Cita de Roosevelt

"Ningún país, sin importar su riqueza, puede permitirse el derroche de sus recursos humanos. La desmoralización causada por el desempleo masivo es nuestra mayor extravagancia. Moralmente es la mayor amenaza a nuestro orden social" (Franklin Delano Roosevelt)

sábado, 19 de noviembre de 2016

¿Qué es el dinero? Parte II.

En el post anterior sobre el dinero explicábamos que el dinero se podía definir como una deuda "monetizable", es decir, que se podía asignar a un tercero en una transacción comercial. Lo que le confiere la característica de "moneda" es que sea aceptable por la otra parte porque el emisor sea considerado digno de crédito. Normalmente, cuando pensamos en dinero, pensamos sobre todo en el creado por el estado. Esto es consistente con la afirmación de que el estado es el creador en régimen de monopolio del dinero. Sin embargo este monopolio se refiere a la definición de la unidad de cuenta y la determinación de su valor. Pero otros agentes crean dinero.

Quienes tengan algunos años recordarán las letras de cambio. Actualmente son una antigualla pero hasta los años 80 era habitual pagar a los proveedores con una letra de cambio. La letra de cambio era un documento privado muy empleado en el tráfico comercial. Normalmente tenían vencimientos a plazos de 30, 60, 90 días o incluso plazos superiores. En una letra de cambio intervienen tres sujetos: el librador, el librado y el tomador o tenedor.
  • El librador o girador es la persona que emite la letra, incluyendo en el documento una orden de pago.
  • El librado es la persona designada por el librador en el título, es quien debe cumplir con la orden de pago, para lo cual deberá aceptar la letra, convirtiéndose en aceptante u obligado cambiario.
  • El tenedor o tomador es el sujeto que recibe la letra y la posee legitimamente, pudiendo exigir el cumplimiento de la orden de pago al librado llegado el momento del vencimiento.
Una característica de la letra de cambio es que puede ser endosada a un tercero. Es decir, si un comerciante tiene en su cartera letras de sus clientes no vencidas, podría utilizarlas para saldar sus propias deudas con terceros endosándoles letras entregadas por sus clientes (el librador o librado en la el título de crédito). En épocas en las que había poco dinero creado por el estado este tipo de papel comercial podía circular como si fuera dinero. En la siguiente imagen podemos ver el anverso y reverso de la letra de cambio. Es importante fijarse en el reverso pues en él existe espacio para sucesivos endosos de la letra de cambio. En cada transacción el endosante transmite el documento a un nuevo tenedor pero cada endosante sigue siendo responsable en el caso de que el librado no atienda el pago al vencimiento. Por eso una letra era tan buena como las firmas que aparecían en el documento. 



La letra de cambio surgió en le Edad Media y era en las famosas ferias, como la de Medina del Campo en Castilla, donde estas letras se compensaban saldándose la diferencia con numerario. Hasta el siglo XIX este tipo de documentos de crédito circularon ampliamente y era habitual ver una larga lista de firmas debida a sucesivos endosos. Si el espacio del reverso se agotaba se podían añadir más páginas para nuevos endosos.  Debido a su vinculación con el tráfico mercantil el volumen emitido se correspondía con el nivel de actividad económica. Sin embargo el nuevo tomador podía aceptar el papel con un descuento respecto al importe librado originalmente. Cuanto menor era el crédito de las firmas que aparecía en el documento mayor era el descuento que podía exigir un nuevo tomador.

Las letras de cambio se acercan mucho a la definición de dinero de Geoffrey W. Gardiner.
Si una obligación es endosable, puede ser utilizada no solo como medio de cambio sino también como reserva de valor. Si esta obligación no solo es endosable sino que además está expresada en términos de una medida patrón de valor, puede ser apropiadamente considerada como dinero. 
Sin embargo la letra de cambio no siempre se transmitían por su valor nominal. Quienes trabajamos en los 80 en departamentos financieros de las empresas recordaremos que era habitual que las empresas negociasen con sus bancos una línea de descuento de papel comercial. Para obtener liquidez, es decir, depósitos, un dinero con mayor grado de aceptación que una letra, llevábamos las letras de cambio que aun no habían vendido al banco donde las endosábamos con un descuento calculado en función de un tipo de interés y el plazo pendiente para su vencimiento para anticipar el cobro. Esto ocurría porque nosotros podíamos conocer a nuestros clientes y por tanto hacernos una idea cabal de su solvencia pero nuestros proveedores quizás no y por tanto era complicado a veces saldar nuestra deuda endosándoles letras de nuestros clientes Había proveedores que solo aceptaban en pago dinero bancario. De esta forma recibíamos un depósito en nuestra cuenta del banco y podíamos utilizar ese dinero para saldar nuestras deudas. En ocasiones recibíamos una sorpresa desagradable porque la letra que habíamos descontado no se atendía a su vencimiento y el banco nos cargaba en cuenta el importe nominal de la letra más una comisión de impago. Claramente las letras de cambio no son tan buenas como otros tipos de dinero.

