Cita de Roosevelt

"Ningún país, sin importar su riqueza, puede permitirse el derroche de sus recursos humanos. La desmoralización causada por el desempleo masivo es nuestra mayor extravagancia. Moralmente es la mayor amenaza a nuestro orden social" (Franklin Delano Roosevelt)

viernes, 23 de octubre de 2015

La estadística del día: las horas trabajadas

Ayer el INE publicó los datos de la encuesta de población activa del tercer trimestre de 2015. El dato de reducción de desempleo ha sido recibido con gran alborozo por el Gobierno y sus partidarios.También ha recibido las justas críticas de quienes critican la baja calidad del empleo creado y la altísima tasa de temporalidad.

En cualquier caso yo no estoy convencido de la robustez de la recuperación. Siete años después de iniciada la crisis no solo el desempleo sigue siendo altísimo sino que además muchos se han retirado del mercado de trabajo (lo cual ha sido un factor determinante en la reducción de la tasa). Hay muchas maneras de estudiar el mercado de trabajo. Una de ellas es ver cuántas horas han trabajado todos los empleados en España durante un período. Una persona puede haber tenido un contrato a tiempo parcial el pasado trimestre pero computará como empleado en la estadística del INE. Por eso me fijo mucho en la estadística de horas trabajadas que, como el algodón, no engaña.Desde 2007 el número de  horas no ha cesado de caer hasta alcanzar el fondo de un profundo pozo en 2013. En 2014 empezó a recuperarse algo el empleo (gracias a que el gobierno de Rajoy abandonó la austeridad ayudado por la disponibilidad del BCE a comprar deuda pública española. Aun así, el número de  horas trabajadas es un 16% inferior a las de 2007. Tengo verdadera curiosidad por conocer el dato de 2015 cuando esté disponible.

Horas trabajadas: elaboración propia a partir de datos facilitados por el INE.

miércoles, 21 de octubre de 2015

La narración clásica sobre el desempleo

Si hay una nación que tiene un serio problema estructural con el empleo ésa es España.
El registro histórico de desempleo es simplemente desolador. Desde finales de los años 70, solo durante un breve interludio, asociado a la burbuja inmobiliaria que siguió a nuestra entrada en la moneda común, conseguimos que la tasa de desempleo llegara a tener menos de dos dígitos en porcentaje sobre la población activa. Si tenemos en cuenta que, además, la población activa es de las más bajas de los países de la OCDE la magnitud de la tragedia resulta aún mayor. Más desolador es constatar que las élites empresariales y políticas de este país no tienen ningún interés en resolver el problema. Inquieta reconocer que la democracia española ha sido incapaz de generar el pleno empleo. Salvo los nacidos antes de los años 60, prácticamente nadie en este país ha conocido una situación de pleno empleo. Quien más quien menos ha experimentado dificultades para incorporarse al mercado de trabajo, episodios más o menos duraderos de desempleo y condiciones laborales cada vez más degradadas; salvo que haya conseguido aprobar unas oposiciones, esté muy bien conectado o tenga unas habilidades y competencias muy demandadas por el mercado.



Ilustración1.Elaboración propia a partir de datos de la población activa del INE (desde 2000) y fuentes diversas para años anteriores. Nota: hay cambios metodológicos a lo largo de la serie histórica que no he tratado de resolver.

¿Qué explica nuestra incapacidad histórica para resolver el problema del desempleo?
La narrativa convencional hunde sus raíces en la teoría económica clásica que resucitó a partir de los años 70 con la formulación conocida actualmente como neoliberalismo. John Maynard Keynes, en la Teoría General del Empleo, el Interés y el Dinero[i], resume la teoría clásica del desempleo tal como la había explicado el Profesor Arthur Pigou[1], quien, según su entender, tenía el mérito de haber hecho la formulación más completa y explícita de todos los autores neoclásicos. Según esta teoría el salario es igual al producto marginal del factor trabajo, es decir equivale al valor que dejaría de producirse si el trabajo se redujera una unidad. Contrátese un trabajador más y las empresas perderán porque el producto de ese recurso adicional no cubrirá el coste incremental. Contrátese uno menos y el empresario perderá la oportunidad de ganar un poquito más. La premisa de los clásicos es que todos los procesos productivos tienen rendimientos marginales decrecientes, es decir, que se saca menos producto por cada recurso añadido. Existe pues una relación inversa entre salario y la cantidad de trabajo que los empresarios estarían dispuestos a ofertar.

Por otra parte, la utilidad del salario para un determinado volumen de empleo debe ser igual a la “desutilidad” marginal de esa cantidad de empleo. El término desutilidad es un poco críptico y es ciertamente difícil de medir pero vendría a equivaler al coste que tiene para el trabajador aceptar un empleo. Acudir a trabajar implica renunciar a tiempo de ocio y otras incomodidades además de costes de transporte y de cuidados de familiares durante la ausencia del trabajador. Si el sueldo no es suficientemente elevado a un trabajador puede no interesarle acudir a trabajar. Es decir, puede que la utilidad de trabajar, el salario neto, sea inferior a la desutilidad, en cuyo caso habrá trabajadores que se retirarán del mercado y viceversa. Según los clásicos habría un determinado volumen de empleo de equilibrio en el que el salario igualaría la desutilidad del trabajo. Una hora trabajada de más tendrá una desutilidad mayor que la utilidad que aporta y por tanto al trabajador no le interesará ofrecerla. Una hora trabajada de menos y la desutilidad de trabajar sería inferior al salario y por tanto al trabajador le interesará ofrecer sus servicios al mercado pues aún puede ganar productividad neta. La función de utilidad del trabajo gobernaría la oferta de empleo.

Para los neoclásicos la economía tiende al equilibrio automáticamente. En algún punto se igualarán las funciones del producto marginal del factor trabajo (la demanda de empleo) y la de utilidad del trabajo de tal forma que para un determinado salario el volumen de empleo demandado por los empresarios igualará al volumen ofertado. Por eso los clásicos consideraban que, en condiciones de competencia perfecta no existiría el desempleo.

Los clásicos aceptaban que podía darse un poco de desempleo de tipo “friccional” causado por pequeños desajustes de información entre oferentes y demandantes, retrasos y demoras al cambiar de un empleo a otro, errores de cálculo de los empresarios entre otros. Sin embargo, fuera de estas excepciones, que podríamos atribuir a pequeñas imperfecciones en el funcionamiento de la economía de mercado, el mercado siempre tendería al equilibrio. Si baja la demanda de empleo basta con que los trabajadores acepten una rebaja salarial. Aquéllos que no están dispuestos a trabajar por el nuevo salario se retirarían del mercado y por tanto, no estarían desempleados. La razón es que al nuevo salario la una parte de los trabajadores encontraría que su desutilidad sería superior al salario. Para aumentar el empleo bastaría una bajada de los salarios reales (los salarios medidos por su poder de compra real). Si existía desempleo “involuntario” éste solo podría darse si los trabajadores trataban de evitar la formación del precio de mercado mediante la colusión el recurso a prácticas anticompetitivas, amenazas de huelga o procesos de negociación colectiva. El desempleo “involuntario” solo podría ser culpa de las conductas anticompetitivas de los trabajadores.

