectativas y su confianza. Si la confianza de los empresarios se deteriora la inversión privada decae lo cual resulta en caídas de empleo y producción. Esto le da un enorme poder a los empresarios sobre el gobierno ya que cualquier pérdida de su confianza debe ser evitada para que no se genere una crisis. Sin embargo, cuando los gobiernos aprendieron que podían actuar directamente sobre la creación del empleo mediante un aumento del déficit este mecanismo de control pierde su eficacia. La búsqueda de un superávit público tiene que ver más bien con conseguir que el nivel de empleo dependa exclusivamente del estado de confianza de los empresarios.

2. Repugnancia por la dirección del gasto público (inversión pública y subvención del consumo)

Los empresarios desean que el gasto público se oriente hacia objetos que no compitan con su actividad: carreteras, hospitales, escuelas, defensa. Si el estado destinara el gasto público a suministrar bienes que fabrica el sector privado caería la tasa de beneficios del sector privado. La oposición a que el estado subvencione el consumo es de naturaleza moral, "ganarás el pan con el sudor de tu frente", que es fundamental para conseguir una fuerza de trabajo disciplinada. Este principio obviamente no aplica a quienes ya disponen de un patrimonio cuantioso.

3.Repugnancia por los cambios sociales y políticos que resultan del mantenimiento del pleno empleo.


Suponiendo que la sociedad superara la oposición de los capitalistas a la acción del estado, en un régimen de pleno empleo se producirían cambios sociales desfavorables a los empresarios. Los trabajadores ya no estarían sometidos a la función disciplinaria del desempleo. Esto resultaría en mejoras salariales a través de huelgas y negociación colectiva lo cual llevaría a una caída en la tasa de beneficios y aumentos de precios que perjudican los intereses de los rentistas. Al final la disciplina en el taller y la "estabilidad política", como la entienden los empresarios, merecen pagar el precio de renunciar a esos mayores beneficios que aportaría el aumento del déficit. Kalecki concluye: 

Su interés de clase les dice que el pleno empleo duradero no es sensato desde su punto de vista y que el desempleo es una parte integral del sistema capitalista "normal".

Referencias:


Michal Kalecki. (1969) Theory of Economic Dynamics. Augustus M. Kelly Publishers. Nueva York.


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