Los bancos también crean una forma de dinero que llamamos depósitos bancarios. Estos depósitos pueden ser exigibles a la vista, en cuyo caso hablamos de cuentas corrientes, o pueden tener un plazo de vencimiento a partir del cual podemos disponer de su saldo, los depósitos o imposiciones a plazo. Cuando saldo una deuda puedo utilizar dinero del estado -billetes y monedas pero, -sobre todo para transacciones de mayor importe- puedo ordenar una transferencia desde mi cuenta bancario a la de mi acreedor. A diferencia de las letras de cambio, el dinero de mi cuenta bancaria se aceptará por su valor nominal sin descuento.

¿Por qué el dinero bancario tiene mayor aceptación que la de un comerciante? En los sistemas modernos el estado reconoce algunas formas de dinero aceptándolos como medio de pago. Puedo pagar mis impuestos con dinero del estado y también con transferencias desde mi cuenta bancaria (dinero bancario) pero no con una letra de cambio. Ésta es la razón principal por la que el dinero bancario tiene un grado de aceptación tan alto como el del estado. Pero hay otras. En primer lugar los estados modernos han creado fondos de garantía de depósitos que nos aseguran que cobraremos al menos una parte de nuestros depósitos en el caso de que nuestra entidad bancaria se volviera insolvente. Los bancos centrales están dispuestos a facilitar líneas de liquidez de emergencia a los bancos. Además, los bancos mantienen posiciones en títulos cotizados de alta calificación crediticia en sus balances para el caso de que necesiten generar liquidez inmediatamente. Los bancos centrales están dispuestos a comprar estos títulos y de esta manera ayudan a mantener la solvencia y liquidez de un banco en apuros. En definitiva es el respaldo del estado y su disposición a compartir el monopolio con los bancos el que permite que el dinero de éstos tenga la máxima aceptación. Este es un privilegio que concede el estado únicamente a quienes tienen una ficha bancaria y por tanto seguimos hablando de un régimen de monopolio (Observen que esto solo aplica para aquellos estados que disfrutan de soberanía monetaria. Éste no es el caso de los estados miembro del euro.)




Geoffery Ingham resume de esta manera la cuestión de la jerarquía del dinero:
Por tanto, si bien todo dinero es un crédito (o deuda) no se sigue que sea cierto lo contrario. No todo el crédito (o deuda) es dinero. (...) Es la trasferebilidad extensiva de la deuda y la creación de una jerarquía de aceptabilidad la que fue de importancia crucial en el desarrollo de una forma de dinero crediticio (circulante) (Ingham 2004). 

Una deuda puede ser incobrable lo cual quiere decir que el crédito es importante, "no todos los dineros han sido creados iguales". (Wray, 2012)
Así que para resumir, las tres proposiciones de Randall Wray son:

  • El dinero compra bienes y los bienes compran dinero pero los bienes no compran bienes.
  • El dinero siempre es deuda, no puede ser una mercancía, porque si no se violaría la proposición anterior
  • Una deuda puede ser incobrable lo cual quiere decir que el crédito es importante, "no todos los dineros han sido creados iguales".
En la siguiente parte profundizamos en la diferencia entre dinero bancario y dinero del estado y por tanto hablaremos de la diferencia entre dinero 'vertical' y 'horizontal'.


Referencias

Gardiner, G.W. The Primay of Trade Debts in the Development of Money. Capítulo en el libro Credit and State Theory of Money (2004), obra colectiva editada por Randall Wray. Edward Elgar, Chettenham, RU - Northampton MA, USA.

Ingham, G. The Emergence of Capitalist Credit Money. Capítulo en el libro Credit and State Theory of Money (2004), obra colectiva editada por Randall Wray. Edward Elgar, Chettenham, RU - Northampton MA, USA.

