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MMT University

sábado, 27 de septiembre de 2014

El vértigo que podíamos habernos evitado si no nos hubiésemos dejado llevar al abismo.

Acabo de leer el libro de José Luis Rodríguez Zapatero, El Dilema. 600 Días de Vértigo. Siempre es interesante la perspectiva de alguien que vivió la historia en primera persona. Pero no quiero hablar de su libro sino de una serie de comentarios que aparecen en lugares separados pero que reunidos adquieren un significado interesante, El primer párrafo que llamó mi atención fue aquél que narra como en una de las cumbres europeas convocadas para discutir la crisis griega

 «el texto se fraguaba en reuniones reducidas, en las que estaban habitualmente representadas Alemania, Grecia, Francia, la Comisión Europea, el Presidente del Consejo y, en algunos casos, el presidente del BCE. El grueso de los gobiernos esperábamos pacientemente los resultados de este singular método de trabajo, que era el habitual (…) antes de las reuniones formales del Consejo (…).” 

En Europa las grandes decisiones se cuecen en un reducido círculo de poder, un consejo dentro del Consejo con Alemania como primus inter pares. Este peculiar proceso de toma de decisiones quizás explique otro párrafo de ZP:


El punto 14 (de las conclusiones del Consejo europeo  de junio de 2011), al plantear la necesidad de un nuevo programa, era en realidad el reconocimiento del fracaso del programa de  ayuda de mayo de 1010. Pero nótese que este reconocimiento aparece en el texto después de exigirse en él a las autoridades nacionales que siguiesen profundizando en los ajustes: «El Consejo Europeo pide a las autoridades nacionales que continúen ejecutando con firmeza los necesarios esfuerzos de ajuste con el fin de colocar al país en una senda sostenible». Ésta era la lógica del proceso de ayuda: exigir más y más severos ajustes sin reparar apenas en la situación social del país y aun a sabiendas de que al cabo de pocas semanas Grecia no podría afrontar los compromisos de pago. 
Al igual que hicieron otros primeros ministros, combatí el nivel de exigencias a Grecia para disponer de la ayuda y reclamé en aquel Consejo, como hice en otras cumbres, una intervención más decidida del BCE y la puesta en marcha de los eurobonos.

Por lo visto de forma infructuosa pues del anteriormente citado párrafo se desprende que en realidad en Europa mandan otros. Porque además parece que en Bruselas impera una determinada ideología:

Quizá sea una impresión equivocada, pero casi siempre tuve la percepción de que los informes o pronósticos sobre la evolución de la sostenibilidad de los Tesoros con problemas por parte de los cualificados técnicos de los organismos referidos (el BCE, la Comisión  el FMI) eran bastante pesimistas. El color de sus opiniones no era neutral ni inocuo. Los altos funcionarios de estos centros de gran influencia hablan entre ellos y, a su vez, hablan con los periodistas económicos de los principales medios de comunicación. Es normal que así sea, los periodistas hacen su labor y buscan en todos los recovecos de los despachos oficiales impresiones, pronósticos, riesgos, alarmas. Pero ¿no cabe exigir a estos altos funcionarios que, además de buenos profesionales sean capaces de blindar sus impresiones?

Y a uno le podría dar ternura la ingenuidad del personaje si no fuera porque tuvo en sus manos haber asumido su responsabilidad y haberse enfrentado con mayor decisión al destino que marcaba Bruselas. En el epílogo de su obra ZP exime de responsabilidades a los que impulsaron el Tratado de Maastricht:


Pero debo dejar claro que considero injusto cualquier intento de responsabilizar de los males actuales a quienes concibieron y aprobaron el Tratado de Maastricht. Sería injusto, primero porque, a pesar de los «defectos de fabricación» de la moneda común, el euro es un proyecto que, sin duda, merece la pena. El Euro es Europa y Europa es más importante que cualquier crisis económica, por dura que ésta sea. Y, segundo, porque es políticamente indecoroso que los gobernantes miren hacia atrás en un tiempo de dificultades graves.

En definitiva aquí ZP nos da la clave de su pensamiento: el proyecto europeo es tan importante que todo lo demás está a su servicio. No está el Euro al servicio de los europeos; somos los europeos los sacrificados en el altar del magno designio.

Pero Zapatero parece incapaz de extraer las conclusiones que se derivan de su análisis. Es irónico que él mismo recurra a Michael Pettis para explicar que el desequilibrio europeo se debió también al exceso de ahorro alemán. Es un sarcasmo porque en un reciente artículo el mismo Pettis advierte de los riesgos para España de permanecer en el euro y plantea el escenario de una salida. El mismo Zapatero acaba reconociendo que permanecer en el euro nos puso a los pies de los caballos.
Sin embargo, ya sabemos cómo fue de vacilante e insuficiente la respuesta ... europea. Lejos de contribuir a aliviar los efectos y duración de la crisis. nos situó ante el riesgo del mal mayor, el peor de los males, el del rescate.
 Algo ha fallado en el modelo del euro. Algo muy serio. El euro impulsó su prosperidad y su crecimiento, pero sin bases sólidas.
Pero la UE y el euro son proyectos irrenunciables, y más aún en la era de la globalización.
Yo me pregunto qué habría pasado si, en lugar de aceptar el chantaje de Tritchet en 2011, Zapatero hubiese tenido la osadía de romper la baraja y sacar a España del euro. Yo creo que tras la inevitable crisis financiera la economía española hoy estaría creciendo a buen ritmo. Lo dicho: Vd., amigo lector, y yo somos víctimas necesarias y colaterales del proyecto irrenunciable y superior en cuyo gobierno no podemos influir: el euro.


