Artículo publicado por la Fundación Botín en su Boletín de Transferencia nº 1
Un buen modelo de gestión de la innovación es un elemento estratégico en las economías modernas. El vigor de su economía se ha debido a que Corea del Sur ha apostado de forma más decidida y eficaz por la innovación. Los coreanos no solo investigan más sino que además convierten los resultados en productos demandados por el resto del mundo. El informe Índice Global de Innovación que publican el INSEAD y la WIPO da algunas claves cuantitativas muy significativas.
La firme apuesta de Corea por la innovación se inició en los años 80 cuando los Chaebol empezaron a transformar sus modelos de negocio. Hasta entonces se habían limitado a ser importadores de tecnología y maquinaria para producir bienes de consumo o de equipo. No está de más recordar que por las mismas fechas España reconvertía su industria naval obsoleta, incapaz precisamente de competir con la coreana. Un primer rasgo del KIS ya nos llama la atención: al contrario de lo ocurrido en España, donde el esfuerzo en I+D ha sido dirigido por el sector público en lo que podríamos llamar un modelo de ‘push’ científico, en Corea han sido los conglomerados los que han apostado. Mientras en el país asiático la innovación la ejecutaban los conglomerados industriales, en el nuestro es predominantemente fruto de un esfuerzo público. Este rasgo puede explicar que la transferencia de los resultados buscaba desde el inicio la aplicación en productos y la salida al mercado.
Una segunda característica llamativa es que el liderazgo de las empresas en la ejecución de la I+D ha provocado un sesgo hacia la electrónica, los semiconductores, la ofimática y los automóviles. Las empresas innovan en aquellos campos que conocen en un esfuerzo gradual y acumulativo. En España una gran parte de la I+D se ha centrado en áreas relacionadas con salud y biología. Un ejemplo ha sido el de los Campus de Excelencia (CEI) de los cuales una gran mayoría están focalizados en salud y biociencias. Sin embargo nuestro país adolece de una industria farmacéutica de escaso tamaño que ha llegado a la innovación de forma relativamente reciente. En cambio nos cabe el consuelo de que Telefónica es una de las mayores empresas de telecomunicaciones líderes en I+D. Tenemos también empresas que ocupan posiciones de liderazgo en ferrocarriles, aviación y energías renovables. Cabría preguntarse si se podría emular a Corea del Sur asegurando que nuestras empresas más exitosas ejecutaran una parte mayor de los recursos públicos dedicados a I+D.
Una tercera característica es la cultura de gestión de la innovación aplicada por las empresas coreanas. Según el Prof. Hammert (Korea University Business School), las empresas coreanas han desarrollado una cultura de gestión que favorece una visión a largo plazo y una eficaz integración de los procesos de I+D.Según Hammert, las firmas coreanas integran tempranamente el diseño de productos en la I+D. La gestión de proyectos trata de solapar las actividades para que se desarrollen en paralelo acelerando el ritmo de generación de nuevos productos. Asimismo fomentan el diálogo entre departamentos funcionales de la empresa para asegurar una adecuada integración de distintos departamentos en la gestión de los proyectos. La gestión de recursos humanos, de forma parecida a la empresa japonesa, ha favorecido tradicionalmente relaciones laborales a largo plazo y ha basado la compensación en la antigüedad y la promoción interna. Sin embargo, tras la crisis asiática de 1997, las empresas coreanas empezaron a aplicar prácticas de empleo más flexibles y han comenzado a aplicar incentivos y retribuciones basadas en el desempeño. De esta manera la empresa coreana se ha mostrado dispuesta a asumir estrategias de innovación más arriesgadas que las de sus pares japoneses.
Existe un
país que ocupa parte de una península con una población cercana a los 50
millones de habitantes. En un pasado no muy remoto se desangró en una guerra
civil a la que siguió una larga dictadura que finalmente fue superada con una
transición a la democracia. En las últimas décadas ha logrado un crecimiento
económico potente hasta conseguir un elevado índice de desarrollo humano. No
nos referimos a España sino a Corea del Sur.