En esencia esta narrativa, de origen decimonónico y resurgida con el neoliberalismo, ha impregnado a una gran parte de la sociedad, de las élites empresariales y políticas, incluyendo a las de la UE. El mensaje lo repiten una y otra vez las organizaciones de empresarios, los gobernadores del Banco de España, los ministros de Economía y Hacienda, diversos “gurús” y tertulianos de diverso pelaje. La melodía es la misma con distintas variaciones y cambios de compás. ¿Cuántas veces hemos oído que una legislación laboral con unos elevados costes de despido y enormes rigideces salariales (por ejemplo para adaptarlos a cambios a la productividad como ha pedido reiteradamente el presidente Felipe González) desincentivaba la contratación de trabajadores? ¿No estaba diciendo el presidente que los salarios deberían bajar hasta igualar su productividad marginal para que pudieran contratarse más desempleados? Nos han inculcado desde hace años que nuestra economía es escasamente competitiva, está constituida mayormente por microempresas, es incapaz de exportar y está centrada en los monocultivos del ladrillo y del turismo, que genera un empleo de baja calidad y muy sometido a los vaivenes de los ciclos de la economía. Es lo mismo que decir que si la productividad de nuestra economía aumentara también lo haría el empleo porque al aumentar el rendimiento marginal del factor trabajo los empresarios estarían dispuestos a contratar a más trabajadores. Por tanto la receta prescrita para aumentar el empleo es aumentar la competitividad de nuestra economía.

Una y otra vez se ha recurrido al marco conceptual neoliberal para explicar el desempleo.
La historia no ha variado en exceso en el tiempo. A finales de los 70 y principios de los 80, recién salidos del Franquismo y, ante la obligación de integrar nuestra economía en la europea, nos explicaron que nuestro sector industrial era poco competitivo lo cual obligaba a cerrar las empresas más obsoletas. También nos explicaban que unos sindicatos combativos, amparados por una legislación restrictiva heredada del corporativismo franquista y convalidada en el Estatuto de los Trabajadores, se habrían mostrado reticentes a colaborar aceptando ajustes salariales para rebajar el desempleo. Por culpa de esa recalcitrante actitud de los trabajadores, el ajuste industrial se tendía que de producir a costa del empleo. De nuevo el recurso a la explicación clásica de las prácticas de colusión de los trabajadores para explicar el desempleo involuntario.

En los años 80 se añade al ramillete de explicaciones la incorporación al mercado de trabajo de las cohortes más numerosas que haya habido jamás en la historia de este país, la generación nacida en el baby boom. Encontrar acomodo laboral, al igual que ya fue complicado adaptar el sistema educativo a tal avalancha y luego lo fue en el mercado de la vivienda (lo cual en parte explicó el boom inmobiliario), fue un reto para la economía pero reconozcamos que también amplió espectacularmente el mercado de consumidores. Sin embargo, el baby boom ya peina canas y hoy más del 50% de los jóvenes están desempleados. Pero al margen de coyunturas como la crisis industrial y la incorporación de jóvenes al mercado de trabajo, la narrativa no ha experimentado demasiados cambios. Para los economistas del mainstream el problema sigue siendo el desajuste de la oferta laboral a las necesidades del mercado, los salarios reales elevados y la falta de movilidad laboral. Una y otra vez se aducen factores estructurales para explicar las altas tasas de desempleo de nuestra economía.  

Desde una perspectiva neoliberal solo tiene sentido atacar el desempleo aumentando la productividad, reduciendo los salarios reales, bajando la desutilidad del trabajo o reduciendo el desempleo friccional. Por eso tendríamos que atacar los siguientes problemas.

1.       La baja productividad marginal de la economía española. Si aumentamos la productividad marginal de nuestra industria conseguiríamos elevar el producto marginal del factor trabajo y por tanto, la industria contrataría más trabajadores hasta llegar a un nuevo equilibrio con más empleo y mayores salarios reales.
2.       Las “rigideces” de nuestro mercado laboral.  En este epígrafe podemos identificar algunas explicaciones recurrentes: leyes laborales que impiden el libre despido sin el pago de cuantiosas indemnizaciones; la negociación colectiva que no tendría en cuenta las circunstancias de cada empresa; la indexación de los salarios a la inflación; entre otras. En definitiva se trataría de eliminar los obstáculos que permitirían bajar los salarios y por tanto aumentar el volumen de empleo si fuera necesario.
3.       Los desincentivos para incorporarse al mercado de trabajo que aumentarían la desutilidad del trabajo. Entre éstos estarían las ayudas al desempleo, esa bestia parda de la derecha española llamada Plan de Empleo Rural (PER), las prestaciones de desempleo o, desde un punto de vista más progresista, las dificultades de las mujeres para incorporarse al mercado laboral

Este análisis neoliberal subyace al permanente reclamo de introducir las llamadas “reformas estructurales”. Esta línea argumental es una de las favoritas de la CE. A título de ejemplo, un informe del ejecutivo comunitario sobre los desequilibrios macroeconómicos de España publicado en 2015 señalaba los siguientes objetivos para nuestr0 mercado de trabajo[2]. Las inserciones entre paréntesis son mías.


  •  “Seguir nuevas medidas para reducir la segmentación del Mercado de trabajo para favorecer empleos sostenibles de calidad, por ejemplo, mediante la reducción del número de tipos contractuales y asegurar un acceso equilibrado a los derechos de indemnización por despido.” (Reducir los salarios reales)
  •  “Continuar con una monitorización regular de las reformas del mercado laboral.” (Acelerar el ritmo de introducción de reformas estructurales)
  •  “Promover desarrollos de salarios reales consistentes con el objetivo de la creación de puestos de trabajo.” (Reducir los salarios reales)
  •  “Fortalecer los requisitos de búsqueda de empleo en los beneficios de desempleo.” (Reducir la desutilidad del trabajo)
  •  “Acentuar la eficacia y la direccionalidad de las políticas activas de Mercado Laboral, entre las que se incluyen los subvenciones a la contratación, en especial para aquéllos que se enfrenta a mayores dificultades para acceder al empleo.” (Reducir el coste real del factor trabajo para las empresas)
  •  “Reforzar la coordinación entre el mercado de trabajo y las políticas de educación y formación.” (Reducir el paro friccional).
  •  “Acelerar la modernización de los servicios de empleo público para asegurar un asesoramiento personalizado eficaz, una formación adecuada y la adecuación entre demanda y oferta de empleo con un foco especial en los desempleados de larga duración.“ (Reducir el paro friccional).
  •  “Asegurar la aplicación efectiva de la cooperación público-privad en los servicios de colocación antes del fin de 2014 y monitorizar la calidad de los servicios prestados.” (Reducir el paro friccional).
  •  “Asegurar el funcionamiento efectivo del Portal de Empleo Único y combinarlo con medidas adicionales para asegurar la movilidad del trabajo” (Reducir el paro friccional y la desutilidad del trabajo).
De la lectura del documento de la Comisión Europea se deduce que los culpables del elevado desempleo español serían:

  •  La falta de formación de los trabajadores y la falta de acoplamiento entre las habilidades ofertas y demandas.
  •  Unos salarios reales que se resisten a bajar.
  •  Las rigideces del mercado de trabajo: esos trabajadores que no quieren moverse de su pueblo.
  •  Unos servicios públicos de empleo ineficaces.
  •  Los tipos de contratos laborales que generan un mercado dual donde unos tienen protección frente al despido y otros no. Con la expresión “acceso equilibrado a derechos de indemnización por despido” yo leo bajárselos a los que todavía conservan esos derechos.

