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jueves, 23 de julio de 2015

El sesgo neoliberal de la Comisión Europea

Villaviciosa de Odón a 22 de julio de 2015

Recientemente estuve revisando la serie de encuestas del Eurobarómetro que la UE prepara semestralmente para estudiar la evolución del apoyo popular a la moneda común. La serie puede encontrarse en el siguiente vínculo.

http://ec.europa.eu/public_opinion/archives/eb_arch_en.htm

No me ha sorprendido ver que, en general, la sociedad española sigue considerando mayoritariamente que el Euro es positivo para la economía española. Los políticos y los medios practican un europapanatismo irreconducible (feliz adjetivo utilizado recientemente por el político cántabro Revilla refiriéndose a una conversación con el Rey). Difícilmente podía la opinión disentir de las instrucciones recibidas desde la élite. Sin embargo, muchos deben ser ya los que sospechan que algo ha tenido que ver la mayor crisis económica de nuestra historia con la moneda común pues hace unos años los "euroescépticos" no pasaban del 20% y hoy son ya en torno a un tercio de la población.


Fuente: elaboración propia a partir de datos del Eurobarómetro

Al repasar la secuencia de encuestas me ha llamado la atención el sesgo ideológico de las mismas. Muchas preguntas reconducen al encuestado a dar respuestas que vendrían a apoyar la agenda neoliberal de privatizaciones, reducciones del gasto público, reformas estructurales, recorte de pensiones, etc... Para este propósito algunas preguntas ya van orientando previamente al encuestado. En otros casos la propia formulación de la cuestión encierra premisas que se derivan de la doctrina neoliberal y que se asume que el encuestado compartirá.

No digo que este adoctrinamiento sea necesariamente intencionado. En las últimas décadas la preeminencia ideológica del neoliberalismo ha sido tal que es posible que los propios encuestadores estuvieran formulando preguntas políticamente correctas dentro del dogma de forma inconsciente.

He aquí algunos ejemplos. Tomen, por ejemplo, el informe completo de la encuesta de octubre-noviembre de 2005 Full Report y vayan a la página 37 del anexo con las preguntas. Se encontrarán con la siguiente pregunta:
“The single market increased competition in a number of domains such as transport, telecommunication services, banking and insurance services. In general, would you say that this has a … effect? (M) (el mercado único incrementó la competencia en unos cuantos dominios tales como el transporte, los servicios de telecomunicaciones, la banca y los seguros. En general, ¿diría que esto ha tenido un efecto....?)"
Las posibles respuestas eran: muy positivo, bastante positivo, bastante negativo y muy negativo. Pero ¿se dan Vds. cuenta de que la premisa, que el encuestador asume que es cierta, quizás sea falsa?. Porque, en mi opinión, lo que se ha hecho es sustituir algunos monopolios públicos por oligopolios privados (capitalismo de amiguetes) y francamente me parece muy dudoso que hayamos experimentado un aumento de la competencia en la banca. Sin embargo, no se le deja al encuestado pensar por si mismo y se le presenta el hecho consumado de que el mercado único ha aumentado la competencia, ergo, las reformas estructurales solo pueden ser positivas.

Otro ejemplo. Tomemos la página 39 del anexo con las preguntas, donde la QA60 previamente le mete el miedo al entrevistado en el cuerpo sobre el futuro del sistema de pensiones:

"En el momento actual, cuando piensa en el futuro de las pensiones, ¿tiene Vd. mucha confianza, bastante confianza, poca confianza, ninguna confianza?"

Inmediatamente el encuestado puede pensar "Ah, ¿pero está en duda el futuro de las pensiones." Una vez preparado el terreno viene lo peor, la pregunta QA61:

"Si tuviera que legir entre las siguientes posibilidades dirigidas a garantizar la financiación del sistema de pensiones en (SU PAÍS), ¿cual sería la más aceptable para Vd? (Se le instruía al encuestador para que leyera solo las tres primeras respuestas).