Wray, R. Modern Money Theory. A Primer on Macroeconomics for Sovereign Monetary Systems. (2012) Palgrave MacMillan. New York.

martes, 15 de noviembre de 2016

La crisis del PSOE, explicada a los italianos

Los compañeros de Rete MMT me publican un artículo que explica el golpe dentro del PSOE que llevó a Rajoy al poder. (En italiano). En el siguiente enlace se encuentra el artículo:


“Coup de parti” nel Partito Socialista Spagnolo

jueves, 10 de noviembre de 2016

¿Qué es el dinero? Parte I.

Está bien que la gente de la nación no entienda nuestro sistema bancario y monetario porque, si fuera el caso, creo que habría una revolución antes de mañana por la mañana.


Henry Ford

¿Qué es el dinero? Esta es una de las preguntas que se han respondido con mayor ofuscación entre los economistas. Sabemos que el dinero es útil pues nos sirve para realizar nuestras compras o incluso como medio de conservar una riqueza financiera. También sabemos que sirve para saldar nuestras deudas con nuestros acreedores. Sobre la utilidad del dinero no hay dudas entre los economistas. Donde existen diferencias a veces irreconciliables es en la comprensión de la naturaleza del dinero. El problema surge de nuestra historia monetaria pues hasta principios el siglo pasado del dinero presentaba la forma de un objeto metálico lo cual lo asemejaba a una mercancía, una especie de lingote de plata u oro con un sello del gobierno garantizando su pureza y peso. En la época del patrón oro muchos pensaron que el valor del dinero dependía del contenido de plata u oro de la moneda. Cuando se trataba de dinero en papel los billetes incluían una leyenda del tipo "El Banco de España pagará al portador 1000 pesetas" induciendo a su tenedor a pensar que en presentándolo en ventanilla de esa institución le entregarían tal importe en monedas de plata. Todavía muchos son los que piensan que el valor del dinero está respaldado por copiosas reservas de metales preciosos que se encuentran en las cámaras acorazadas de los bancos centrales.

La visión del dinero como mercancía se puede encontrar en Adam Smith, considerado por muchos como el primero en intentar formular la Economía como una ciencia, y por tanto desde el principio contaminó la visión del gremio sobre el dinero. Suele ir asociada a una leyenda sobre el origen del dinero que aparece en la Riqueza de las Naciones.

Pero cuando la división del trabajo dio sus primeros pasos, la acción de esa capacidad de intercambio se vio con frecuencia lastrada y entorpecida. Supongamos que un hombre tiene más de lo que necesita de una determinada mercancía, mientras que otro hombre tiene menos. En consecuencia, el primero está dispuesto a vender y el segundo a comprar una parte de dicho excedente. Pero si ocurre que el segundo no tiene nada de lo que el primero necesita, no podrá establecerse intercambio alguno entre ellos. El carnicero guarda en su tienda más carde de la que puede consumir y tanto el cervecero como el panadero están dispuestos a comprarle una parte, pero solo pueden ofrecerle a cambio los productos de sus labores respectivas. Si el carnicero ya tiene todo el pan y toda la cerveza que necesita, entonces no habrá comercio. Ni uno puede vender ni los otros comprar y, en conjunto, todos serán recíprocamente menos útiles. A fin de evitar los inconvenientes derivados de estas situaciones, toda persona prudente en todo momento de la sociedad, una vez establecida originalmente la división del trabajo, procura naturalmente manejar sus actividades de tal manera de disponer en todo momento, además de los productos específicos de su propio trabajo, una cierta cantidad de alguna o algunas mercancías que, en su opinión, pocos rehusarían aceptar a cambio del producto de sus labores respectivas.
Y más adelante Smith añade, que, para superar los inconvenientes de una economía basada en el trueque, el hombre, tras haber ensayado la utilidad para tales propósitos de las conchas, del ganado, o de la sal,

En todos los países, sin embargo, los hombres parecen haber sido impulsados por razones irresistibles a preferir para este objetivo a los metales por encima de cualquier otra mercancía (Smith, A. 1994).
En otro post trataré de demostrar que esta historia no se sostiene a la luz de la evidencia aportada por la historia, la arqueología y la antropología. La idea de que en un pasado remoto los hombres se dedicaban a canjear en el mercado unas mercancías por otras en función de una relación de intercambio de cada mercancía por cada una de las demás resulta improbable y ni los antropólogos ni los arqueólogos que han investigado sociedades monetarias han encontrado rastro de tal civilización. La historia del uso de oro como dinero-mercancía también resulta improbable. Como dice Wray

Incluso si solo se intercambiasen unas pocas docenas de mercancías, la gimnasia mental que habría que ejercer para llegar a un vector de equilibrio de ratios de precios relativos -el valor de cada mercancía medido en términos de oro- sería muy difícil, ya que de alguna manera todos los comerciantes de la sociedad tendrían que converger a precios de equilibrio. (Wray, 2012)

Algo que requeriría el poder de computación de un ordenador.