Párrafos extraídos del libro de José Luis Rodríguez Zapatero, El Dilema. 600 Días de Vértigo. Editorial Planeta 2013.

Hazle un favor a tu vecino: monta una fiesta. Es hora de que los alemanes se diviertan.

Haciendo alarde de músculo comercial

La semana pasada la Comisión Europea publicó un informe sobre la marcha de las exportaciones europeas (Euro area international trade in goods surplus €21.2 bn ). Uno no puede dejar de notar un cierto tono triunfalista, un tonillo de satisfacción de las autoridades europeas sobre el éxito exportador europeo.

Yo creía que el mercantilismo era una idea obsoleta del siglo XVII pero me equivocaba. Muchos todavía creen que un déficit comercial es síntoma de un mal que socava nuestra economía, una atrofia de nuestra musculatura industrial. En cambio un superávit comercial haría patente la superioridad de nuestra industria competitiva, sana, vigorosa y capaz de abrirse mercados en el extranjero, seduciendo a clientes extranjeros con el diseño y la calidad de nuestros productos bien diseñados y fabricados, apreciados por su gran calidad y atractivo. El alemán exportador hoy pasea confiado por el mundo, seguro de su éxito como país, modelo a imitar por las escleróticas economías de la periferia europea.

Imaginemos un concierto de naciones hipermusculadas compitiendo en un imaginario campeonato de culturismo exportador. Si todas ellas exhibieran ubérrimos balances comerciales dotados de generosos y carnales superávits comerciales ¿sería posible que no hubiera ninguna con un déficit en su balanza comercial? Sabemos que es imposible. Quizás en un mundo ideal las naciones comprarían bienes y servicios por valor equivalente al de los que exportan dejando las balanzas saldadas con precisión milimétrica en 0,0000 €. Pero también sabemos que eso es imposible. Siempre habrá alguna nación con un superávit comercial y por tanto siempre habrá al menos una con un déficit comercial.

Balanzas sostenibles

Sería ideal que las balanzas comerciales oscilaran en torno a cero, unos años con signo positivo y otros con déficit. No hay duda de que un déficit en la balanza comercial puede llegar a ser insostenible si se prolonga en el tiempo. Cuando una nación importa mucho más de lo que exporta esa diferencia tiene que financiarse; es decir, su economía se está endeudando frente al exterior. Si la situación se prolonga Kenneth y Rogoff nos cuentan que se llega a la crisis y se paga una penitencia de años sin crecimiento.

Eso no significa que un déficit comercial sea siempre pernicioso. Permite a un país financiar su crecimiento económico con deuda externa si tiene una capacidad de ahorro doméstica limitada. Por ejemplo España invirtió durante los años de la burbuja el 30% de su PIB pero solo tenía un ahorro equivalente al 20%; la diferencia tenía que financiarse del exterior.

Pero un déficit prolongado puede llegar a ser insostenible. No importa tanto que una economía tenga un déficit como que pueda atender los pagos de la deuda externa ya sea con crecimiento económico ya con exportaciones futuras. España acumuló varios años de déficit en la balanza comercial llegando incluso en 2007 a un déficit equivalente al 10% de su PIB, algo que debería haber encendido todas las alarmas en el puesto de mando pero cuya gravedad se menospreció porque "estábamos en el euro". Es importante la moneda en la que te endeudas. EE.UU. ha incurrido durante varios años en déficit comerciales elevadísimos. Pero se endeuda en su propia moneda ya que los extranjeros aceptan encantados el billete verde.Si te endeudas en una moneda extranjera durante mucho tiempo en cambio puedes llegar a tener problemas de solvencia cuando el acreedor deja de confiar en ti.¿Era el Euro la moneda de España o era una moneda extranjera? Visto con retrospectiva parece más bien que lo segundo.



Alemania: el superávit perpetuo

Veamos el comercio exterior desde la otra orilla ¿Puede un país vivir en un superávit comercial perpetuo?. Los datos publicados por la CE revelan que, como todos los anteriores, de nuevo este año Alemania arroja un superávit en su balanza comercial por valor 100 mil millones € hasta el 30 de junio, o sea 200 MM € en términos anuales ó más del 7% de su PIB. Alemania lleva años exhibiendo una extraordinaria fortaleza exportadora. El gráfico que facilitamos a continuación muestra como además ese vigor exportador se acentuó a partir de la creación del Euro.  Así como sabemos que un déficit prolongado no lo es ¿puede ser sostenible un superávit para la eternidad?





Para responder entendamos primero qué significa que un país tenga un superávit de 200 MM € cada año, como en el caso germano. En primer lugar:  que produce una cantidad de bienes y servicios superior a la que puede absorber su mercado doméstico. Si el ahorro es igual a la producción de bienes y servicios menos el consumo, se desprende que además genera un ahorro que no es capaz de invertir en su propia economía y que forzosamente debe invertir fuera de su país.

Desde la creación del Euro y la entrada en vigor del tratado de Maastricht los alemanes han podido destinar estos excedentes de ahorro al resto de Europa sin incurrir en riesgos de cambio de moneda y con la ventaja de que no existe ninguna limitación al libre movimiento de capitales y mercancías. El lector se dará cuenta de la enorme masa de ahorro que Alemania ha puesto a disposición de Europa si considera que esos 200 MM € que exporta cada año son equivalentes al 20% del PIB español. La conclusión es evidente: desde los años 2000 la economía alemana ha financiado las burbujas inmobiliarias de España e Irlanda y además los derroches de los gobiernos portugués y griego.