1) Trabajar y aportar más tiempo.
2) Mantener la edad de jubilación e incrementar sus contribuciones a la seguridad social.
3) Mantener la edad de jubilación actual y resignarse a aceptar menos (pensión, claro).
4) Ninguna de estas (respuesta espontánea).
5) Una combinación de las tres (respuesta espontánea).
6) No sabe."
Y digo yo ¿por qué no incluyen la pregunta "dejar el sistema en paz porque es perfectamente sostenible, aunque Vds. están intentando engañar a la opinión pública para que renuncie a sus derechos?". Descarada manipulación es además que solo se le leyeran al encuestado las tres primeras preguntas. ¡A ver si hay algún iluminado que se atreve a optar por la respuesta 4!

Más ejemplos. Para reforzar el mensaje de la importancia de la competitividad no faltan preguntas comparando el Euroimperio con las potencias rivales.

"¿Diría que la economía europea tiene un rendimiento mejor, peor o igual que el de (EE.UU, Japón, China)?
A lo que uno debería responder me da igual. Lo que quiero es que no me sigan arruinando la vida con la excusa de la competitividad.

En otro descarado intento de culpabilizar al trabajador de la baja productividad de la economía europea aparece otra pregunta con intención:

"¿A cual de las siguientes afirmaciones daría prioridad para mejorar el rendimiento de la economía europea? (M)
Incrementar el número de horas de trabajo legales.
Mejorar la educación y la formación profesional.
Invertir en investigación y desarrollo.
Facilitar la creación de compañías.
Mejorar la eficiencia energética.
Invertir en infraestructuras públicas."
¿Y si dejáramos de preocuparnos tanto por la productividad? La evidencia sugiere que la economía europea ya es bastante productiva. Si siguen destrozando la demanda y el consumo metiéndole miedo en el cuerpo al consumidor quizás los empresarios dejen de invertir, los trabajadores perderán sus empleos, perderán sus habilidades laborales y entonces sí que tendremos un problema de productividad.

sábado, 18 de julio de 2015

La estadística del día: política de cohesión europea

Por motivos que se me escapan la Comisión Europea mantiene una página web sobre políticas de cohesión. Quizás sea un despiste de algún burócrata porque solo sirve para recoger datos que deslegitiman la acción de la UE en el objetivo de lograr la convergencia entre las regiones europeas. Según proclaman en su página web

Through Cohesion Policy funding, the EU invests approximately €50 billion each year in economic development at the national and regional level (around 34% of the total EU budget). These investments are designed to help Member States and regions reach the Europe 2020 goals of smart, sustainable and inclusive growth.
Traducido al castellano dice:

Mediante la financiación de la Política de Cohesión, la UE invierte aproximadamente 50 mil millones de euros cada año en desarrollo económico a nivel nacional y regional (aproximadamente el 34% del presupuesto de la UE). Estas inversiones se han diseñado para ayudar a que los Estados Miembro regiones alcancen los objetivos de Europa 2020 de crecimiento inteligente e inclusivo.
Parecería que ni crecimiento, ni inteligente, ni inclusivo. Es lo que tiene mantener una fe dogmática en el neoliberalismo y no enmendalla. Mejor se ahorran los 50 mil millones de euros ¿no?

Por si acaso, antes de que la CE decida suprimir la página web, retengamos un par de gráficos que figuran en esta web y que resumen muy bien los resultados conseguidos.

El primer gráfico muestra la evolución de las tasas de desempleo a nivel regional.


El segundo gráfico muestra cómo ha variado el PIB regional medido en paridad de poder adquisitivo. Tampoco parece haber sido muy exitosa la política europea en este rubro:


domingo, 12 de julio de 2015

Puerto Rico debe crear su propia moneda

Villaviciosa de Odón a 12 de julio de 2015

Mientras los europeos andamos entretenidos con el culebrón griego poca atención hemos prestado a lo que está ocurriendo en Puerto Rico, el estado libre asociado a los Estados Unidos de América. Esa nación permanece en un limbo jurídico pues, aunque sus habitantes disfrutan de ciudadanía estadounidense, no eligen representantes al Congreso y Senado de EEUU con derecho voto. Si bien pagan algunos impuestos federales y contribuyen a la Seguridad Social, lo que les da derecho a una pensión de jubilación, están exentos del impuesto sobre la renta. Más importante es saber que Puerto Rico es usuario del dólar de los EE.UU. En esto se parece mucho a los estados del Sur de Europa: usuarios de otra moneda que no emiten, el euro.

