La modernidad y el progreso siempre tienen sus detractores. Los amish decidieron mantenerse apegados a sus castizas vestimentas y modo de vida tradicional y rechazaron las ventajas de la tecnología contemporánea. Los carlistas de España rechazaron la llegada del liberalismo y propugnaron la vuelta al antiguo régimen provocando hasta tres guerras civiles. Los creacionistas han conseguido que en algunas escuelas del Medio Oeste estadounidense no se enseñe la evolución de las especies en los colegios. Mariló Montero y los actuales directivos de Televisión Española siguen defendiendo tradiciones bárbaras como el Toro de la Vega o las corridas, preferentemente en horario infantil.
La vuelta al patrón oro es imposible salvo que queramos inducir una contracción tan monumental de la economía que la actual depresión de la Eurozona parezca un resfriado comparado con un caso de Ébola. El patrón oro (oro-oro, en el sentido que pretende nuestro economista rallado) exigiría que todas las emisiones de moneda tuvieran su respaldo por un valor equivalente en metal amarillo.
Pues bien, las reservas de oro en los Bancos Centrales de toda la zona Euro ascienden a 338 mil millones € (datos del Banco Central Europeo). El agregado monetario M3 según datos del BCE asciende a 10 billones €. Regresar al patrón oro supondría una contracción de la oferta monetaria similar a la experimentada por un cuerpo atraído por un agujero negro del centro de nuestra galaxia. El PIB total de la Eurozona asciende a unos 10 billones € y por tanto todas nuestras reservas de oro no suponen ni el 4% del tamaño de nuestro PIB. De volver al patrón oro, sin que aumentara la velocidad del dinero hasta romper la barrera del sonido, nuestra economía se contraería sin remedio. Se produciría una deflación tremendamente destructiva para comerciantes, asalariados y fabricantes; o vista de otra forma, el precio del oro subiría hasta la estratosfera. ¿Y si nos pusiéramos a cavar en busca de todo el oro que pudiera quedar en nuestros subsuelo? La producción mundial de oro no superó las 2.700 toneladas en 2012, equivalente a unos $ 26 millones al precio actual, que por otra parte fluctúa mucho y está sometido a una fuerte especulación. Esa producción anual no sirve ni para pagar las propinas en los bares. La vuelta al patrón oro es manifiestamente imposible salvo que intencionadamente se busque la destrucción de todas las economías modernas.
Algunos economistas, sobre
todo de la escuela austriaca, se han mostrado partidarios de anclar el precio
de nuestra moneda a una materia prima, como ocurrió durante la era del patrón
oro que se inició en el siglo XIX y se abandonó definitiva tras el colapso del
sistema de Bretton Woods en 1971. En
este sistema, surgido tras la Segunda Guerra Mundial, el precio de la divisa de
EEUU se fijó a razón de 35 dólares por onza de oro. Las demás divisas fijaban
su cotización a su vez con la de EEUU y, si disponían de dólares, podían
exigirle a la Reserva Federal su conversión en metal. El sistema se vino abajo
porque EEUU necesitaba expandir su oferta monetaria para hacer frente a la
Guerra de Vietnam, el choque de los precios del petróleo y la implantación de
sus nuevos programas sociales. Los franceses amenazaron con convertir sus
reservas de dólares a oro si los americanos continuaban expandiendo su oferta
monetaria y exigieron que las emisiones de nueva moneda tuvieran el respaldo de
reservas de oro en valor equivalente. El presidente Nixon tomó la decisión de
abandonar temporalmente la convertibilidad y dejar que la moneda fluctuase
libremente.
Pues bien, las reservas de oro en los Bancos Centrales de toda la zona Euro ascienden a 338 mil millones € (datos del Banco Central Europeo). El agregado monetario M3 según datos del BCE asciende a 10 billones €. Regresar al patrón oro supondría una contracción de la oferta monetaria similar a la experimentada por un cuerpo atraído por un agujero negro del centro de nuestra galaxia. El PIB total de la Eurozona asciende a unos 10 billones € y por tanto todas nuestras reservas de oro no suponen ni el 4% del tamaño de nuestro PIB. De volver al patrón oro, sin que aumentara la velocidad del dinero hasta romper la barrera del sonido, nuestra economía se contraería sin remedio. Se produciría una deflación tremendamente destructiva para comerciantes, asalariados y fabricantes; o vista de otra forma, el precio del oro subiría hasta la estratosfera. ¿Y si nos pusiéramos a cavar en busca de todo el oro que pudiera quedar en nuestros subsuelo? La producción mundial de oro no superó las 2.700 toneladas en 2012, equivalente a unos $ 26 millones al precio actual, que por otra parte fluctúa mucho y está sometido a una fuerte especulación. Esa producción anual no sirve ni para pagar las propinas en los bares. La vuelta al patrón oro es manifiestamente imposible salvo que intencionadamente se busque la destrucción de todas las economías modernas.
Al margen de que no parece
demasiado inteligente dejar que el crecimiento de la oferta monetaria esté
limitada por la generosidad de la naturaleza lo cierto es que el oro no es un
buen anclaje para los precios porque su cotización resulta demasiado volátil. Un
mejor anclaje para la moneda es el precio del trabajo, que manifiesta leves
variaciones de su precio respecto a la mayoría de los bienes. El siguiente gráfico
muestra la evolución del índice de precios del oro y de los costes salariales
tomando como índice las condiciones vigentes al final del primer trimestre de
2000. Es fácil observar que el precio del trabajo ha oscilado mucho menos que
el del oro. Además es difícil especular con el precio del trabajo. Resultaría
sorprendente que un operador de mercado tratara de contratar a un elevado número
de trabajadores para especular con su precio. Por estas razones el salario es
un buen anclaje para los precios. Si el estado es capaz de fijar el precio del
trabajo asegurará tanto una elevada estabilidad de precios.
pero el oro en ese grafico vale mas que el salario de los trabajadores no?
ResponderEliminarentiendo que mis ahorros desde 2004 se habrian triplicado verdad?
La cuestión relevante es la estabilidad del valor de la moneda. Vincular el valor de la moneda al precio de un activo que puede subir mucho en el mercado es deflacionista: todos los demás bienes y salarios tendrían que bajar de precio de forma dramática lo cual tendría unos efectos muy perjudiciales para los balances de muchos hogares y empresas y causaría unos niveles muy elevados de desempleo. Evidentemente vincular el precio de la moneda al oro puede favorecer a los ahorradores, que podrán comandar un poder de compra creciente. Por eso el patrón oro siempre ha sido impulsado por los partidarios de la acumulación y concentración de la riqueza en pocas manos. Pero eso se hace a costa del bienestar de la mayor parte de la sociedad.
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