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martes, 13 de septiembre de 2022

El Banco Central Europeo quiere hacerse notar

 

Otra decisión lamentable

La semana pasada el Banco Central Europeo (BCE) anunció una subida de tipos de interés de 75 puntos básicos. A partir del 14 de septiembre el tipo de interés de las operaciones principales de financiación y los tipos de interés de la facilidad marginal de crédito y de la facilidad de depósito se incrementarán hasta el 1,25 %, el 1,50 % y el 0,75 %, respectivamente. Esta lamentable decisión sigue a otra tomada el pasado mes de julio que criticamos igualmente.

Según la entidad esta medida permitirá una vuelta a la tasa de inflación del 2% que es su objetivo. No les damos crédito dado que tampoco consiguieron ese objetivo durante la larga década en la que los tipos de interés estaban en 0% y sufrimos una prolongada deflación. ¿Por qué deberíamos creer que ahora sí van a conseguir ese objetivo manipulando la variable del tipo de interés?

La halcón Schnabel

Ya lo había anunciado Schnabel en un discurso que pronunció en las convivencias y ejercicios espirituales de banqueros centrales en Jackson Hole: volvían de las vacaciones con ganas de imponer “sacrificios”. En Jackson Hole estos tecnócratas, demasiado bien retribuidos e impasibles al sufrimiento que causan a los demás sus decisiones, han debido calentarse unos a otros con palmaditas en la espalda y palabras de aliento para tomar decisiones duras a su vuelta de vacaciones.

El discurso de Schnabel debe guardarse como oro en paño. Dentro de poco tiempo tendremos que recuperarlo para ver cómo una lógica perversa condujo a efectos sociales indeseables. En él se recogen todos los tópicos neoclásicos sobre la función de los bancos centrales y la política monetaria.

En su arrogancia de banquera central, Schnabel atribuye la “gran moderación” —ese prolongado período de baja inflación— a la actuación de los bancos centrales.

Existe un amplio acuerdo en que una mejor política monetaria fue un factor importante detrás de la Gran Moderación. A medida que los bancos centrales emprendieron la lucha contra la inflación en espiral a fines de la década de 1970 y principios de la década de 1980, redujeron y estabilizaron las expectativas de inflación en niveles que proporcionaron un ancla nominal sólida para las empresas y los hogares.

Cita como evidencia un trabajo escrito por economistas neoclásicos. Disentimos. La gran moderación se puede atribuir a un largo período de petróleo barato y a la brutal desactivación del poder de negociación de la clase trabajadora tras el abandono de las políticas de pleno empleo que habían sido comunes hasta los años 70.

Aunque la propia Schnabel reconoce que han sido la pandemia y el conflicto ucraniano los principales causantes del episodio reciente de inflación trata de justificar su postura de halcón. Su argumento es que existe riesgo de que las expectativas de inflación pierdan su anclaje.

En términos generales, sabemos por qué ocurren estos cambios entre los consumidores que tienen menos conocimientos financieros. Estos consumidores forman predominantemente sus expectativas basadas en experiencias de inflación.  Pero para la zona del euro, la encuesta de expectativas de los consumidores del BCE muestra que las personas que tienen más conocimientos financieros y que se consideran a sí mismas desempeñando un papel relevante en la fijación real de precios y salarios han revisado recientemente sus expectativas de inflación a medio plazo en mayor medida que otros participantes en la encuesta.

¡Pero esas expectativas siguen firmemente ancladas en niveles de inflación muy razonables a medio plazo! No superan el 4% para 2023.



Por otra parte un trabajo de Jeremy B. Rudd, publicado en el boletín de la Reserva Federal hace apenas un año, cuestiona la utilidad de gestionar dichas expectativas.

Los economistas y los responsables de la política económica creen que las expectativas de los hogares y las empresas sobre la inflación futura son un determinante clave de la inflación real. Una revisión de la literatura teórica y empírica relevante sugiere que esta creencia se basa en fundamentos extremadamente inestables, y se argumenta que adherirse a ella acríticamente podría conducir fácilmente a graves errores de política.

¿Se leen los banqueros centrales los trabajos de sus propios investigadores?

Ella no es una mujer timorata. Schnabel es como un panzer alemán. Nos la imaginamos aporreando la mesa en el consejo de gobierno del BCE advirtiendo de las consecuencias ominosas de no actuar ahora. Entre la cautela o actuar con decisión no puede haber dudas para un banquero central a riesgo de que se suelte el ancla de las expectativas.

Hay dos caminos amplios que los bancos centrales pueden tomar para hacer frente a la alta inflación actual: uno es un camino de precaución, en línea con la opinión de que la política monetaria es la medicina equivocada para hacer frente a los choques de oferta.

El otro camino es el de la determinación. En esta senda, la política monetaria responde con mayor fuerza al actual episodio de inflación, incluso a riesgo de un menor crecimiento y un mayor desempleo. Este es el enfoque de “control robusto” de la política monetaria que minimiza los riesgos de muy malos resultados económicos en el futuro.

Los banqueros centrales tiran por la borda la cautela y la sensatez. Es la hora de los banqueros centrales temerarios a los que no les tiembla el pulso. Están decididos a que algunos de nosotros perdamos nuestro empleo. Los neoliberales repiten como un mantra que la inflación es un impuesto sobre los pobres. No nos engañemos: ese argumento es una justificación para dejar a algunas personas desempleadas sin remordimientos. Para que unos conserven su poder adquisitivo otros deben perderlo completamente. Esa es la esencia de la economía neoclásica. El verdadero impuesto a los pobres es crear desempleo para que el terror acechante al paro limite su poder para negociar sus condiciones laborales.