Recientemente el gobernador de la isla, Alejandro García Padilla, ha anunciado que la deuda de la isla es impagable y que el gobierno es insolvente. Al parecer la isla ha acumulado una deuda de 70 mil millones de dólares USA, equivalente al 68% de su producto interior bruto.  Las agencias de calificación ya la han rebajado a la categoría de bono basura, como en el caso de la griega.



No he investigado las causas que han llevado a una administración sin soberanía monetaria a emitir tanta cantidad de deuda. Lo que sí puedo afirmar, desde la perspectiva de la Teoría Moderna del Dinero, es que un país que se endeuda en una moneda de la que no es emisor, puede caer en una situación de insolvencia. La razón es que para atender al servicio de la deuda el gobierno debe hacerse antes conseguir la moneda en la que se ha endeudado. Si por cualquier causa - una caída de la recaudación, un déficit comercial sostenido, una crisis económica- ese país no consigue acceder a la cantidad de dinero extranjero que necesita para servir su deuda puede caer en la insolvencia. Esto no le puede ocurrir a un estado dotado de soberanía monetaria que se endeude en su propia moneda. Al vencimiento de sus obligaciones siempre podrá pagar con su propia moneda puesto que puede crearla a partir de la nada.

Un factor adicional que podría explicar las tribulaciones de Puerto Rico residiría en que no participa en la misma medida que otros estados en los programas federales, muchos de los cuales implican transferencias de rentas desde el Gobierno Federal. Recientemente un artículo de Pedro Pierluisi publicado en el New York Times, Statehood Is the Only Antidote for What Ails Puerto Rico  explicaba que, comparado con otros estados de la Unión, Puerto Rico no disfruta del mismo nivel de financiación del programa Medicaid que ofrece seguros médicos a los más pobres. Además resulta que la isla boricua ha quedado excluida del programa Obamacare. También lo está de otros programas de transferencia de rentas que aquí no detallo. Por tanto, Puerto Rico se beneficia en menor medida que otros estados de los programas federales de transferencias de rentas que pueden compensar un shock asimétrico.

El asunto se complica al parecer porque al parecer, a diferencia de otras administraciones locales de la metrópoli, el gobierno de Puerto Rico no puede declararse en bancarrota.

El problema de Puerto Rico recuerda al de otros países que están integrados en uniones monetarias en las que no existen mecanismos que permitan compensar shocks asimétricos dentro la misma. Son países usuarios de una moneda extranjera a todos los efectos que no pueden devaluar para recuperar competitividad. Sus estados además pueden llegar a situaciones de insolvencia.

Aunque pueda sorprender, Puerto Rico mantiene un superávit en su balanza comercial. Ahora bien, parece que los rendimientos de capitales foráneos provocan que la balanza por cuenta corriente se vuelva negativa. Las transferencias del Gobierno Federal consiguen compensar ese déficit y, en este sentido, la situación de Puerto Rico es más halagüeña que la de Grecia que no disfruta de transferencias de rentas tan elevadas de la Unión Europea.

¿Cabría concluir que el problema del Gobierno portorriqueño se debe a una mala gestión de su gobierno? La exención del pago de impuestos sobre los intereses de su deuda pública estimularon la inversión en estos títulos y quizás dieron un incentivo al gobierno para emitir deuda por un importe superior a lo que hubiera dictado la prudencia para una administración pública que no disfruta de soberanía monetaria.