Sabido es que
una de las limitaciones de las ciencias sociales es la imposibilidad de
realizar experimentos sobre los sujetos, sean estos colectivos o países. Una
aproximación que puede emplear el científico social es el análisis comparado. La
existencia de dos países de tamaño tan parejo es muy interesante porque nos
permite contrastar el efecto que han tenido o tendrán distintas políticas y
estructuras económicas en sujetos parecidos.
Es evidente
que este tipo de análisis tiene limitaciones porque existen múltiples variables
independientes que no podemos controlar. Pese a ellas, la experiencia de Corea
del Sur es muy ilustrativa para su comparador europeo. El PIB de Corea acaba de superar el nuestro, su mercado laboral roza el
pleno empleo, su crecimiento económico es robusto y su balanza comercial
muestra una robustez envidiable. ¿Podemos extraer lecciones de este ‘sorpasso’ coreano aplicables a España?
Fuente: OCDE
Creemos que
su modelo empresarial basado en la
innovación ha sido un factor crítico de éxito. ¿Qué habría pasado si en
España se hubiesen aplicado un modelo de gestión de la innovación similar al coreano?
Cabría preguntarse si en ese caso este país habría evitado desequilibrios
de productividad, desempleo y balance de pagos tan agudos como los que actualmente padecemos.
No hace
muchas décadas Corea era un país atrasado y rural. Durante la dictadura de Park
Chung Hee el régimen estimuló la creación de grandes conglomerados
industriales, los llamados Chaebol, como Hyundai o Samsung. ¿Puede haber alguna
analogía con la promoción estatal durante el franquismo de empresas como SEAT?
En sus
inicios estos conglomerados importaban la tecnología que necesitaban del
extranjero. Sin embargo desde los años
80 los chaebol empezaron a aplicar un
sistema de innovación que los ha convertido en multinacionales que venden sus
productos en todo el mundo. Aunque hay empresas españolas que han
demostrado una gran capacidad creativa y que se han convertido en
multinacionales produce una cierta desazón constatar que la oferta de éstas parece
centrarse en productos con una capacidad tecnológica media o baja. España
cuenta con multinacionales sobre todo en sectores como la banca, la
construcción, la ingeniería, la aviación o la moda, pero no podemos dejar de
mirar con sana envidia a empresas como Samsung
o LG cuyos teléfonos móviles de
pantalla táctil y cuyos televisores de pantalla plana se venden por todo el
mundo o a Hyundai y KIA que comercializan automóviles en
todo el mundo.
Una economía más
innovadora
Corea
del Sur gasta en I+D tres veces más que España. Además el porcentaje de
gasto ejecutado o financiado por las empresas es mayor lo cual podría
sugerir que en el país asiático la I de Investigación es más bien i de
innovación; es decir podría afirmarse que está muy orientada a transferir
resultados y a convertirlos en productos que demandan los mercados.
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Un buen modelo de gestión de la innovación es un elemento estratégico en las economías modernas. El vigor de su economía se ha debido a que Corea del Sur ha apostado de forma más decidida y eficaz por la innovación. Los coreanos no solo investigan más sino que además convierten los resultados en productos demandados por el resto del mundo. El informe Índice Global de Innovación que publican el INSEAD y la WIPO da algunas claves cuantitativas muy significativas.
Sin embargo
estamos convencidos de que una buena política de innovación consiste en algo
más que en gastar más dinero que los demás. Corea ha desarrollado su propio modelo
de gestión de la innovación que podríamos bautizar con el nombre de Korean
Innovation System o KIS.
La firme apuesta de Corea por la innovación se inició en los años 80 cuando los Chaebol empezaron a transformar sus modelos de negocio. Hasta entonces se habían limitado a ser importadores de tecnología y maquinaria para producir bienes de consumo o de equipo. No está de más recordar que por las mismas fechas España reconvertía su industria naval obsoleta, incapaz precisamente de competir con la coreana. Un primer rasgo del KIS ya nos llama la atención: al contrario de lo ocurrido en España, donde el esfuerzo en I+D ha sido dirigido por el sector público en lo que podríamos llamar un modelo de ‘push’ científico, en Corea han sido los conglomerados los que han apostado. Mientras en el país asiático la innovación la ejecutaban los conglomerados industriales, en el nuestro es predominantemente fruto de un esfuerzo público. Este rasgo puede explicar que la transferencia de los resultados buscaba desde el inicio la aplicación en productos y la salida al mercado.