La visión del dinero-mercancia no tiene mucho sentido. Según la visión del dinero-mercancía alguien tendría que producir esa mercancía para ponerla en circulación. Pero ¿qué fondos podría utilizar para comprar el insumo y el trabajo necesarios para producir esa mercancía? La experiencia nos dice que la gente no produce mercancías para comprar dinero y acabar con otras mercancías. Más bien parecería que el proceso productivo empieza con dinero para producir mercancías con las que conseguir dinero, a ser posible más del que se tenía inicialmente. Ese dinero es el que nos permite luego comprar todas las demás mercancías que necesitemos pero también nos permite guardar poder adquisitivo con intención de utilizarlo en un momento futuro. El objetivo del proceso productivo en una economía monetaria es conseguir dinero, no mercancías. Precisamente la existencia del dinero es el origen del desempleo: gente que quiere dinero pero no lo encuentra. Si el dinero fuera una mercancía la forma de obtenerlo sería tan sencillo como poner a personas a trabajar en producir esa mercancía. Si el dinero se pudiera cultivar o creciera en los árboles sería sencillísimo producirlo en forma de hojas. Pero resulta evidente que si el dinero lo pudiéramos producir como mercancía su valor caería. El dinero no puede pues ser una mercancía que se pueda producir con trabajo. Precisamente lo que permite que el oro tenga valor es su escasez o la dificultad en encontrarlo. Sin embargo esa virtud es también su principal problema para funcionar como dinero: la imposibilidad de que la oferta monetaria crezca a la par que la actividad económica.

Por ahora baste decir que este mito, integrado en el texto del que se propone como fundador de la ciencia económica, nos plantea actualmente un problema irresoluble: ¿cómo podemos explicar que hoy solo circule dinero fiat, es decir, dinero que no está respaldado por ninguna mercancía? ¿Cómo puede ser que se acepten en pago billetes de banco que no son más que un pedazo de papel sin ningún valor intrínseco? ¿Cómo explicamos que la mayoría de los pagos en realidad se formalizan mediante meros apuntes contables y transmisiones electrónicas entre bancos?

Resulta evidente que en la economía contemporánea nadie se dedica a trasegar lingotes de oro para formalizar un pago. A estas alturas debería resultar evidente para cualquier persona que el dinero no es una mercancía. Incluso argumentaré en otro post que en la época del patrón oro no era el metal precioso el que daba valor a la moneda sino la predisposición del estado a comprar el metal a un precio determinado el que fijaba su valor.


La discusión anterior nos permite entender la primera proposición fundamental sobre la naturaleza del dinero por Randall Wray (Wray, 2012) a partir de una célebre frase de Grower (1965)-

El dinero compra bienes y los bienes compran dinero pero los bienes no compran bienes.

El dinero no es una mercancía sino un activo financiero, para el que lo tiene en su poder. Pero si es un activo financiero entonces tiene que ser un pasivo de otra persona. Ante todo el dinero es pues un reconocimiento de una deuda. ¿De quién? Del emisor, ya sea éste un banco o un gobierno.

Una característica del dinero es que permite expresar una deuda en una unidad de cuenta. En definitiva, el dinero nos permite medir una determinada cantidad de deuda. De la misma manera que el grado Celsius nos permite medir una temperatura y el metro una distancia, un peso, un dólar o un euro nos permite cuantificar una deuda. Por tanto el paso lógico previo para que exista dinero es definir esa unidad de cuenta. Veremos posteriormente que la definición de unidades de cuenta históricamente precede a la creación del dinero físico en las civilizaciones antiguas.