Pero a las dificultades financieras del estado pueden añadirse una serie de factores que han jugado en contra de la economía de la isla. Durante años la isla resultó atractiva para los capitales foráneos debido a sus exenciones fiscales, el menor coste de la mano de obra, la percepción de seguridad jurídica y la posibilidad de acceder al mercado estadounidense. Parece ser que el tratado NAFTA ha desplazado parte de esa inversión a México y otros países centroamericanos eliminando las ventajas competitivas de Puerto Rico. Otros factores que explican la ruina económica de la isla que he encontrado citados en diversas fuentes incluyen el vencimiento de los incentivos fiscales a la industria farmacéutica, inversiones desacertadas en la industria de refino de petróleo o la pérdida de población cualificada que marcha a la metrópoli en busca de oportunidades profesionales más atractivas.

Llegados a este punto ¿qué soluciones tiene Puerto Rico? El citado Pierluisi abogaba por la integración de la isla en los EE.UU. como estado miembro de pleno derecho. Esto le permitiría acceder a mayores transferencias de rentas del Gobierno Federal.

Pero existe otra solución: que Puerto Rico cree su propia moneda, que podríamos denominar peso portorriqueño, respaldada por su propio banco central. Basta con que el gobierno de Puerto Rico anuncie que, a partir de determinada fecha, todos los impuestos debidos al estado se deberán saldar en pesos y que todos los pagos de partidas de gasto público se realizarán en la moneda local. El gobierno portorriqueño, bajo el principio de Lex Monetae, obligaría a redenominar su deuda en la nueva moneda. La deuda portorriqueña es emitida por una entidad del gobierno llamado Banco Gubernamental de Fomento para Puerto Rico en virtud de legislación de la propia isla. Por tanto no creo que hubiera demasiados impedimentos legales para la redenominación de la deuda de dólares de EEUU a pesos portorriqueños.

Lo que es seguro es que el Gobierno de Puerto Rico, convertido en emisor de moneda, ya siempre sería solvente. Aunque el "sentido común" indica que, al menos en los primeros meses, esa nueva divisa se depreciaría causando un perjuicio a los tenedores, si aplican las recomendaciones de Mosler y Pilkington y no obligan a los residentes a convertir sus depósitos a la nueva moneda, puede que la nueva moneda no se deprecie tanto porque los ciudadanos tendrán más dificultades para hacerse con pesos para atender el pago de sus tributos. Inicialmente habrá poca oferta de la nueva moneda y, siempre que el estado sea capaz de mantener un sistema tributario eficaz, es posible que la demanda por ella sea elevada. Por tanto podrían los inversores encontrarse con la grata sorpresa de que la nueva moneda no se depreciara tanto como sugeriría "el sentido común". En su propio interés los tenedores de deuda portorriqueña deberían exigir la creación de la nueva moneda, tienen menos que perder que con la alternativa que propondrá el FMI. En cualquier caso se enfrentan al riesgo de impago o la reestructuración. Es decir, esos acreedores van a tener que soportar pérdidas.

También es cierto que habrá que considerar el impacto negativo de los litigios que surgirían con los acreedores. Asimismo, la nueva moneda podría interrumpir algunos flujos comerciales entre la isla y la metrópoli. La desconexión con el dólar podría restarle atractivo a Puerto Rico ante algunos inversores que la ven como una puerta de entrada en los EE.UU. Pero estos serían efectos a corto plazo y, por contra, el gobierno podría acometer inversiones públicas y programas gasto social que aceleraran el desarrollo de su economía, redujera los niveles de pobreza y retuvieran a la población en la isla. Puerto Rico podría beneficiarse de una ganancia de competitividad si deja que su peso cotice libremente en los mercados de divisas.

Lamentablemente en Puerto Rico existe un situación política diabólica que impide alcanzar un acuerdo sobre su futuro. Existe un equilibrio entre los partidarios de la "estatidad" y los del mantenimiento del status quo mientras que los independentistas son minoría.