¡La falta de demanda agregada como consecuencia de las políticas de austeridad y la falta de confianza de los empresarios no aparece en la lista!

Durante años las políticas aplicadas por los sucesivos gobiernos, bajo los auspicios comunitarios, han tenido siempre el mismo sesgo. Sin embargo en los últimos 30 años el desempleo se ha mantenido obstinadamente elevado. Los neoliberales objetarán que no hemos hecho las reformas estructurales con suficiente convicción y entusiasmo. Hay que reconocerles a los neoliberales su perseverancia en aplicar sus recetas económicas. El problema es que este análisis neoliberal no se sostiene ni desde la evidencia empírica ni desde un análisis conceptual.

La teoría de que la productividad marginal del trabajo = salario = desutilidad del trabajo es ingeniosa aunque resulta extremadamente difícil de aplicar en la práctica. Reconozcamos que para cualquiera resultaría extremadamente difícil calcular su desutilidad de trabajar más que aproximadamente. Sabemos que trabajar en una alcantarilla por 200 euros al mes no compensa el esfuerzo físico, los olores desagradables y los riesgos. También sabemos que un puesto administrativo por 45.000 € al año es una buena oportunidad pero dudo que la mayoría de las personas pueda hilar demasiado fino. Solo podemos llegar a una aproxima grosera de nuestra desutilidad.

En cambio, el concepto de productividad marginal del trabajo, aunque resulta elegante sobre todo cuando se acompaña del habitual aparato algebraico del gusto de los autores clásicos, en la práctica solo podría aplicarse a determinados empleos homogéneos en los que unos trabajadores pudieran ser sustituidos por otros con facilidad. Quizás un buen contable conseguiría ponerle una cifra a la productividad marginal del trabajo de la empresa para la que trabaja. Cuando vemos que determinados altos directivos o jugadores de fútbol perciben sueldos que resultan desorbitados, ¿podemos creer que si sus empleadores rescindieran sus contratos sus ingresos caerían en la misma medida que el salario ahorrado? Si Cristiano Ronaldo dejara el Real Madrid, de verdad dejaría de percibir ese club 17 millones de € al año siguiente. ¿Se reducirían los ingresos de ACS en 5 millones € si dejara de ser presidente Florentino Pérez? ¿Es creíble que la productividad marginal de un médico en atención primaria es equivalente al salario medio de 1.832 € mensuales que se observó en España en 2014? ¿Cómo se determina la productividad marginal de una enfermera? Honestamente parece que el concepto no puede tener más interés que el de una curiosidad estadística.

Quizás en el entorno de la sociedad industrial de finales del siglo XIX pudiera calcularse un rendimiento marginal de un trabajador pero este autor jamás ha visto en toda su experiencia profesional que una empresa supiera decir cuál era el de todos y cada uno de los puestos de trabajo. Es más que dudoso que las diferencias salariales observadas entre hombres y mujeres puedan justificarse por diferencias en la productividad marginal de cada sexo. Parece más realista suponer los niveles salariales los determinan el poder de negociación de cada una de las partes sin que ninguna pueda conocer ni de lejos cual es la productividad marginal de ese trabajador, concepto que, en caso de poderse calcular seguramente oscilaría de forma constante de un mes a otro.

Michal Kalecki ya explicó a principios del siglo XX que los salarios de los trabajadores en el sector industrial dependían del nivel de monopolio y de su poder de negociación gracias a la acción sindical. Desactivados los sindicatos muchos trabajadores han visto como sus ingresos caen por debajo del vaporoso nivel de la desutilidad del trabajo. Muchos no dejan de trabajar por este motivo pero seguramente han caído en una profunda desmotivación con nefastas consecuencias para la productividad, la que de verdad importa para mejorar las condiciones de vida de la población.

Podemos lanzar más objeciones al punto de visto de la Comisión Europea y de los gobiernos neoliberales sobre el problema de desempleo español. Una gran parte del recetario descrito anteriormente son medidas que pretenden reducir el paro friccional. Solo un ciego podría pensar que, en medio de una profunda depresión, que ha dejado a la cuarta parte de la fuerza laboral en el paro, una simplificación de los tipos de contratos va a reducir la tasa de paro en más de unas pocas décimas de punto porcentual. Reconozcamos que después de la enésima reforma laboral el paro sigue siendo insultantemente alto. Llevamos haciendo reformas laborales ya desde los Pactos de La Moncloa. ¿Qué más tenemos que hacer? Quizás el famoso contrato único consiguiera acabar con la dualidad del mercado de trabajo donde unos disfrutan de contratos permanentes con cláusulas de despido elevado y otros están condenados a los contratos temporales pero seguramente el resultado sería igualar por abajo a todos. Una agilización de los servicios de colocación estaría bien para reducir el paro friccional pero no acierto a comprender cómo una avalancha incontenible de parados en las oficinas de empleo puede ser eficazmente atendida por unos pocos funcionarios cuando el problema es que literalmente no existe demanda para emplear trabajadores. No estaría mal que el estado colaborara a reducir el desempleo doblando o incluso triplicando el número de personas ocupadas en estas oficinas de empleo pero dudo que realmente consiguieran mejorar una situación de devastación como la actual. Si el problema es que los trabajadores no están bien formados ¿por qué será que los jóvenes mejor formados —científicos, ingenieros, médicos, enfermeros— se están marchando a vivir en otros países donde les pagan mejores sueldos y les dan contratos estables? No parece plausible argumentar que mejorar la calidad de la oferta de los trabajadores vaya a ser exitoso cuando no hay demanda por parte de las empresas. Me temo que solo los políticos siguen creyendo que se puede resolver el problema del desempleo recurriendo al BOE. 