¿Quién define esa unidad de cuenta? Adam Smith puede tratar de vendernos que fue el sector privado actuando de forma espontánea en los mercados pero ni el sistema métrico decimal fue acordado espontáneamente en los mercados ni tampoco lo fue la unidad de cuenta. Son los estados los que determinan la hora oficial y las unidades de medida de peso, distancia o temperatura. De la misma manera es el estado el que define lo que es un dólar, un peso, una peseta o un euro. Ese privilegio corresponde al estado y a nadie más. Por supuesto mengano y zutano pueden acordar medir una distancia en pies de la talla del pie de mengano, lo cual puede resultar útil si no cuentan con una regla en ese momento. Igualmente pueden acordar la firma un pagaré denominado en pepinos pero será difícil que este pagaré circule fuera del escueto circuito económico integrado por mengano y zutano. De hecho algunas empresas han creado sus propios sistemas monetarios, normalmente ligados a sistemas de fidelización de clientes. Muchas gasolineras, líneas aéreas y tiendas facilitan a sus clientes su propia tarjeta de puntos, a veces con nombres imaginativos. Pero es el comerciante el único que define el valor de esos puntos en relación a otras unidades monetarias y normalmente solo pueden redimirse dentro de su propio comercio.

Pero si queremos que una distancia sea comprendida con precisión por todos tendremos que utilizar una medida oficial. Ya en los antiguos fueros de la España medieval se recogía como delito la manipulación de los pesos y medidas y se designaba a funcionarios municipales la función de "visitar" o controlar la fidelidad de las que empleaban los comerciantes en los mercados. En la Edad Media la definición de los patrones de pesas y medidas eran una competencia municipal pero en el siglo XIX esta competencia fue centralizada en el estado para facilitar el comercio. De la misma manera los estados definen actualmente la unidad monetaria oficial en el ámbito de su soberanía. En este sentido el dinero es una unidad tan abstracta e intangible como el metro, el litro o el grado Celsius. Podemos comprender lo que significa un dólar, un maravedí o un euro pero no podemos palparlo ni tocarlo. Ni el dólar ni el peso son un lingote de plata de unas determinadas dimensiones o peso. Ésta unidad de cuenta solo puede ser definida y administrada de forma eficaz y confiable por una autoridad reconocida por todos, es decir, por el estado.

El dinero es por tanto un pagaré que describe una deuda adquirida en una transacción sin contrapartida y medida en una determinada unidad de cuenta. En una transacción sin contrapartida se produce un intercambio en el que A entrega a B un bien. B queda en deuda con A y lo reconoce verbalmente o mediante un documento. En este segundo caso B emite un pagaré o nota de crédito. B, el deudor, es el emisor del dinero y A, el acreedor, es el usuario. Para que el dinero de B sea válido A tiene que confiar en B, si no, no sería posible la transacción.

Cualquiera puede crear dinero y de hecho lo hacemos de forma inconsciente constantemente. Si yo te invito a un café y tú consideras que quedas en deuda conmigo y te ves obligado a saldar esa deuda comprándome un café al día siguiente has emitido implícitamente un pagaré, un "vale por un café", que más o menos formalmente puedo redimir al día siguiente. El dinero no es más que el reconocimiento de un crédito y todos podemos pasar de la situación de acreedor o deudor. Como lo explica Michell-Innes
Comprando nos convertimos en deudores y vendiendo nos convertimos en acreedores y, siendo todos compradores y vendedores, somos todos por tanto deudores y acreedores. En cuanto deudores podemos cancelar la deuda con nuestros acreedores reconociéndoles una deuda por importe equivalente al que ellos a su vez han contraído (Mitchell-Innes, A, 1913).

Cuando B vuelve a encontrarse con A puede entregarle otra mercancía que A necesite. De esta forma el dinero creado por B quedaría cancelado. El dinero se crea y se destruye casi instantáneamente, como dos partículas de materia y antimateria que cuando se encuentran se aniquilan mutuamente. Alternativamente A podría entregar el dinero de B a C en otra transacción en la que éste le entregue al primero un bien o servicio. Podemos imaginar una situación en la que el pagaré de B siga circulando por la economía, pasando de mano en mano, sin que nunca se cancele. Si B tiene un crédito elevado en la sociedad su dinero será bueno y será aceptado por otras personas. Ciertamente esto puede ocurrir con el dinero del gobierno. Hay millones de billetes de banco que emitió el Banco de España denominados en pesetas y nunca se devolvieron cuando se introdujo el euro. Cuanto más aceptable sea un pagaré más características intrínsecas del dinero tiene.