No hay nada que ningún gobierno español hubiese podido hacer para frenar esta avalancha de dinero pues, repito, dentro de la UE hay libre circulación de capitales y nuestros bancos y cajas de ahorros estaban encantados de tomar estos fondos para financiar nuestra insana afición a enladrillar el campo y la costa. Quizás las administraciones públicas españolas hubiesen podido aplicar políticas fiscales para desalentar la inversión en el sector inmobiliario; pero no lo hicieron. En su Libro El Dilema, 600 Días de Vértigo el presidente Zapatero desvela que valoró la posibilidad de suprimir la desgravación fiscal a la vivienda y añade «desisitimos de ello por el rechazo social que podría haber generado» −es lo que tiene gobernar con las encuestas en la mano, que luego pierdes las elecciones−. Pero por mucho que nos fustiguemos ahora por no haber hecho los deberes la verdad es que, cuando entra la marea, no hay barrera humana que pueda represarla. El dinero caliente alemán habría encontrado otra rendija por donde colarse.

¿Por qué genera Alemania tanto ahorro? Podría uno pensar que esta potencia exportadora reportaría enormes beneficios a los trabajadores alemanes. La realidad es que éstos han visto su poder adquisitivo mermado por una política de represión salarial como explica Neil Irwin en un artículo publicado recientemente en The New York Times. La renta per cápita disponible real de los alemanes de renta media simplemente no ha crecido ni siquiera al ritmo de las ganancias de productividad entre 1990 y 2010. Esto ha permitido que Alemania se volviera übercompetitiva, no pudiera consumir todo lo que produce y exportara billones de euros de ahorro a costa de crear una crisis de deuda en la zona Euro. Muy interesante el análisis sobre costes laborales unitarios comparados que hace Francesco Saraceno en http://fsaraceno.wordpress.com/2014/09/11/labour-costs-who-is-the-outlier/ : demuestra que la nación con el comportamiento aberrante ha sido Alemania.





De resultas durante la última década Alemania ha acumulado una posición financiera neta respecto al resto del mundo sencillamente gigantesca de 1,1 billones € (100% del PIB español ó el 41 % del PIB alemán). Vistas así las cosas ¿verdad que el elevado superávit alemán empieza a verse como causa de un desequilibrio grave en la economía europea? Merkel y los bancos alemanes deben estar muy preocupados acerca de la posibilidad de cobrar esta deuda y quizás esto explique su irracional obsesión con la austeridad de los demás países: quieren que los gobiernos ahorren para que los PIGS puedan pagar la deuda. Merkel y Bruselas quieren que tu estado haga recortes en sanidad y educación y que esos recursos se destinen a devolver los préstamos a la Landesbank de turno. Irracional porque la austeridad y la depresión económica impiden que los gobiernos recauden impuestos y ahorren. Irracional porque la única forma de que Alemania se cobre las deudas es gastándose el crédito que ha concedido al resto del mundo.

Frente a la austeridad utilicemos la cabeza

En cuanto llegó la crisis griega, gestionada tan penosamente por las autoridades europeas, el chantajista Jean Claude Tritchet al frente del BCE y el dúo Merkel-Sarkozy  los capitales alemanes se retiraron de los mercados periféricos, causando el hundimiento de nuestra burbuja inmobiliaria, contagiando a la deuda pública y elevando a la estratosfera la llamada prima de riesgo. Esta hemorragia se ha tapado mediante la barra libre de liquidez que ha abierto el BCE a nuestros bancos. Los capitales alemanes se han retirado de la periferia pero inadvertidamente siguen aquí: el dinero lo depositan ahora en el BCE que vuelve a prestárselo a los bancos del sur. Vean si no la evolución de los saldos del TARGET2,

Fuente: http://www.eurocrisismonitor.com/


Para resolver la crisis europea Alemania predica virtuosismo. "Fijaos en nosotros", dicen, "también tuvimos problemas e hicimos las dolorosas reformas que hogaño nos han convertido en una gran potencia exportadora". Pero estas reformas "mercantilistas" las pudieron hacer porque había otras naciones dispuestas a incurrir en un déficit comercial. Es hora de que los flujos se reviertan y de que Alemania se cobre sus préstamos al resto del mundo de la única forma posible: sí, incurriendo en un pecaminoso déficit comercial. Es la única manera de que nosotros, los PIGS ibéricos podamos pagar nuestra deuda y volver a crecer. A la pleamar del ahorro alemán debe seguir la bajamar.

La débil demanda interna alemana cercena las oportunidades de inversión en el sector privado. En su blog Paul de Grauwe explica que ha llegado la hora de revertir la desacertada decisión tomada en 2010 de reducir la inversión pública. Esto se podría hacer a un coste muy bajo pues el país se endeuda a tipos de interés cero.  Para sacar a Europa de su marasmo deflacionista Alemania debería liderar un programa de inversión pública. Actualmente su tasa de inversión pública es de las más bajas de la eurozona: un magro 1,6% del PIB frente al 2,3% en el resto de países. Es hora de que los alemanes organicen unos juegos olímpicos, suban los salarios de sus funcionarios, construyan algunos aeropuertos, introduzcan un salario mínimo y manden a sus jubilados a las islas griegas de vacaciones. Como alternativa podrían condonarles la deuda a los griegos y los españoles y dejar que quiebren sus bancos, esos que incautamente prestaron el dinero a los países del sur. Los alemanes perderían sus ahorros pero es lo que pasa cuando los guardas debajo del colchón y nunca los usas: que acabas siendo el más rico del cementerio.