[1] Pigou es el autor de una obra, la Economía del Bienestar, una obra fundamental en muchos aspectos. A él se le atribuye el concepto de producto social marginal neto y el producto privado neto. El producto marginal neto de un recurso es el rendimiento obtenido por añadir un recurso adicional a un proceso productivo, por ejemplo un trabajador adicional, una máquina fresadora adicional en un taller, un coche nuevo a una flota de taxis, etc. Podía haber situaciones en las que las ganancias del producto marginal neto no revirtieran completamente el propietario. En este tipo de situaciones el inversor invertiría menos de lo deseable socialmente. Un ejemplo podría ser el de un propietario de un bosque reacio a invertir en él aunque las ventajas ambientales de éste beneficiarían a todos. En otros casos un empresario podría estar aprovechándose de actividades contaminantes o perjudiciales para la sociedad transfiriendo sus costes a la sociedad y por tanto obteniendo un rendimiento marginal superior al que le correspondería. Pigou considera que lo óptimo es que se cumplan dos condiciones. La primera es que el producto social neto marginal tiene que ser igual para todos los empleos de un recurso. Si un recurso arroja un rendimiento marginal mayor dedicándolo a otra actividad debería transferirse a esta para aumentar la producción total. La segunda es que el producto social marginal neto debe ser igual al producto privado marginal neto. Esto significará que el inversionista privado recibirá todas las ganancias procedentes de su inversión y que tendrá que sufragar todos sus costes. De los contrario se producirían externalidades de costes asumidos por la sociedad o no se asignará una cantidad de recursos óptima a determinadas actividades. Para corregir estas divergencias Pigou proponía utilizar impuestos y subvenciones.

Pigou y Kenyes fueron compañeros en la universidad de Cambridge y mantuvieron algunas controversias aunque también se influyeron mutuamente.
[2] Country Report Spain 2015 Including an In-Depth Review on the prevention and correction of macroeconomic imbalances.




[i] John Maynard Keynes. The General Theory of Employment, Interest and Money. (1964) Ed. De First Harvest/Harcourt. Pág. 5 y ss.

jueves, 15 de octubre de 2015

¿Qué es el Producto Interior Bruto?

Aconteció después de dos años completos que el faraón tuvo un sueño: He aquí que él estaba de pie y del Nilo subían siete vacas de hermoso aspecto y gordas de carne, y pacían entre los juncos. Pero he aquí que otras siete vacas salían del Nilo, detrás de ellas, de mal aspecto y flacas de carne. Estas se pusieron junto a las otras vacas a la orilla del Nilo. Entonces las vacas de mal aspecto y flacas de carne devoraron a las siete vacas de hermoso aspecto y gordas. Y el faraón se despertó.


Si usted ha estado viviendo en España en los últimos años no le habrá pasado desapercibida la gran crisis económica que ha padecido este país. Muchos habrán experimentado por sí mismos o por personas cercanas sus consecuencias. Algunos habrán perdido su empleo y se habrán encontrado una larga temporada en el desempleo. Los propietarios de un negocio quizás habrán sufrido caídas en sus ventas e incluso puede que se hayan visto obligados a despedir a sus empleados por no poder pagar sus salarios. Otros incluso habrán tenido que cerrar sus empresas al no poder siquiera pagar a sus acreedores. Los menos simplemente habrán oído de ella a través de los periódicos o la televisión. Lo que sí que es seguro es que nosotros se la vamos a contar de otra manera.

Todos estos infortunios ocurren también en tiempos de bonanza. Lo que define a una crisis económica es que suceden con mayor frecuencia. Hay más personas que sufren y parece que el sufrimiento es más prolongado que en circunstancias normales.

Sabemos que ha pasado una grave crisis de forma empírica. Pero los economistas necesitamos encontrar una forma de medir la actividad económica. Una forma de definir una crisis es ver cómo ha evolucionado una magnitud que llamamos el Producto Interior Bruto (frecuentemente abreviado a PIB). El PIB es la suma de todos los bienes y servicios que produce una economía durante un determinado período, por ejemplo un trimestre o un año. En España el Instituto Nacional de Estadística (INE) publica estimaciones del producto interior bruto de cada trimestre y de cada año. Según el INE España produjo bienes y servicios por valor de 1 billón de euros. Si representáramos gráficamente la evolución de esta magnitud en el tiempo desde 1995 nos saldría el siguiente gráfico. Muestra una curva ascendente desde 1995 hasta que la tendencia se quebró en 2007. Desde entonces la línea empieza a descender con pequeños repuntes. El gráfico demuestras que, por primera vez, al menos desde 1995, en 2008 en España cayó la producción.



Ilustración 1. Producto Interior Bruto de España en millones de euros. Fuente: elaboración propia a partir de datos publicados por el INE.

El lector debe tener siempre presente que el PIB se pude medir de varias maneras. Una forma es estudiar el destino de toda la producción. Si el ser humano dedica su esfuerzo a una actividad normalmente es que quiere conseguir algo. El objetivo fundamental de la producción económica es conseguir bienes de consumo: alimentos, vestimenta, vivienda, servicios de ocio, atención sanitaria, vehículos, etc.. La mayor parte de lo que producimos se consume muy poco tiempo después de salir de la fábrica. Sin embargo, a veces preferimos producir bienes que no consumimos sino que utilizamos para producir otros bienes como maquinaria, naves industriales, puertos, camiones de transporte. A este acto de apartar bienes del consumo presente para poder consumir más en el futuro lo llamamos inversión. También necesitamos que haya seguridad, justicia, embajadas, ejércitos y otros bienes públicos que las empresas no producen y que decidimos financiar entre todos a través del estado. A la suma de estos servicios y bienes públicos que genera el estado lo llamamos gasto público.

Hay productos que no disfrutamos porque los vendemos a los extranjeros que llamamos exportaciones. Algunas personas y muchos economistas piensan que exportar es algo beneficioso en sí mismo. Estos economistas quieren que seamos muy competitivos para que podamos exportar mucho más. Si dejáramos que estos economistas se salieran con la suya exportaríamos todo los que producimos y no nos quedaría nada para consumir. No tendríamos alimentos, ni vestimentas, ni casas, ni ninguno de los artículos que hacen nuestra vida agradable y llevadera.

Es una forma peculiar de pensar porque, después de haber dedicado muchas horas a producir un coche, por poner un ejemplo, ¿por qué querríamos dárselo a un extranjero? A cambio de vender un coche al extranjero solo recibiremos un crédito frente al extranjero. Si hacemos uso de esos créditos comprando productos extranjeros nuestras exportaciones habrán servido para algo. Afortunadamente, a la gente le gusta consumir algunos productos extranjeros. Por ejemplo, muchos españoles parecen muy aficionados a determinadas marcas alemanas de coches. Las importaciones se suman a nuestro gasto final pero, como no las hemos producido aquí, tenemos que restarlas del PIB. Sin embargo, algunos países han optado por un modelo de crecimiento basado en exportar mucho más de lo que importan. Más adelante volveremos a este asunto y demostraremos que no solo no tiene sentido sino que, además, es perjudicial para la economía mundial. Por ahora nos quedamos con el siguiente mensaje: las exportaciones son un coste y las importaciones un beneficio.

Podemos definir el PIB por tanto como la suma de consumo, gasto público, inversión y exportaciones menos las importaciones. Esta relación la podemos representar con la siguiente ecuación:

PIB=C+G+I+X-M

donde C representa el consumo, G el gasto público, I la inversión, X las exportaciones y M las importaciones.