El problema, como decía Hyman Minsky, es conseguir que acepten tu dinero. Un atributo del dinero es su grado de aceptación, y eso en definitiva depende del crédito que merece el emisor. Cuanto más aceptado sea un pagaré por el público general más cercano se encuentra a la definición de dinero. Podemos hablar de una jerarquía del dinero, una pirámide en cuya cúspide encontramos el de mayor aceptación, el dinero del estado. Es obvio que el dinero más aceptado es el del estado y la razón es que todos somos deudores del estado. El estado nos obliga a pagar impuestos en la moneda que crea él mismo y por tanto todos lo necesitamos para saldarlos. Para ello tenemos que buscar y conseguir ese dinero, bien vendiendo nuestros servicios o productos al estado directamente, bien vendiéndolos a otros que han conseguido dinero anteriormente. Podemos considerar que el dinero es un crédito fiscal, la deuda que asume el estado con nosotros cuando le entregamos un bien o servicio y que solo se redime cuando nosotros lo devolvemos al estado para cancelar nuestros impuestos, esa deuda que nos ha impuesto el estado.

Como afirma Wray en su segunda proposición sobre el dinero:
el dinero siempre es deuda, no puede ser una mercancía, porque si no se violaría la proposición anterior (Wray 2015).

Otro día seguiremos explicando el dinero creado por los bancos y profundizaremos en la jerarquía del dinero.


¿Qué es el dinero? Parte I

¿Qué es el dinero? Parte II

¿Qué es el dinero? Parte III

¿Qiué es el dinero? Parte IV


¿Qué es el dinero? Parte V

Referencias:

Mitchell-Innes, A. What is Money? (1913). Banking Law Journal, May, pp. 377-408. Reproducido como capítulo en Credit and State Theory of Money (2004).
Smith, A. La Riqueza de las Naciones. Libros I, II y III y Selección de los Libros IV y V (1994). Alianza Editorial.
Wray, R. Modern Money Theory. A Primer on Macroeconomics for Sovereign Monetary Systems. (2012). Palgrave MacMillan. New York.

lunes, 7 de noviembre de 2016

¿Qué es el neoliberalismo?

Por neoliberalismo entiendo una doctrina originada en torno a diversos pensadores, muchos de ellos participantes en una célebre reunión convocada por Friedrich Hayek en la villa francesa de Mont Pelèrin, y a la que acudieron Ludwig Von Mises, Karl Popper y Ludwig Erhard, entre otros. Este fue el acto fundacional de la Mont Pelerin Society. Sus postulados se hallan muy lejos del laissez faire liberal al que se suele asociar equivocadamente. El neoliberalismo es un proyecto político que pretende transformar nuestra sociedad en un experimento de ingeniería social sin precedentes. Esta doctrina considera que el mercado es un mecanismo de procesamiento de información y asignación de recursos superior al estado. Frente a la abundante evidencia histórica y antropológica en contra, intenta persuadirnos de que el mercado es el estado natural del hombre y que cualquier otra forma de organización social y política es artificial. El estado debe estar sometido al mercado antes que al ciudadano, actuando mediante una democracia constreñida que lidere una tecnocracia impermeable a las exigencias sociales. Bajo la guisa de la liberalización en realidad se crea una nueva regulación que deja inerme al individuo pero libera a la gran corporación multinacional. Los servicios del estado deben ser sometidos a la comercialización: la educación, la enseñanza, las cárceles, las oficinas de empleo dejan de ser bienes públicos para convertirse en oportunidades de negocio y bienes de consumo. Si bien el neoliberal asegura defender una libertad sin límites el suyo es un concepto restringido que otorga una plena libertad para que algunos individuos puedan realizar sus aspiraciones egoístas en el libre mercado pero nos ata las manos a los demás. Por ello aspiran a eliminar todas las barreras al libre movimiento de bienes y capitales. Desde su óptica individualista, las consecuencias en términos de desigualdad no solo no serían indeseables, sino que serían un resultado necesario del funcionamiento del capitalismo y una fuerza motriz para la innovación y el progreso. Por ello los ricos no son unos parásitos sino ejemplos de conducta a los que envidiar y emular y las exigencias de igualdad serían las quejas de unos perdedores resentidos. Solo se puede contar con el mercado para aportar las mejores soluciones incluso para los problemas que crea el propio mercado. Las empresas no pueden equivocarse y es contraproducente tratar de limitar el poder de oligopolios y monopolios. El neoliberalismo coloca a la economía en el centro y a los hombres al servicio del mercado. Tales serían las características del proyecto neoliberal tal como las describe Mirowski (Mirowski & Plehwe, 2009).