Nota técnica:


Veamos la relación entre ahorro y saldo comercial. Sabemos que el Producto Interior Bruto (PIB) es la suma de todos los bienes y servicios que produce una economía. Desde el punto de vista del gasto por tanto el PIB es igual al consumo de los hogares (C), la inversión de las empresas (I), el gasto del gobierno (G) y las exportaciones (X) menos las importaciones (M), o sea PIB=C+I+G+X-M.

Sabemos también que el ahorro (S) es la diferencia entre lo que produce una economía y lo que gasta. Si restamos del PIB el consumo (C) y el gasto público (G) obtenemos el ahorro de una economía S=PIB-C-G=I+X-M, por tanto el ahorro es igual a la inversión más el saldo comercial. Esta es una simple identidad contable. Si un país no comerciara con el resto del mundo el ahorro sería siempre igual a la inversión. Pero cómo vivimos en una economía abierta sabemos que si un país quiere invertir más de lo que ahorra puede captar ahorro del exterior (déficit comercial). Por el contrario, como en el caso alemán, si consume menos de lo que produce y no encuentra oportunidades de inversión  en cuantía equivalente a ese ahorro, puede prestárselo al resto del mundo.

domingo, 14 de septiembre de 2014

España y el euro

Un artículo que escribí en El Diario resumiendo el debate que sostuvimos sobre el Euro en noviembre de 2013
España y el Euro