Esa indefinición y ausencia de claridad tendrá un elevado coste. Los habitantes pueden ir preparándose para lo peor. El llamado Informe Krueger, preparado por tres economistas del FMI, -Krueger, Teja y Wolfe- propone el clásico recetario neoliberal de esa institución. Consiste en la clásica combinación de reducciones de salarios, deterioro de condiciones laborales, políticas de austeridad del gasto público con las consabidas consecuencias deflacionistas que actualmente afligen a los países de la periferia europea. El plan seguramente se aplicará con el cebo de la restructuración de la deuda pública pero no resolverá ningún problema y contribuirá a una mayor devastación de la economía isleña.

Ha llegado la hora de que los habitantes de Borinquen elijan cuál debe ser su destino: la plena integración en EE.UU. o la plena independencia. Grecia, Puerto Rico y Ecuador atestiguan cómo las uniones monetarias sin una unión fiscal completa, tarde o temprano, llevan a los estados a caer en trampas financieras de difícil remedio y que causan un sufrimiento innecesario a la población.

miércoles, 8 de julio de 2015

Mitología griega

Un interminable lustro ha transcurrido desde que se inició la crisis griega. Durante estos cinco años los políticos europeos y los responsables del FMI han recurrido a una narrativa que culpaba a los griegos y justificaba las políticas de austeridad. Este relato tiene una evidente inspiración ideológica neoliberal y está plagado de errores cuando no de falsedades. Pero eso no ha sido óbice para que los medios más influyentes lo hayan repetido ad nauseam con el celo del propagandista. Hemos sido testigos de cómo los dirigentes europeos y los representantes del FMI han reprendido reiteradamente a los griegos con un insultante tono de superioridad moral.

La campaña ha tenido éxito y me atrevería a afirmar que una gran parte de la sociedad comparte esta narrativa. Por eso, cuando llegaron al poder Tsipras y Varufaquis con un discurso radicalmente distinto acerca de las causas de la crisis y exigiendo cambios de políticas, muchos han reaccionado con indignación. Quizás por eso oímos a dirigentes socialistas españoles como Felipe González o Pedro Sánchez, por ejemplo, declarando que Tsipras se ha equivocado al convocar el referéndum o al retar a la troika para renegociar las condiciones del rescate. Uno esperaría más solidaridad de los dirigentes del centro izquierda con el nuevo gobierno.


Aunque el propio Varufaquis ha definido acertadamente a la Economía no como una ciencia sino como ideología con ecuaciones, creo que eso no nos exime de tratar los datos y hechos con algo más de rigor. Si se le dan al lector algunos que cuestionan asertos reiteradamente afirmados quizás aprecie que los políticos de Syriza tienen algo de razón en sus reivindicaciones. También puede que sirva para que el lector reciba con menos hostilidad las propuestas que postulan otras políticas económicas y entender por qué la austeridad impuesta desde la Troika estaba condenada a fracasar. Esta es la selección de mitos que pretendo desmontar o poner en contexto.

Mito nº 1. El gobierno griego gastó sin mesura en los años previos a la crisis.

La siguiente tabla muestra cómo evolucionó el nivel de gasto público en proporción al PIB de varios países de la Unión Europea y la media para los países de la UE..

Fuente: Eurostat


Al lector le costará encontrar la curva de Grecia en el gráfico porque está enterrado entre las de otros países europeos. Si Grecia hubiera hecho algo distinto a lo que hicieron los demás, su curva sería fácil de localizar en el gráfico. Una vez hallada entre la maraña podrá comprobar cómo en los años previos a la Crisis Financiera Global (CFG) el gasto público griego osciló entre el 44% y el 47% del PIB, cerca de la media de los 27 países de la Unión Europea (UE27) y no muy superior al de Alemania. Ya iniciada la crisis todos los países aplicaron políticas expansionistas e incrementaron su gasto; hasta que llegó la reacción neoliberal de 2010. Realmente Grecia no tuvo un comportamiento excepcional. Fue más aberrante el de España que prefirió mantener un nivel de gasto público muy bajo similar al de algunos países de Europa Oriental.