Hemos visto que el PIB es la suma de todos los gastos finales. Imaginemos el PIB como un montón de bienes (coches, ropa, casas, alimentos, etc…) que se ponen a disposición de todos los que participan en el proceso productivo. Vamos a llamar a estos partícipes agentes económicos. Estos agentes son los trabajadores, los empresarios, los capitalistas y el estado. A cambio de su participación en el proceso productivo perciben  unas rentas. Podemos ver el PIB, como una gran tarta de rentas que hay que repartir entre los que han participado en la actividad económica.  Lo que tenemos que entender que la tarta de rentas forzosamente es igual a la montaña de bienes disponibles para el reparto.

Esto es relativamente fácil de entender. Veamos qué ocurre cuando alguien compra un producto a un empresario. Pero el ingreso del empresario no será íntegramente suyo. Para producir los bienes que vende el empresario necesitará contratar trabajadores, compras bienes intermedios a otros empresarios, pagar unos intereses por los capitales prestados, pagar alquileres de sus oficinas o de su nave industrial, pagar impuestos al estado y dotar fondos de amortización por el uso de los equipos que utiliza antes de calcular su propio beneficios. Es decir, el empresario necesita organizar los factores de producción contratándolos y retribuyéndoles de alguna manera. Por tanto los ingresos por ventas se distribuyen entre los factores de producción. El exceso de la venta sobre el coste de sus consumos intermedios es el valor que ha añadido el empresario. Por tanto es fácil ver que el valor añadido de cada etapa productiva se reparte entre impuestos, salarios y lo que se llama el excedente bruto de explotación.  Las compras que se hacen unos empresarios a otros, que llamamos consumo intermedio, a su vez se distribuirán entre los factores que han intervenido en su producción en una cadena que puede ser más o menos larga según el grado de integración empresarial. Cada etapa productiva genera un valor añadido y por tanto es fácil entender que el PIB necesariamente es igual a la suma de los valores añadidos que han generado todos los participantes en el proceso productivo puesto que cada consumo intermedio incorpora el valor añadido generado por otro empresario. Por tanto la segunda definición del PIB es que es igual a la suma de los salarios, los impuestos sobre la producción y el excedente bruto de explotación.

Es decir

PIB=W+E+T

donde W es el símbolo que empleamos para los salarios, E para el excedente bruto de explotación y T para los impuestos.

Para entender por qué el PIB es igual a la suma de las rentas de los factores puede ser útil el siguiente gráfico que representa una economía en la que el único producto a la venta son los zapatos. Claramente los zapatos son un producto de consumo y por tanto no existe inversión. Asumimos además que no hay comercio exterior y, por ahora, que tampoco el gobierno presta ningún servicio público. En este modelo simplificado solo hay dos etapas productivas. El zapatero fabrica los zapatos y para tal fin primero compra cuero (su consumo intermedio) y emplea un aprendiz al que paga un salario. Después de pagar un impuesto sobre sus ventas lo que queda es lo que llamamos excedente bruto de explotación. A su vez supongamos que un ganadero suministra el cuero y, como no necesita comprar ningún insumo para alimentar a su ganado, toda su venta equivale a su valor añadido. Este se reparte entre salarios, impuestos y el excedente bruto de explotación del ganadero.


Ilustración 2. Identidad entre PIB y suma de los valores añadidos brutos en una economía con dos etapas productivas y un único producto

La siguiente ecuación es cierta siempre para cualquier economía, sea cual sea su modelo económico:

C+I+G+X-MºPIBºW+E+T


El gasto agregado es idéntico al ingreso agregado. Todo gasto de alguien es el ingreso de otro. Recordemos esta identidad contable porque nos ayudará a entender por qué la política de austeridad, tan popular entre algunos políticos y economistas, solo puede resultar en el empobrecimiento de todos. Debemos tener siempre presente esta identidad fundamental pues volveremos a ella más adelante.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Bartolomé de Selma y Salaverde

Villaviciosa de Odón, 14 de octubre de 2015

Bartolomé de Selma y Salaverde fue un fraile y un excelente compositor de la primera mitad del siglo XVII. Se sabe poco sobre su biografía y en algún lugar he leído que nació en Cuenca y en otro que fue en Madrid. Sí se sabe que venía de una familia de constructores de instrumentos musicales y que era un virtuoso del fagot. Trabajó en diversas cortes europeas y de su obra queda lo que publicó en Venecia en 1638 en el libro Bartolomeo Magni: PRIMO LIBRO / CANZONI / FANTASIE ET CORRENTI / Da suonar ad una 2. 3. 4. Con Basso Continuo. Dedicada a Juan Carlos, Príncipe de Polonia y Suecia y Obispo de Breslau.

Lo estoy descubriendo estos días y me parece una delicia. Aquí os dejo un par de vídeos:

Canzona prima a due




Susanna Paseggiata



Gallarda y Corrente


Para saber más podéis recurrir a esta fuente: Bartolomé de Selma y Salaverde.

sábado, 10 de octubre de 2015

¿Y si salimos del euro? Aspectos operativos.

Recientemente desde la Asociación por el Pleno Empleo y la Estabilidad de Precios (APEEP) hemos preparado una ponencia que queríamos presentar en el Encuentro Internacional por la Salida del Euro celebrado en Barcelona los días 10 y 11 de octubre. No nos fue posible acudir por la imposibilidad de conseguir un billete de tren. No obstante, creo que tiene interés y por eso la comparto en mi blog.


Jorge Amar. Presidente

Stuart Medina. Vicepresidente

Introducción

La organización de un proceso de ruptura monetaria tiene cierta complejidad operativa, en primer lugar porque hay una serie de cuestiones jurídicas y legales a las que hay que atender y, en segundo lugar, porque genera temores a devaluaciones de la moneda, procesos inflacionistas, quiebras y defaults, etc…

Hay gente que piensa que, si España abandona el euro, mañana la luz no se encendería al darle al interruptor. Sin embargo, tenemos mucha experiencia en el proceso de introducir una nueva moneda. ¿Recordamos que hace apenas tres lustros sustituimos la peseta por el euro? Ese proceso ocurrió sin incidentes. Volver a las divisas nacionales no tiene por qué ser tan complicado como nos quieren vender los partidarios del euro.

En los próximos párrafos abordamos únicamente el caso sencillo de una salida unilateral de la economía española. No nos ocupamos del caso de una disolución acordada de la moneda común ni el de una salida simultánea de varios países. Sin embargo creo que muchas de las soluciones serían válidas para todos los escenarios citados.

1º Introducción de la nueva moneda

La moneda que emite el estado no es más que un crédito fiscal. La gente demanda la moneda del estado porque sirve para pagar los impuestos que impone el estado. El gasto público pone la moneda en manos del público. Los impuestos sirven para retirar la moneda y son el mecanismo que le da valor a la moneda. Este es el funcionamiento de un sistema de circulación fiduciaria.

Por tanto, la introducción de una nueva moneda es algo tan sencillo como anunciar que, en adelante, todos los impuestos se pagarán en nuevas pesetas, reales, escudos, pesos, maravedíes o como quiera que se llame la nueva moneda.

Para evitar la toma de posiciones de los agentes, la salida se debe anunciar por sorpresa, con los bancos ya cerrados durante el fin de semana, y ser aprobada mediante una reunión de urgencia de las Cortes.