España lleva más de un lustro reptando por el fondo de una prolongada depresión, secuela del estallido de la burbuja inmobiliaria agravada por la crisis de deuda en la zona euro y la austeridad. Las cifras de la devastación son de sobra conocidas: más de un 25% de paro, 56% entre los jóvenes; una losa de deuda que obstruye el flujo de crédito a empresas y familias; unas cuentas públicas cada vez más deterioradas; más de 400.000 empresas desaparecidas; y un retroceso de las rentas y del consumo a niveles de los 90. El pasado 23 de noviembre el grupo Plan B, que busca alternativas a las políticas de austeridad, organizó un debate sobre la pertenencia de España al euro en el que participaron Josep Borrell, José Carlos Díez y Antonio Estella.
En la discusión se evidenció que la pertenencia al euro no genera unanimidad. Josep Borrell piensa que "la salida del euro no está en la agenda. Además" advierte "si saliéramos del euro la nueva divisa se depreciaría quizás más de un 30% pero la deuda seguiría denominada en euros y por tanto nos abocaría a un default". Borrell reconoce que estar fuera del euro tendría algunas ventajas porque tendríamos un banco central propio que actuaría como la Reserva Federal Americana que monetiza deuda y compra deuda para reducir los tipos de interés. "El problema es que ya estás dentro del Euro".
Antonio Estella discrepó sobre la irreversibilidad de nuestra pertenencia a la moneda única. "España debería haber dejado el euro en verano de 2012. Es verdad que ahora la cosa está más tranquila pero no se puede descartar que volvamos a entrar en recesión y la cuestión vuelva a abrirse. Además la salida del euro permitiría aplicar un programa intenso de reformas que es necesario y que ahora el euro no te deja aplicar. "
José Carlos Díez coincidió con Borrell en que "los costes de la salida del euro para España superan ampliamente los beneficios". Pero advierte "la gente ahora se cree las 13 palabras de Draghi pero la confianza dura hasta que desaparece;  en cualquier momento puede haber una restricción de crédito y una fuga de capitales intraárea".
Díez cuestionó el papel del euro en la génesis de la crisis. "Echarle la culpa de todo lo que está pasando hoy al euro no tiene sentido. Florida tuvo una burbuja inmobiliaria y una crisis bancaria porque los bancos dieron muchas hipotecas pero no estaba en el euro. Italia, que estaba en el euro, no ha tenido burbuja. Por tanto no echemos culpas al euro de cosas que no provocó".
Para Díez el problema es que Europa no funciona. "La ventaja de Florida es que comparte un fondo por prestación de desempleo y un fondo de garantía de depósitos con todos los EE.UU. Cuando la tasa de desempleo llegó al 12% hubo rentas que se transfirieron desde el resto de EE.UU. a Florida. Cuando los bancos de Florida cayeron entró dinero del fondo de garantía de depósitos. Ambas medidas pusieron un suelo a la caída. Lo que Europa no tiene y no se ve en la agenda es [un mecanismo de] transferencia de rentas y un programa de estabilización real para estabilizar el sistema bancario".
Para José Carlos Díez "hay que resolver la crisis bancaria porque hay muchas deudas que no se van a pagar. Para que la deuda griega deje de crecer el PIB tendría que crecer más que el de China" lo cual es inverosímil. "Por tanto hay que hacer una reestructuración de su deuda. Pero el gobierno alemán y otras instituciones europeas han sacado este tema de la agenda".
Hubo acuerdo entre los ponentes en que la gobernanza del euro, en palabras de Antonio Estella, "está mal parida. Hace falta más integración fiscal y bancaria".
Borrell lamenta que "la crisis ha debilitado la democracia europea. La carta de Tritchet lo prueba. Hay una profunda perversión de la democracia. Nos hemos encontrado con una institución monetaria dictándoles las constituciones a los pueblos. A esa perversión se le suma el pánico ante los mercados. Los líderes europeos hicieron tonterías por puro temor: el 2-pack, el 6-pack y toda la batería de normas que hemos creado no me gustan desde un punto de vista democrático. No sé si en el Parlamento Español se han enterado de a qué ha quedado reducido su papel".
Piensa Borrell que "la salida de la crisis debería pasar también por una reforma de las instituciones que hiciera que la gente se sintiera más representada y que las decisiones no cayesen en un cenáculo tecnocrático que los gobiernos trasladan al parlamento y que se aprueban por temor a los mercados. Los gobiernos extremadamente endeudados están a los pies de los acreedores. El FMI dice que los europeos han preferido evitar el 'default' de Grecia para preservar los créditos que los bancos le habían dado. Se fue retrasando la reestructuración de su deuda hasta que ésta ya no estaba en el balance de los bancos sino en el del BCE. Pero 'default' griego va a haber, explícito o implícito".
¿Qué sería necesario para que funcionara la unión monetaria europea? José Carlos Díez explica que "uniones monetarias ha habido en la historia. Las que funcionaron, como la alemana o la italiana, fueron las que tenían una gobernanza fuerte y una capacidad de toma de decisiones rápida y las que fracasaron fueron las que estaban en manos de instituciones como las que tenemos en Europa. La moneda es un papel, una convención. Si no lleva detrás una unión política no va a funcionar".
Estella coincide en este punto con Díez: "En los casos de las uniones monetarias alemana e italiana había previamente una unión política y por eso funcionaron. No hay ningún caso en la historia en que, sin esa voluntad firme y expresada de crear una unión política, funcione una unión monetaria. En el caso de Europa esa voluntad no existe".
Una salida involuntaria de España del euro no se pude descartar. José Carlos Diez advierte sobre la psicología de los mercados. "La pregunta en los mercados es "¿quién es el próximo?" Si sale uno del euro el mecanismo se activa. En ese momento Europa tiene que responder a dos preguntas y tiene que hacerlo rápido. Una: ¿cuántos países quiere que sigan en el euro? Y dos: ¿cuánto dinero está dispuesto a gastarse? Porque esto no va a salir gratis y este dinero va a salir de los contribuyentes. El problema es que en Europa siempre llegamos tarde a todo y con muy poca contundencia".
"Hay dos formas de salir del euro, una muy violenta que puede activar el Banco Central Europeo −ya ha amenazado dos veces con hacerlo en los casos de Chipre y Grecia− que es que te corte el acceso de tu banca a su sistema de financiación. Si te hacen eso es como cuando sale en el videojuego "Game Over". La segunda es no hacer nada. Llegaría un punto en que la propia sociedad le pediría a su clase política "sácame de aquí"".
"A mí me gustaría que el euro siguiera", concluye Díez. "España se ha transformado en los últimos 25 años y ahora tenemos un abanico de productos de exportación y Grecia no. Grecia necesita una devaluación de su tipo de cambio y volver a su nivel de competitividad. En el caso español e irlandés, nos equivocamos con la burbuja y el sistema bancario, pero, si quitas esas dos cosas, estos países tiene capacidad para seguir dentro del euro y crecer". Díez piensa que Grecia debería salirse del euro porque no le ofrecen un plan mejor.
Estella plantea el escenario de una salida voluntaria. "En un artículo Andrew Rose analiza todos los casos de salida de sistemas monetarios como 'currency boards' o 'pegs', etc. Su conclusión es que los estados que con más probabilidad salen de zonas monetarias –o sistemas similares- son estados ricos, grandes, y con democracias bien asentadas. España sí cumple con esos requisitos. Teniendo en cuenta que nuestras magnitudes son malas no entiendo por qué lo que aplica a Grecia no vale para España".
Jurídicamente Estella ve posible la salida. "La deuda soberana está sometida al ordenamiento jurídico del país emisor y por tanto se podría redenominar a la nueva moneda. Otra cosa es la deuda privada que suele estar sometida a las leyes y tribunales de Inglaterra y por tanto habría que estudiar caso por caso. Es falso que no te puedas ir del euro, no está prohibido en los tratados; existe un derecho de salida".
Jean Monet, uno de los padres de la construcción europea dijo que "los hombres no aceptan el cambio más que en la necesidad y no ven la necesidad más que en la crisis". Europa tiene necesidad de cambiar, la cuestión es saber si todos en Europa ven la necesidad.

viernes, 12 de septiembre de 2014

La receta de Bruselas: Consolidación Fiscal y Devaluación Interna.



Hace un año escribí al presidente de la Comisión, José Manuel Durâo Barroso, para denunciar el error de diagnóstico de la institución que preside sobre la crisis de deuda y plantearle que uno de los mayores problemas era la fragmentación del mercado bancario europeo. Esta fue la respuesta que recibí (los subrayados son míos):



EUROPEAN COMMISSION
DIRECTORATE GENERAL
ECONOMIC AND FINANCIAL AFFAIRS
Policy strategy and co-ordination
Macroeconomy of the euro area


Bruselas, 23 de Mayo de 2013
Ares(2013) – 922056 (# de entrada)