Una segunda característica llamativa es que el liderazgo de las empresas en la ejecución de la I+D ha provocado un sesgo hacia la electrónica, los semiconductores, la ofimática y los automóviles. Las empresas innovan en aquellos campos que conocen en un esfuerzo gradual y acumulativo. En España una gran parte de la I+D se ha centrado en áreas relacionadas con salud y biología. Un ejemplo ha sido el de los Campus de Excelencia (CEI) de los cuales una gran mayoría están focalizados en salud y biociencias. Sin embargo nuestro país adolece de una industria farmacéutica de escaso tamaño que ha llegado a la innovación de forma relativamente reciente. En cambio nos cabe el consuelo de que Telefónica es una de las mayores empresas de telecomunicaciones líderes en I+D. Tenemos también empresas que ocupan posiciones de liderazgo en ferrocarriles, aviación y energías renovables. Cabría preguntarse si se podría emular a Corea del Sur asegurando que nuestras empresas más exitosas ejecutaran una parte mayor de los recursos públicos dedicados a I+D.
La cultura de gestión coreana
Una tercera característica es la cultura de gestión de la innovación aplicada por las empresas coreanas. Según el Prof. Hammert (Korea University Business School), las empresas coreanas han desarrollado una cultura de gestión que favorece una visión a largo plazo y una eficaz integración de los procesos de I+D.Según Hammert, las firmas coreanas integran tempranamente el diseño de productos en la I+D. La gestión de proyectos trata de solapar las actividades para que se desarrollen en paralelo acelerando el ritmo de generación de nuevos productos. Asimismo fomentan el diálogo entre departamentos funcionales de la empresa para asegurar una adecuada integración de distintos departamentos en la gestión de los proyectos. La gestión de recursos humanos, de forma parecida a la empresa japonesa, ha favorecido tradicionalmente relaciones laborales a largo plazo y ha basado la compensación en la antigüedad y la promoción interna. Sin embargo, tras la crisis asiática de 1997, las empresas coreanas empezaron a aplicar prácticas de empleo más flexibles y han comenzado a aplicar incentivos y retribuciones basadas en el desempeño. De esta manera la empresa coreana se ha mostrado dispuesta a asumir estrategias de innovación más arriesgadas que las de sus pares japoneses.
Cabe citar por último como factor crítico de éxito un sistema educativo excelente aunque a veces criticado por ser
excesivamente exigente. En los informes
PISA Corea del Sur aparece sistemáticamente posicionado en los primeros puestos
de rendimiento escolar.
Para ser justos hay que reconocer que el KIS adolece también de algunas
debilidades. Para empezar el esfuerzo investigador está muy concentrado en unas
pocas grandes empresas y se echa en falta la existencia de nuevas empresas de
base tecnológicas. Esto probablemente esté ligado a una carencia de capital riesgo.
Por otra parte podría criticarse la escasa diversificación sectorial. Además
solo desde los años 90 Corea empezó a apostar por establecer centros de
investigación básica. A pesar de estas debilidades Corea ha conseguido unos
avances espectaculares que se han visto premiados con un desempeño económico
brillante.
En contraste con la relevancia del sistema de innovación para los
coreanos, en esta vieja piel de toro cada vez que se tuerce la economía la
inversión en I+D se resiente como si fuera un lujo prescindible. Si es conocido
que la inversión en I+D acaba retornando en más empresas, más empleo y más
exportaciones ¿por qué la abandonamos en época de vacas flacas? ¿Será porque no
nos lo acabamos de creer o porque nos lo creemos para los demás pero como aquí
no lo hacemos bien mejor lo dejamos para otra ocasión? ¿Cómo conseguiremos que
el sistema nacional de I+D deje de ser ese paño de Penélope, que se teje y se
desteje al albur de los recursos que nos permite el ciclo económico? Durante la
crisis financiera de 1997 Corea del Sur se vio obligado a transformar su modelo
de gestión de la innovación. Quizás la crisis que actualmente padecemos nos
obligue a plantearnos un nuevo modelo productivo y de innovación.