Los tratados europeos no contemplan ningún mecanismo de salida del euro porque los autores del tratado pretendían que la moneda común fuera irreversible. Nos queda el artículo 50 del TUE, que permite a un estado retirarse voluntariamente de la UE. Pero, si no queremos salir de la UE, debe plantearse como un acto de recuperación de soberanía. España debería agarrarse a dos tipos de argumentos jurídicos. En primer lugar, podría argüir que los tratados sobre la unión monetaria le causan unas dificultades económicas que tienen un coste insoportable. A la luz de las escandalosas tasas de desempleo, crecimiento de la pobreza y caídas de la producción creo que el argumento es incuestionable. En segundo lugar, podría alegar incumplimientos de los tratados por parte de un BCE, que no actuó a tiempo para asegurar la estabilidad financiera pues no evitó una masiva fuga de depósitos en 2011 y que se extralimitó en sus competencias al chantajear al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero con la carta confidencial que le envió Jean Claude Trichet en 2010.

2º Tipo de cambio fluctuante


Se anunciará un tipo de cambio de paridad 1:1 con el euro para evitar el problema del redondeo. En adelante la nueva moneda fluctuará libremente. Empeñarse en mantener un tipo de cambio fijo en una economía con tendencia a incurrir en déficits comerciales solo puede hacerse con tipos de interés elevados y altas tasas de desempleo

3º Tratamiento de la deuda pública


En aplicación de la lex monetae se redenominará la deuda pública en la nueva moneda al tipo de cambio 1:1. Esto equivale a una reestructuración de deuda que, en lugar de colocar a los acreedores en contra de la posición del gobierno, como en el caso de que tuvieran que asumir una quita, les alinea para que, en la medida de sus posibilidades, actúen para sostener el tipo de cambio, ya que, a partir del mismo momento de la redenominación, pasará a ser flotante. Se puede pedir la apertura de una línea de swap de euros ilimitada y temporal al BCE para que éste, siendo acreedor de deuda pública nacional, en su interés de minimizar las perdidas por la redenominación, actué como freno a la depreciación de la nueva moneda con respecto al euro.

4º Restablecimiento del Banco de España como banco emisor nacional de la nueva moneda


Se reclamaría al BCE la devolución de las aportaciones que se hicieron al capital inicial de esa entidad a prorrata de la participación del Banco de España en el actual.[1] El nuevo banco nacional se hará cargo de lo reintegrado. El nuevo banco central recapitalizará los bancos que lo necesiten con la nueva moneda y pondrá en marcha un sistema de compensación de pagos de forma inmediata.


5º No se obligará a los ciudadanos a convertir sus depósitos en euros a la nueva moneda


Los depósitos bancarios no se redenominarán obligatoriamente en la nueva moneda para evitar tanto una gran oferta inicial de esta, como para que el ritmo de cambio sea decidido por los agentes privados a medida que la necesiten para pagar impuestos y realizar otras operaciones dentro del país. Sería conveniente que la introducción de la nueva moneda coincidiera con el inicio de una campaña de recaudación lo que incrementaría la demanda inicial de la misma. Los depósitos que voluntariamente se redenominen tendrán una cobertura por el fondo de garantía de depósitos del 100% en la nueva moneda. El resto de contratos bajo jurisdicción nacional se redenominarán en la nueva moneda.


6º Se establecerán controles de capitales y control de cambios de manera transitoria


El objetivo es impedir fugas de depósitos al extranjero de carácter especulativo que puedan obligar a recapitalizar los bancos. Pero no es necesario cerrar los bancos ni establecer un “corralito”. El resto de las transacciones bancarias deben seguir realizándose con total normalidad.

7º Aspectos jurídicos


Los aspectos operativos anteriormente citados pueden entrar en conflicto con la legislación europea en cuanto a los siguientes asuntos:

A) Al declarar que el Estado solo aceptará y realizará pagos en la nueva moneda ¿el euro dejará de tener la consideración de moneda de curso legal siendo la nueva la que ostente ese estatus de forma exclusiva? Según los tratados de la UE “Los billetes de banco emitidos por el BCE y los bancos centrales nacionales serán los únicos billetes de banco de curso legal dentro de la Unión”. Si bien está claro que el estado puede imponer que todos los pagos y cobros se realicen en su moneda, ¿plantearía problemas en los pagos entre los agentes privados en el interior?

B) Los poderes sobre política monetaria que conceden los tratados y el estatuto del BCE dejarían de tener efecto sobre el territorio nacional en el momento de la introducción de la nueva moneda aunque no haya una previa declaración de salida del euro. ¿Qué efectos, tanto legales como políticos, tendrían siempre que el euro siga existiendo tras la salida? Sin procedimiento regulado de salida de la eurozona, ¿es posible y legal que el BCE ponga inconvenientes a la recuperación del capital inicial del BCE y las reservas en divisas que en su día se aportaron? Siendo razonable desde el punto de vista económico que el BCE facilitara una línea swap al nuevo banco emisor puede que se negara desde el punto de vista político (ya hemos presenciado este tipo de comportamiento con los rescates a Irlanda Grecia Portugal etc...).

C) En el caso de que la salida se hiciera en contra de los deseos de los restantes miembros de la eurozona ¿qué medidas de represalia política podrían darse durante el proceso aparte de los mencionados desde el BCE, como por ejemplo sobre la unión aduanera o la supresión de controles en frontera?

8º Estabilidad de precios


La amenaza de una hiperinflación es un espantajo agitado frecuentemente por los partidarios del euro. Pero, el factor que determina si hay inflación es que la demanda agregada supere la capacidad de producción real de la economía. Con una tasa de desempleo del 23% y con un índice de producción industrial que todavía se encuentra al 80% del nivel de 2006 es más que dudoso que la economía no tuviera capacidad real para atender un crecimiento de la demanda. Si empezamos a tener problemas de inflación es que la salida del euro ha sido exitosa en acabar con el desempleo.

En segundo lugar, hay que ser consciente de que la moneda es un monopolio del estado. Todo monopolista tiene la potestad de fijar el precio. Por tanto, si se aplican políticas de gasto no inflacionistas no tiene por qué haber inflación. Para evitar la inflación basta con tener un buen sistema tributario que drene liquidez excesiva sobre todo si nos encontramos cerca del pleno empleo. El estado puede además favorecer procesos de compra pública que favorezcan menos a los grandes oligopolios (el capitalismo de amiguetes con sus sobrecostes de la corrupción).

Si, como pensamos, la nueva moneda no tiene por qué devaluarse significativamente, tampoco debemos esperar que se produzca un proceso de importación de inflación por un encarecimiento de las importaciones. En todo caso, este impacto en los precios, de producirse, sería un shock único que, con una adecuada gestión, no tiene por qué prolongarse en el tiempo.