Mr Stuart Medina Miltimore
stuart.medina@metasbio.com

Asunto: Fragmentación de la Unión Económica y Monetaria
Estimado Sr. Medina Miltimore,
En nombre del Presidente de la Comisión Europea, me gustaría agradecerle sus comentarios.
Es cierto que la Unión Económica y Monetaria (UEM) europea está viviendo momentos difíciles. Aun así, durante este periodo de dificultad se están poniendo las bases para reforzar la UEM, tanto desde el punto de vista económico como institucional.
Se han conseguido avances fundamentales en esta dirección. La mayoría de los Estados Miembros han puesto en práctica importantes medidas de consolidación fiscal. Reestablecer la sostenibilidad de las cuentas públicas es imprescindible para superar la crisis, especialmente en aquellos países más endeudados. Al mismo tiempo, para aumentar la competitividad y crear crecimiento sostenible, las medidas de consolidación fiscal deben de ir acompañadas de reformas estructurales, por ejemplo en los mercados de trabajo y de productos. Algunos países han dado pasos fundamentales en esta dirección, aunque aún queda mucho por hacer.
La gobernanza económica de la UEM ya ha experimentado reformas fundamentales. Estas incluyen la adopción de los paquetes legislativos sobre supervisión presupuestaria y gobernanza económica (los llamados "2-pack" y "6-pack"), la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), y la entrada en vigor del Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza. En concreto, el fortalecimiento del Pacto de Estabilidad y Crecimiento y la adopción del Procedimiento de Desequilibrios Macroeconómicos contribuirán a prevenir la acumulación de niveles de deuda excesivos y de desequilibrios macroeconómicos en los Estados Miembros, y reforzarán la estabilidad macro-financiera en la UE. El Semestre Europeo permite abordar de una manera exhaustiva las reformas necesarias para impulsar la competitividad, relanzar el crecimiento, y crear las muy necesarias condiciones para la creación de empleo.
Aun así, se necesitan más avances, in este contexto, el "Libro azul para una UEM profunda y genuina" sienta las bases para asegurar la estabilidad e integridad de la UEM, avanzando hacia una unión bancaria, fiscal, y política.
Al respecto de sus comentarios sobre los desequilibrios por cuenta corriente en la zona euro, me gustaría señalar que los mecanismos de supervisión que forman parte del Procedimiento de Desequilibrios Macroeconómicos, afectan tanto a los déficits por cuenta corriente como a los superávits. Además, la Comisión ha llevado a cabo un estudio en profundidad sobre "superávits por cuenta corriente en la UE", que fue publicado en Diciembre de 2012. Dicho estudio establece que en la mayoría de los países con superávits, se dan las condiciones necesarias para que se produzca un aumento de la demanda interna, tales como incrementos salariales o diferentes velocidades de consolidación fiscal. En cualquier caso, dicho estudio también revela  que un aumento de la demanda interna en Alemania beneficiaría principalmente a sus socios comerciales más cercanos, tales como la República Checa, Eslovaquia, Hungría, y Austria, mientras que el efecto en la balanza comercial de los países "deficitarios" sería mucho más limitado.
Finalmente, y en lo referente a la fragmentación de los mercados financieros en la zona euro, el BCE, al cargo de la política monetaria en total independencia, ha tomado pasos importantes para asegurarse que los mecanismos de transmisión de su política monetaria funcionan adecuadamente en todos los países de la zona euro. Por ejemplo, la iniciativa sobre Transacciones Monetarias Directas (OMT), ha sido crucial para reducir la percepción de riesgo de re-denominación de moneda en la zona euro, y para reducir la prima de riesgo de los países periféricos en los mercados de deuda soberana. Dicho esto, hay que admitir que las diferencias en tipos de interés dentro de la zona euro son todavía elevadas. Esta circunstancia, entre otras, hace necesaria una intervención urgente para establecer una unión bancaria. Dicha unión bancaria ayudará a reforzar la estabilidad financiera mediante el establecimiento de disposiciones únicas acerca de la supervisión y resolución bancaria, y eliminando los vínculos entre el sector financiero y la deuda soberana.

Eric Ruscher
Jefe de Unidad
DG ECFIN – Unidad A.5

Comisión Europea

En fin, ha pasado un año y yo no diría que se haya avanzado mucho en unión bancaria. El énfasis de la política propuesta por Bruselas estaba en las reformas estructurales y la consolidación fiscal. Hoy comprobamos cómo el problema es de anemia de la demanda. 

Por último, la cuestión de que una reducción del superávit en Alemania no ayudaría a la economía española revela una pobre comprensión de las relaciones entre el comercio exterior y la economía financiera. Lo importante es que la economía alemana no siga generando esos obscenos superávits por cuenta corriente equivalentes al 7% de su PIB (200 MM €) cuyo correlato es un exceso de ahorro que antes se invertía en el sector inmobiliario español y ahora se deposita en el BCE. Si Alemania redujera su superávit o, mejor aun, incurriera en un déficit con el sector exterior, ya por vía directa o por vía indirecta, ayudaría a que España y otros países periféricos redujeran su déficit exterior.

lunes, 8 de septiembre de 2014

El pasado devora el porvenir



“El pasado devora el povenir”, esta frase feliz es el broche con el que cierra Thomas Piketty uno de los libros de economía más vendidos este año, El Capital en el siglo XXI. La riqueza creada en el pasado se perpetúa y no deja de crecer mientras las clases medias y trabajadoras se van quedando atrás y ven cómo va menguando su parte del pastel. 

Thomas Piketty es profesor de la Ecole d'Economie de Paris y ha colaborado con otros economistas como Emmanuel Sáez en el desarrollo de una base de datos sobre el reparto de la riqueza, la World Top Incomes Data Base http://topincomes.g-mond.parisschoolofeconomics.eu/ .