Mito nº 2. El Gobierno griego ha sido incapaz de recaudar impuestos

Este mito es parcialmente cierto. Grecia mantuvo un permanente déficit público durante los años anteriores a la crisis. Al igual que otros estados mediterráneos salidos de dictaduras derechistas, Grecia tiene un estado raquítico con escasos recursos para obligar al pago de impuestos. España resolvió el problema optando por un nivel de prestaciones sociales inferior al de la media comunitaria. Grecia prefirió mantener un déficit elevado. Por esta razón quizás Grecia consiguió mantener un nivel de empleo más elevado que España durante los años anteriores a la crisis.

Pero eso era antaño; hogaño Grecia podría considerarse el estado más virtuoso de la Unión Europea pues mantiene un superávit estructural o cíclicamente ajustado. Es decir, si no hubiese desempleo, Grecia tendría un superávit fiscal mayor que el de Alemania. El problema es que un posicionamiento fiscal de este tipo es fuertemente contractivo, especialmente si coincide con una profunda depresión. La razón es que en una recesión se contrae el consumo privado. Una reducción adicional del gasto público en estas circunstancias solo puede llevar a una contracción aún mayor de la economía.


En macroeconomía el gasto agregado es idéntico al ingreso de todos los factores e idéntico a los productos y servicios que produce la economía durante un período (el PIB). Es crítico entender estas identidades contables para entender por qué la austeridad está siempre condenada al fracaso. Reducir el gasto agregado de todos los sectores no genera un ahorro, como se dice a menudo equivocadamente, sino a una reducción del PIB. En las negociaciones con el gobierno de Tsipras la Troika pretendía imponer un nuevo ciclo de austeridad que llevaría inevitablemente a una profundización de la depresión.

Mito nº 3. La deuda griega es tan elevada debido a su sobredimensionado gasto militar.

Es cierto que Grecia ha mantenido un nivel de gasto militar en porcentaje del PIB más elevado que muchos países europeos. Ese gasto quizás podía haberse utilizado en otros gastos socialmente más útiles o en reducir el déficit. Sin embargo, en la Grecia salida de la dictadura de los coroneles y con una convulsa historia de guerras civiles, el estamento militar consiguió reservarse un mayor trozo de la tarta presupuestaria. La tensa relación con su vecino turco sin duda ha contribuido a esta hipertrofia militarista. Sin embargo esta partida ha venido cayendo en los últimos años. Si tenemos en cuenta que en la razón gasto militar/PIB el denominador ha caído más de un 25% esta caída es aún más espectacular. En las negociaciones con la Troika se estaban discutiendo recortes adicionales entre 200 y 400 millones €. No estaría de más recordar que los EE.UU. llevan años pidiendo a sus socios europeos que incrementen su gasto militar hasta un umbral de al menos el 2%.


Mito nº 4. La crisis de deuda se debe al endeudamiento público.

Si bien Grecia salió de la crisis petrolera de los años 70 con un elevado nivel de deuda pública, lo cierto es que los niveles respecto al PIB se mantuvieron desde entonces relativamente estables. Por tanto la elevada deuda pública fue una herencia de décadas anteriores. 


Al igual que en España, fue el sector privado el que se endeudó de forma insostenible en la primera década del siglo. Después de la CFG fueron el deseo del sector privado de reducir su endeudamiento con el consiguiente desplome del consumo y la inversión privados; la concomitante caída en la recaudación fiscal y aumento del gasto público por efecto de los estabilizadores automáticos (gasto en prestaciones de desempleo y otras políticas anticíclicas); y el desplome del denominador (el PIB) los que llevaron la deuda pública a niveles insostenibles. En el siguiente gráfico la curva azul muestra el crédito al sector privado en miles de millones de euros y la curva roja la deuda griega en porcentaje del PIB.




Numerosos países han mantenido niveles de deuda pública elevados sin excesivas consecuencias. Ejemplos de ello son EE.UU. y Japón. Sin embargo estos países no tienen problemas de solvencia. ¿Nunca se ha preguntado el lector por qué Grecia no puede sostener un nivel de deuda del 175% de PIB y Japón sí puede con una que duplica su PIB? La razón reside en que un estado emisor de moneda nunca puede quebrar (con la condición de que se endeude en su propia moneda y no en una moneda extranjera).