9º Emisión de nuevas monedas y billetes


Disponemos de una Fábrica Nacional de Moneda y Timbre que puede fabricar monedas y billetes. En la página web del BCE se cuenta que antes de la introducción del euro había 15 imprentas produciendo mil millones de billetes al mes. Por tanto una imprenta podría imprimir 67 millones en un mes. El Banco de España dice en su página web que la producción de billetes requerida en España para el lanzamiento del euro fue de 1.924 millones repartidos entre las siete denominaciones (5 €, 10 €, 20 €, 50 €, 100 €, 200 € y 500 €). Al ritmo citado de 67 millones al mes tardaríamos 28 meses en conseguir los billetes necesarios.

El problema de la falta de metálico puede ser menos grave de lo que parece. El porcentaje de dinero físico sobre la masa monetaria total hoy en día es pequeño, inferior al 8% de la magnitud M2. Un estudio de abril de 2011 del BCE halló que, en cerca del 70% de las empresas de la eurozona, las transacciones en efectivo representaban menos del 5% de su facturación. Además ya existe una limitación de pagos en efectivo de 2.500 € por transacción.

El inconveniente de la falta de monedas y billetes es fácil de resolver con soluciones tecnológicas. Es posible hacer pagos de bajo importe mediante transacciones electrónicas, aplicaciones de pago on-line, monederos electrónicos y aplicaciones para teléfonos móviles.

El mayor problema es el uso de monedas y billetes para las máquinas expendedoras, algunas de las cuales recaudan para empresas públicas o concesionarias (autopistas, transportes por ferrocarril etc…). Es necesario preparar un plan de contingencia para atender los problemas que se planteen y dirigir el diseño de los billetes y monedas de manera que sea solo un cambio de software para continuar funcionando y no obligar a un cambio de hardware en todas estas máquinas. Hasta que las nuevas monedas y billetes entren en circulación habría que permitir el uso de los euros al cambio oficial asumiendo el riesgo de que sean acaparados y desaparezcan de la circulación.

10º Deuda del sector privado


Las empresas han obtenido préstamos por valor de 292 mil millones € de no residentes. Dada la escasa internacionalización de la mayoría de las empresas españolas, entendemos que la mayor parte de este saldo lo adeudan grandes empresas (las del IBEX35). Algunas empresas han financiado su expansión internacional con préstamos y emisiones de deuda. Presumiblemente, una gran parte de esos préstamos se destinaron a inversiones reales en otros países y otros activos financieros. No conocemos qué porcentaje de esta deuda está sometida a ley extranjera. Sin embargo, para empresas muy internacionalizadas, como el Grupo Santander o Telefónica, el mercado español representa un porcentaje pequeño de su facturación. El problema para ellas es, por tanto, una cuestión de gestión de riesgos de cambio y de tipos de interés, pero su negocio es lo suficientemente internacional como para que puedan hacerse con las divisas que necesitan con las que atender el servicio de los préstamos denominados en moneda extranjera. En el peor de los casos algunas empresas deberán deshacerse de sus inversiones internacionales vendiendo sus filiales en Alemania o América Latina a sus competidores.

Conclusiones


Al día siguiente de la salida de España del euro se plantearán numerosos problemas jurídicos y logísticos que tendremos que resolver. Pero no existen razones para pensar que se producirían alteraciones macroeconómicas inmanejables. Un célebre estudio publicado por Andrew Rose, en el que repasaba 69 rupturas de uniones monetarias producidas desde la Segunda Guerra Mundial, reveló que los países que han abandonado uniones monetarias suelen ser mayores, más ricos y más democráticos que los que han continuado dentro de esos infelices matrimonios monetarios. A este hallazgo hay que añadir que, aunque Andrew Rose encuentra una mayor tasa de inflación en aquéllos, en general no se produjeron graves perturbaciones macroeconómicas ni antes, ni durante, ni después del abandono.

No hay crisis financiera que no pueda remediar una expansión fiscal lo bastante amplia. Proponemos salir del euro para poder realizar el ajuste fiscal que los tratados europeos impiden realizar. Si salimos del euro y seguimos aplicando políticas de austeridad, este esfuerzo habrá sido baldío. La creación de una nueva moneda, abre un abanico de posibilidades, entre otras, establecer un programa de garantía de empleo y financiar desde el estado una transformación del modelo productivo gracias a la creación de un potente sector académico y un sistema de investigación de primer orden.

Para mayor información:


http://apeep-tmm.tumblr.com/

Contacto: infoapeep@googlegroups.com

Nota: Agradecemos a Warren Mosler, que recientemente nos visitó, que compartiera con nosotros algunas ideas prácticas. Para aquéllos que estén interesados, la siguiente imagen de una transparencia suya, puede ser de utilidad para entender cómo plantea el problema.




[1] El Banco de España tiene una participación del 8,84% en el capital de la entidad y, por tanto, los restantes socios deberían pagar al menos 1.984 millones € para sacarlo del accionariado. Además el BCE tendría que devolver unas reservas que fueron aportadas por el Banco de España por valor de 5.123 millones €

jueves, 8 de octubre de 2015

«¿Qué sentido tiene que un gobierno deje a más gente desempleada de la que quiere contratar?» Entrevista a Warren Mosler

Entrevista a Warren Mosler, economista fundador de la Teoría Monetaria Moderna.

Valencia, 15 de septiembre de 2015



Entrevista publicaca en InfoLibre el 8 de octubre de 2015. 

En su introducción al libro de Warren Mosler, los Siete Fraudes Inocentes Capitales de la Política Económica, James Kenneth Galbraith describe al autor como “una rara avis: un economista autodidacta que no es un grillado; un inversor de éxito que no es un fanfarrón; un hombre de negocios con talento para la enseñanza; un financiero con un compromiso honesto por el bien público.” Warren Mosler es licenciado en Economía por la Universidad de Connecticut (EE.UU.), ha desarrollado una larga carrera en banca de inversiones, ha sido propietario de un banco y ha fundado su propia compañía de automóviles deportivos.
Su aportación a la ciencia económica se conoce como la Teoría Monetaria Moderna, una escuela de pensamiento original. El libro de Mosler la expone en una obra que desmonta los mitos que dominan el pensamiento económico contemporáneo desde la perspectiva de un íntimo conocimiento de los sistemas monetarios y bancarios. Muchos dirigentes políticos y economistas progresistas harían bien en conocerla porque Mosler tiene la virtud genial de desentrañar problemas de aparente complejidad; esos obstáculos levantados por el neoliberalismo para mermar la eficacia de las políticas progresistas.
Recientemente Mosler ha visitado Madrid, Valencia y Vila-real para presentar su libro. Lo entrevistamos en Valencia para que nos explicara su pensamiento económico.

SMM: ¿Puede sintetizar la Teoría Monetaria Moderna en un párrafo?
WM: Es el reconocimiento explícito de que la moneda es un monopolio del estado. Todo lo demás se deriva de esta observación que se ha pasado por alto y que transforma lo aparentemente complejo en un algo relativamente sencillo.