Piketty no tiene una prosa fluida y resulta un tanto arduo y repetitivo. Sin embargo a veces desprende destellos de brillantez que compensan la aridez del texto. Hay que reconocer la originalidad de un economista que utiliza, entre otras fuentes, la novelística del siglo XIX, la de clásicos como Balzac o Jane Austen, cuyas obras describen esa sociedad señorial con sus abismales diferencias sociales y la obsesión de sus personajes por el patrimonio, las herencias y los arreglos matrimoniales que permiten perpetuar las grandes fortunas. Sin un buen patrimonio en aquella época no era posible llevar la vida plácida de un señor como esos que aparecen en la serie Downton Abbey.




¿Para qué se remonta Piketty a esta sociedad desigual del siglo XIX? Porque Piketty demuestra que esas desigualdades que creíamos superadas están de regreso y nos llevan a una sociedad donde pesan más la herencia y el patrimonio. Kuznets y otros economistas arguyeron en los años 50 que, tras un período de acumulación de capital, el capitalismo nos llevaría, de forma natural, a un período de mejor distribución de rentas y riqueza. Según Kuznets el capitalismo inicialmente produce un aumento de las desigualdades pero con el tiempo, por efecto del derrame de la riqueza, esa cornucopia que se derrama, y la mejora de las oportunidades laborales y la urbanización, esa riqueza empieza a repartirse mejor. Este efecto se describe gráficamente mediante la "curva de Kuznets" que tiene forma de "U" invertida. 
Tomado de http://en.wikipedia.org/wiki/Kuznets_curve


Piketty rebate esa creencia optimista en una inexorable progresión hacia una sociedad más igualitaria. Lo que ocurre es que Kuznets, que era estadístico, analizó datos de su época, un período excepcional en nuestra historia que siguió a un intenso proceso de destrucción de capital y riqueza causado por las dos guerras mundiales y la gran depresión; eventos tras los cuales efectivamente se produjo una importante nivelación social. Entre los años 50 y 70 hubo una época prodigiosa, los "treinta gloriosos", una edad de oro de rápido crecimiento de la población y de la economía combinado con una fiscalidad progresiva. Esa época, la de nuestra niñez, ya no volverá. Piketty demuestra que esa edad dorada empezó a cambiar con la revolución conservadora de la época de Reagan y Thatcher.

Metodológicamente el trabajo de Piketty y sus colegas es sencillo y fácil de entender. El libro no está cargado de aparato matemático, lo cual hace su trabajo asequible al lego. La relación r>g explica por qué la tendencia es hacia una concentración del capital en cada vez más menos manos. La "r" es el rendimiento del capital y la "g", la tasa de crecimiento de la economía. Históricamente y sin apenas excepciones la tasa de rendimiento del capital ha sido mayor, en torno al 5%, mientras que la economía crece a tasas no superiores al 3% incluso, debido al envejecimiento de la población y la caída de las tasas de natalidad, es de esperar que no supere por mucho el 1% anual en las próximas décadas. Si la economía crece a esas tasas tan bajas es lógico suponer que también lo hagan a ritmo tan pausado las rentas del trabajo. Por efecto de la composición del retorno sobre el capital es fácil demostrar que, con el simple paso del tiempo, las rentas del capital irán aumentando el principal para sus propietarios, los cuales podrán mantener un nivel de vida espléndido consumiendo apenas una parte de ellas y reinvirtiendo el resto que volverá a generar nuevas rentas. Así ad infinitum.

Piketty también nos dice que el nivel de capital en el tiempo convergerá a una proporción b=s/g  ("s"= tasa de ahorro y "g"=tasa de crecimiento de la economía). El proceso de acumulación lleva a que el capital se acumule hasta alcanzar en la mayoría de las economías actuales una proporción de 7 u 8 veces el PIB. La participación de las rentas del trabajo va menguando y la parte del capital (alquileres, intereses, dividendos, royalties) va aumentando. b=s/g, quiere decir que, si la tasa de ahorro=10% y la tasa de crecimiento cae hasta el 1%, entonces el capital tiene que llegar a 10 veces el PIB, un escenario que no es inimaginable. En ese escenario, con una tasa de rendimiento de tan solo el 4%, las rentas del capital se llevarían sistemáticamente el 40% de las rentas. Unas personas que no trabajan se llevarían 4 euros de cada 10 producidos, el 60% restante se repartiría entre los trabajadores. Si el rendimiento fuera del 5% entonces el capital se llevaría el 50% de todas las rentas.

El álgebra no puede ser más simple. Su exposición tiene el mérito de las ideas sencillas y fáciles de comprender.

La parte más sólida de esta obra es sin duda la construcción de una exhaustiva y monumental base de datos que documenta el reparto de las rentas y del capital desde el siglo XVIII hasta nuestro tiempo. «Negarse a contar raramente le hace el juego a los más pobres», dice el autor. Piketty ha tenido la inteligencia de publicar sus bases de datos y los anexos técnicos en una página web
Le capital au 21e siècle . Esto tiene sus riesgos pero demuestra honestidad y ánimo de estimular un debate sincero.