Qué consecuencias tendrá

Sí sabemos que quienes tengan un préstamo hipotecario a tipo variable van a tener que transferir un mayor porcentaje de su renta a su banco. Quienes quieran comprar un bien de consumo duradero financiado a plazos o invertir en bienes de equipo tendrán que pagarlos más caros. ¡Extraña forma de luchar contra la inflación!

No conseguirá reducir el precio del petróleo y del gas.

No conseguirá reducir el precio del gas natural.

No resolverá los cuellos de botella logísticos.

No aumentará la producción de microprocesadores.

Además el BCE cree que sus decisiones van a tener consecuencias negativas para la economía. Así lo anuncian en su página web (versión dummy).





La economía se mantiene por ahora, principalmente debido al turismo

La gente está viajando de nuevo y gastando dinero en servicios. Un número récord de personas tienen trabajo. Pero las empresas están sufriendo los altos precios de la energía y los problemas restantes con la escasez de materiales y equipos.

Las perspectivas para los próximos meses están empeorando.

La economía se desacelerará sustancialmente a finales de este año La alta inflación está frenando la producción de las empresas y el gasto de la gente. El efecto de apoyo de la reapertura de nuestra economía se debilitará. Menos demanda del resto del mundo está pesando sobre la economía. Las personas y las empresas tienen mucha menos confianza porque las perspectivas son muy inciertas.

Si ese es el escenario que prevén y además creen que su decisión de subir tipos de interés va a influir en el nivel de actividad económica ¿por qué lo hacen?

Sí sabemos que quienes tengan un préstamo hipotecario a tipo variable van a tener que transferir un mayor porcentaje de su renta a su banco. Quienes quieran comprar un bien de consumo duradero financiado a plazos o invertir en bienes de equipo tendrán que pagarlos más caros. ¡Extraña forma de luchar contra la inflación!

No creemos que una subida de 75 puntos básicos vaya  a tener un gran impacto en las decisiones de inversión de las empresas. Las empresas toman sus decisiones en función de expectativas de rentabilidad. La variable tipo de interés es simplemente un factor de coste adicional que influirá o no en su decisión en función de que puedan transmitir ese coste a sus clientes. Si están evaluando un proyecto de inversión lo que va a pesar más son los flujos de caja que esperan obtener. Si el gobierno se dedica a hacer una política fiscal contractiva es más probable que eso sí influya. Así pues, la influencia de la decisión del BCE se canalizará sobre todo a través de la presión que ejerce sobre los responsables de la política fiscal.

Naturalmente las cotizaciones de los bancos españoles subieron la semana pasada como la espuma. Son los principales beneficiarios de esta decisión y sus accionistas lo saben. Se produce ahora la venganza del rentista. Ahora bien, la fiesta de los rentistas no va a durar mucho. De entrar nuestras economías en recesión la morosidad y las insolvencias no tardarán en llegar. Veremos dónde quedan las cotizaciones bancarias entonces.




Cotización del Banco Santander


Cotización del BBVA


Cotización del Banc de Sabadell

El Banco Central Europeo debe ser disuelto inmediatamente.

La decisión que sí va a tener un impacto en nuestra economía es la de introducir un instrumento para proteger la transmisión para detener la escalada de la prima de riesgo de los estados meridionales.

Las decisiones del BCE revelan que no han aprendido nada de anteriores crisis económicas. Sus responsables siguen siendo prisioneros de la escuela neoclásica, un edificio que se desmorona. Toman decisiones contradictorias con su propia investigación académica, con los datos que manejan y con la evidencia empírica. Saben que sus decisiones de tipos de interés lejos de resolver problemas los agravan. Sus decisiones son socialmente regresivas y un estorbo. Pero no pueden evitarlo: necesitan sentirse importantes y necesarios. Los banqueros centrales han creído en un relato que condena la política fiscal a la irrelevancia y establece la dominancia de la política monetaria en la gestión del ciclo económico. Para el martillo todo es clavo y el BCE tiene una caja de herramientas limitada. Y además los banqueros centrales son unos narcisistas sociopáticos.

La decisión que sí va a tener un impacto en nuestra economía es la de introducir un instrumento para proteger la transmisión para detener la escalada de la prima de riesgo de los estados meridionales. El problema es que el BCE condiciona las compras de bonos a la aplicación de políticas de ajuste presupuestario y este condicionamiento sí va a conducirnos a una recesión. De hecho el Gobierno de España ya ha anunciado que el techo de gasto crecerá tan solo un 1,1% en 2023 en términos nominales, lo cual, teniendo en cuenta la tasa de inflación, equivale a una reducción de proporciones históricas en términos reales. Cuando se anunció la introducción del instrumento la prima de riesgo cayó rápidamente pero ha rebotado con fuerza en el último mes. El rendimiento del bono español a 10 años está otra vez cerca del 3% y el del italiano ya supera el 4% aunque esta vez se debe en parte a que también ha aumentado el rendimiento del bono alemán a 10 años. Más que reducir el gasto público lo que va a conseguir el BCE es un cambio en su composición: menos gasto social y menos inversiones públicas y más en rentas para billonarios. Justo lo que no necesitan nuestras economías en este momento.

Los bancos centrales occidentales están equivocándose de forma reiterada. El siguiente mapa publicado por Statista demuestra que sólo los bancos centrales de los países asiáticos han comprendido que no es el momento de subir tipos de interés.



Como explica Bill Mitchell en esta entrevista de Carlos García lo mejor para todos sería suprimir los bancos centrales e integrar sus funciones en los tesoros nacionales.


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