SMM: ¿Cuál es la consecuencia de esa observación de que el gobierno es el emisor monopolista del dinero?
WM: Que como cualquier monopolista, puede determinar los precios y el reconocimiento de que necesitamos el dinero del estado para pagar sus impuestos. El gobierno no necesita nuestro dinero para gastar sino que gasta primero y luego toma prestado; primero gasta y luego cobra impuestos. Justo lo contrario de lo que piensa la gente. Es como si un estadio de fútbol primero tuviera que conseguir las entradas al recinto y luego venderlas; todo el mundo sabe que no es así. El gobierno emite sus propias entradas que son los dólares de Estados Unidos.

SMM: ¿Podemos considerar a la TMM como una rama del pensamiento Postkeynesiano?
WM: Yo pensaba que sí pero Pavlina Tcherneva escribió un artículo arguyendo que la TMM era una continuación de ese pensamiento y los mismos académicos postkeynesianos lo han negado. Dicen que hay alguna diferencia; así que supongo que constituyo mi propia escuela de pensamiento.

SMM: ¿Cuál es el vínculo entre la imposición y el desempleo?
WM: Este es uno de los aspectos que llevan a Bellofiore y otros a concluir que la TMM constituye su propia escuela de pensamiento. La finalidad de los impuestos es crear desempleo. ¿Por qué? Si no tuviéramos impuestos ni dinero del estado y el gobierno no hiciera nada, no habría lo que se define como desempleo: gente que busca empleo remunerado en una determinada moneda que emite el estado. Los desempleados no son personas que buscan colaborar con la Asociación Americana contra el Cáncer, sino que buscan empleo para conseguir dinero. A nivel macroeconómico los impuestos exigen que alguien en la economía tenga dinero para pagarlos o perderá su casa, su coche o algo peor. Así que (por culpa del dinero) ahora tienes a gente que busca trabajo remunerado. Eso es lo que llamamos desempleo.

Presuntamente el gobierno lo hace porque desea autoabastecerse. Quiere soldados, jueces, policías, maestros y profesionales sanitarios. El gobierno podría ir a un bar, emborrachar a alguien y arrastrarlo a la fuerza al juzgado para convertirlo en juez; pero no lo hacemos así. El estado crea un impuesto y éste la necesidad de conseguir el dinero para pagarlo. Después ofrece el dinero a la gente que quiere conseguir el empleo. Un cierto nivel de tributación crea un determinado nivel de desempleo. Si un impuesto de 1 billón de dólares dejara a 1 millón de desempleados y el gobierno solo contratara a medio millón, entonces debería poner un impuesto de medio billón de dólares o contratarlos a todos. ¿Qué sentido tiene que un gobierno deje a más gente desempleada de la que quiere contratar? No lo tiene, pero eso es lo que hacemos.

SMM: ¿Cuál es su análisis sobre el diseño del euro?
WM: Puede leer lo que escribí en 1996 donde describimos con bastante detalle lo que le ocurriría al sistema bancario y por qué. En su momento se trataba de conseguir un consenso para construir el euro y evitar el resurgimiento del nacionalismo. Si hay algún detalle que no funciona basta con cambiarlo. El que no funciona ahora es el límite (de déficit sobre el PIB) del 3%. Es fácil de cambiar; sé que está en los tratados pero estos se pueden modificar. Yo habría esperado que ya lo hubiesen hecho pero se aferran tozudamente a esta regla. De alguna manera están atrapados en su propia ideología.
Empiezo a ver señales de cambio.  Dos antiguos empleados del BCE me han reconocido que, cuando falla la política monetaria, necesitamos un ajuste fiscal. ¡Claro que siempre necesitamos el ajuste fiscal! La política monetaria nunca funciona. Creo que hemos llegado a ese punto en el que están labrando el camino hacia ese ajuste. Ojalá no esperen a que todo se venga abajo. Un simple ajuste fiscal como elevar el límite de déficit del 3% al 8% del PIB inicialmente sería suficiente para que la gente empezara a bailar en la calle.
Las estructuras básicas (del euro) funcionan: los cheques se compensan, puedes viajar por toda Europa y pagar en euros, mecánicamente todo funciona, pero las decisiones de política económica han sido contraproducentes.

SMM: ¿Por qué la política monetaria es ineficaz?
WM: Diría que sí es eficaz en cierto sentido: bajar los tipos al 0% es altamente deflacionista. Consigue lo que yo pienso que consigue, no lo que ellos creen. Otros piensan que reducir los tipos de interés añade a la demanda agregada; yo pienso que es lo contrario. Si bajan los tipos de interés los gobiernos gastan menos en intereses así que metes menos dinero; reduces el gasto y frenas la economía. Quizás sea solo una teoría. Otros dirían que si bajas los tipos de interés aumentarían los créditos y por tanto la demanda agregada; aunque hayan caído las rentas de la gente.

SMM: ¿Ha dicho que la estrategia de crecimiento basada en exportaciones no es sostenible?
WM: En primer lugar las exportaciones son un coste real. Exportas tu ahorro y riqueza reales a cambio de un crédito en un balance y en términos reales tu calidad de vida desciende. Además, si te haces competitivo, empiezas a exportar y eso es todo lo que haces, lo que ocurre es que tu divisa se aprecia hasta que pierdes esa ventaja y tus exportaciones desaparecen.

Esta estrategia podría incluir la compra de divisa extranjera y la venta de la propia. A eso lo llamo gasto extracontable, en vez de invertir en infraestructuras tu gasto público se va a la compra de reservas de moneda extranjera. No es mi primera opción pero sí que funciona para sostener lo que estás haciendo. En Europa el BCE no compra reservas de dólares porque no quieren dar la impresión de que al euro lo respalda el dólar de EE.UU. Así que se limitarán a dejar que su divisa se aprecie. Han conseguido un respiro porque han espantado a otros bancos centrales que dejaron el euro temporalmente porque el BCE anunció su política de relajamiento cuantitativo (QE) y dejó los tipos de interés en negativo. Por eso vendieron euros. Pero ahora la ponderación de esta moneda en sus carteras es demasiado baja. (La Eurozona) tiene un superávit comercial que contribuye a la escasez de euros y por tanto empezará a apreciarse.

SMM: ¿Podría explicar su idea de un empleo de transición?
WM: una vez que elevas el nivel de déficit al 8% el sector privado empieza a contratar empleados; se hinchan a vender y necesitan a gente para atender a sus clientes. Pero al sector privado no le gusta contratar a parados por lo que puede haber escasez de trabajadores con tasas de paro del 10%. Puedes arreglarlo con un programa de empleo de transición abierto a todo aquel dispuesto y apto para trabajar. Pagaría un salario mínimo y, una vez que alguien ha sido contrato, le da la oportunidad de demostrar que es puntual, aseado, responsable, que no se mete en líos y puede ser contratado por el sector privado. Cada vez que se han implantado este tipo de programas alrededor del mundo se ha demostrado su utilidad. Es una forma de conseguir que la gente haga la transición desde el sector público al privado.

SMM: Ahora que Bernie Sanders y Jeremy Corbyn están consiguiendo apoyo electoral creciente y dado que reciben el asesoramiento de economistas afines a la TMM ¿cree que su escuela de pensamiento ha ganado en reconocimiento dentro del pensamiento económico convencional?
WM: ¡Sí!