Como dice el autor: «Aquellos que tienen mucho no se olvidan jamás de defender sus intereses.» Piketty ha puesto nerviosos a muchos que, o bien niegan que en los últimos años la desigualdad haya aumentado, o bien nos piden resignación ante un efecto inevitable de la globalización donde "el peligro amarillo", que representaría China, nos obliga a ser "competitivos" (es decir, que su salario de usted debe ser bajo para que podamos competir con China, falacia miserable donde las haya). Los ataques no han tardado en llegar desde el campo neoliberal y desde los economistas "serios" de nuestro establishement. No obstante, cuando el armazón teórico es tan sencillo es difícil  rebatir. Es la belleza de los simple. Algún ingenuo lo ha intentado cuestionando la relación r>g. Tira piedras contra su tejado, porque esta relación se deriva de la teoría de inversión eficiente, un postulado querido por nuestros economistas más neoliberales y que desarrolló Irving Fisher. Otros, como un periodista pagado por el Financial Times, han tratado de negar la mayor: no hay un reparto cada vez más desigual de la renta. Pero realmente solo consiguen cuestionar los datos para el Reino Unido. El economista francés ha tenido la deferencia de responder a las críticas de forma en mi opinión bastante contundente. Respuesta de Piketty al Financial times.

¡La evidencia es tan abrumadora a favor de Piketty! En EE.UU. ya no se cuestiona y desde hace ya tiempo allí se habla de ese "1%" de la población que controla una proporción cada vez más obscena de la riqueza y de la renta. En España las cosas también siguen por el mismo camino. Vean por ejemplo los datos para España con datos de 2012 (hoy, en 2015, las desigualdades son aún mayores): 
Top 1% income share8.2%
Top 0.01% income share0.83%
Top 1% income share-including capital gains8.58%
Top 0.01% income share-including capital gains1%
Top 1% average income141,059Real 2012 Euros
Top 0.01% average income1,394,373Real 2012 Euros
Top 1% average income-including capital gains143,300Real 2012 Euros
Top 0.01% average income-including capital gains1,679,294Real 2012 Euros



Si el lector vive en España comprenderá lo abismal del escalón en el que se ubican las rentas altas. Basta saber que la renta media anual por hogar es de 23.972 € (datos del INE) ó 9.326 € por persona. Pues bien, existen personas con rentas anuales de 1,7 millones € e incluso superiores (son esos consejeros de empresas del IBEX, futbolistas del Real Madrid, etc... que probablemente Vd. no conozca personalmente pero cuyo fastuoso nivel de vida puede atisbar a través de las revistas de papel cuché). Ese 0,01% con una renta de 1,7 millones €, ó más, son apenas 4.000 individuos pero, como se puede imaginar, su influencia en la política y en la sociedad españolas es muy superior a la que podría a priori atribuirse a un número tan exiguo de personas.  (En una versión anterior de este artículo utilicé los datos de 2010. En ese año este umbral era de 1,4 millones €. Es decir, el 0,01% ha visto cómo mejoraban sus rentas en al menos 300.000 €, o sea, más de un 21%, ¡en apenas dos años! mientras que para la mayoría las rentas caían o se estancaban en una de las crisis más severas de nuestra historia).

La última trinchera de los neoliberales es justificar la necesidad de que existan esas diferencias en aras de estimular el espíritu empresarial. Eso no lo niega Piketty pero argumenta que hay un límite a partir del cual la desigualdad en el reparto de rentas y capitales es contraproducente para la supervivencia de nuestras sociedades democráticas. Además llega un momento en que las desigualdades son ineficientes desde el punto de vista económico. Las rentas más altas tienen una elevada propensión a ahorrar y por tanto las desigualdades llegan a deprimir el consumo. Lo que se produce no se vende y, salvo que se pueda exportar, se queda en los stocks de las tiendas. Eso desalienta la inversión productiva y favorece el desempleo y las políticas de devaluación competitiva como las que ejecutan con tanto éxito países como Alemania, Corea del Sur o Japón a costa de otros (exportar el desempleo).

En España, la desigualdad, medida mediante lo que se conoce como coeficiente Gini, no deja de crecer desde los años 2000 (fíjense en que en 2004 llegó ZP al Gobierno) y se ha disparado al iniciarse la crisis. Como dice el autor: «Aquellos que tienen mucho no se olvidan jamás de defender sus intereses.» Pese a la evidencia de las crecientes desigualdades en la sociedad española sigue primando el discurso neoliberal en los medios de comunicación. Ni los desahucios, ni las estadísticas de personas bajo el umbral de la pobreza en las que los niños están sobreponderados, ni el altísimo paro, consiguen conmover al partido en el poder. Los pobres votan menos y sus partidos no les representan; no saben defender sus intereses. Muchas personas de clase media apoyan con entusiasmo postulados, creencias, mitos y políticas que horadan sus bolsillos sin sospechar que les están manipulando. Su vida de clase media se desvanece pero siempre existe otro aun más pobre al que vilipendiar y culpar de su gradual empobrecimiento. Pasito a pasito España ha conseguido colocarse al frente de un ranking: el de país más desigual de Europa después de Letonia (caso curioso vendido como éxito de las políticas de austeridad por los prebostes de la Unión Europea y explicado con detalle por Bill Mitchell aquí). Controlar los grandes medios de comunicación es una inversión rentabilísima, son los carteristas que nos van robando el dinero sin que nos demos cuenta.




Piketty propone algunos remedios pero el que en su opinión sería más eficaz y neutral para la economía sería un impuesto progresivo sobre el capital. Otro día comentaré esta propuesta pero por ahora me conformo con saber que el debate sobre la desigualdad se ha abierto.