Supongamos que mañana un acreedor del estado japonés exige el cobro de un bono por valor de 100 millones de yenes. El Tesoro del Japón simplemente le entregará a cambio otros 100 millones de yenes que ha creado el Banco de Japón de la nada. Se habrá producido un simple intercambio de una deuda por otra deuda, unos papeles por otros.


En cambio al vencimiento de un bono emitido por el estado griego éste se tiene que asegurar de que cuenta con el importe equivalente en euros y éstos los tiene que conseguir vía impuestos. Grecia no puede crear euros pero antes sí podía crear dracmas de la nada. Fueron la conversión de la deuda histórica griega de dracmas a una moneda que no controla y la pérdida de un banco central que actuara como prestamista de último recurso las que han convertido la deuda griega en un problema.

Mito nº 5. El gobierno griego maquilló sus cuentas para entrar en el euro.

Este mito es cierto pero no seamos tan "meapilas". Si la UE no hubiese marcado los arbitrarios límites del Tratado de Maastricht para entrar y permanecer en el Euro, Grecia y otros países no habrían tenido que recurrir al expediente de falsear sus cuentas. No hay ningún criterio científico que diga que la deuda pública de un estado tenga que ser inferior al 60% ni el déficit público inferior al 3%. Las reglas de ese tratado fueron una ocurrencia de los políticos franceses y alemanes. Digamos que los países de la Eurozona se pusieron la soga al cuello.

Sí, en 2001 Goldman Sachs realizó un préstamo secreto que le permitió al gobierno griego ocultar el nivel real de su deuda. Lo trágico es que la transacción tuvo tal complejidad que el Gobierno griego no entendió el producto que estaba comprando ni pudo juzgar sus riesgos y costes [Bill Mitchell en Eurozone Dystopia (2015) citando a Dunbar y Martinuzzi (2012)].  


Sin embargo en ejercicios de creatividad contable Grecia estuvo muy bien acompañada de otros países, incluida la "virtuosa" Alemania. En 1997, Theo Waigel, a la sazón ministro de Hacienda alemán, preocupado porque su país no conseguía cumplir con el criterio de déficit exigido por el Tratado de Maastricht, intentó que el Bundesbank valorara sus reservas de oro a precios de mercado para registrar un beneficio que enjugara el desequilibrio de ese año. En este caso el banco central se opuso pero Alemania cayó en su propia trampa pues no tardó en convertirse en el primer país que incumplió las normas del Tratado de Maastricht. Todos los países hicieron la vista gorda para asegurar el éxito de la operación.

Mito nº 6. Naciones europeas como España han sido solidarias con Grecia.

Recientemente el presidente Rajoy soltó, con ese tono solemne que emplea para decir obviedades, una de sus frases más brillantes refiriéndose a Grecia: «una cosa es ser solidario y otras es serlo a cambio de nada". Es verdad que España ha sido muy solidaria, pero no con el pueblo griego, sino con los bancos alemanes y franceses que eran los principales acreedores de Grecia en 2009. En ese año los bancos españoles prácticamente no tenían exposición a ese país, es decir apenas habían concedido préstamos al país heleno. Los grandes acreedores eran los bancos franceses y alemanes.


A través de los mecanismos de rescate europeos, la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera y el programa SMP del BCE, España indirectamente ha prestado avales y garantías a Grecia por importe de 27 mil millones €. Sin embargo, la mayor parte de estos fondos se utilizaron para cancelar los préstamos bancarios pendientes a 31 de diciembre de 2009. El programa europeo de rescate de los bancos franceses y alemanes a costa del pueblo griego ha sido muy eficaz.
Fuente: Banco Internacional de Pagos para los datos de los bancos; FEEF y BCE para las ayudas del plan de rescate a Grecia

Conclusión

Lo malo de analizar los datos desde distintas ópticas es que te pueden arruinar una bonita fábula. Si los políticos europeos, los medios y los economistas fueran más objetivos y honestos, habrían reconocido ya que la crisis la ha provocado una unión monetaria mal diseñada.