Esteban Cruz Hidalgo, Agustín Mario y Stuart Medina Miltimore
Artículo publicado originalmente en El País Digital el 19/9/2020
En las últimas semanas han habido un número de evaluaciones críticas de la MMT (Teoría Monetaria Moderna) en este mismo medio (https://elpaisdigital.com.ar/contenido/teora-monetaria-moderna-y-periferia/27863 y https://elpaisdigital.com.ar/contenido/la-pelota-y-el-dinero/28035).
Nos enfocamos aquí en las que consideramos las ideas clave de las críticas para el sistema monetario actual (1):
1) aumentar el gasto para alcanzar el pleno empleo puede ser conflictivo/apresurado pues implica desconocer (o creer que no existe en un régimen de tipo de cambio -TC- flotante) la restricción externa -RE-, la cual impone limitaciones al gasto público en $ (ilusión ortodoxa 1)
2) controlar la demanda es suficiente para frenar la inflación (ilusión ortodoxa 2)
3) Argentina no es monetariamente soberana
4) Si estableciera una política de tasa de interés cero, la Argentina perdería definitivamente su moneda nacional
5) la MMT debería adaptarse a los desafíos del subdesarrollo
6) en lugar de las propuestas de política de la MMT (empleo de transición -ET-, TC flotante, tasa de interés cero y no endeudamiento en moneda extranjera), deberían perseguirse saldos comerciales positivos para acumular reservas y, así, relajar el objetivo fiscal
Algunas aclaraciones previas antes de abordar los puntos indicados pueden resultar útiles. Aunque en la traducción más usual al castellano puede parecer lo contrario, es el dinero lo que es moderno (en el sarcástico sentido de Keynes en el Treatise, es decir, el dinero de los últimos 4000 años) y no la teoría: MMT es la teoría del dinero moderno. Es preciso aclarar además, porque allí podría residir la clave de algunas interpretaciones equivocadas de los críticos, que la MMT no es “una variante de la visión keynesiana”, en el sentido de estímulo generalizado a la demanda agregada suplementado con propuestas de tipo de cambio fijo (pero ajustable) con controles de capital.
Gastar lo necesario para alcanzar el pleno empleo puede ser conflictivo: la RE limita el gasto en pesos
Según los críticos, la MMT -al igual que las finanzas funcionales- recomienda aumentar el gasto público hasta el pleno empleo, lo cual si bien sería correcto en general puede ser “conflictivo” y/o “apresurado” en una economía como la Argentina. A diferencia de lo que señala la MMT, el gasto público estaría “sometido a limitaciones diversas” dadas por la escasez de metales preciosos/dólares y, más evidentemente, en el caso del gasto en importaciones.
De hecho, la inexistencia (o el desconocimiento) de la RE sería una de las “ilusiones ortodoxas” de la MMT. Ilusiones que, incluso, asemejarían a la MMT con los economistas del macrismo. Lejos de ser expansivas, las devaluaciones reducen el salario real y alcanzan el equilibrio externo achicando la economía (un “mecanismo forzado de estabilización de la miseria”).
Es cierto que la MMT recomienda gastar lo necesario para alcanzar el pleno empleo pero, a diferencia de las políticas “keynesianas” de estímulo de la demanda, propone hacerlo de un modo específico: a través de un programa de ET.
El estado puede decidir vincular su moneda a un metal precioso y, en ese caso, su gasto queda limitado a la disponibilidad de dicho metal (como en cualquier régimen de tipo de cambio fijo). La capacidad de importar viene dada por las exportaciones más el deseo de ahorro del resto del mundo de la moneda doméstica: si el deseo de ahorro neto del resto del mundo es nulo entonces por cada dólar de importaciones el país deberá contar con un dólar de exportaciones. Esta es, ciertamente, una RE (límite al crédito externo). Si se necesitan dólares para importar más, endeudarse en moneda extranjera es una opción (no recomendada por la MMT) pero no una obligación.
Los balances balancean. Por definición, el déficit de cuenta corriente debe ser igual al superávit de la cuenta capital y financiera -incluyendo la variación de reservas-. Este hecho contable no implica asumir que las devaluaciones sean expansivas: si sube el tipo de cambio (TC) y la economía se contrae, simplemente aumentará el pool de empleo de transición lo que, a su vez, pondrá un piso a la recesión. Lamentablemente, las objeciones al TC flotante “olvidan” la principal propuesta de política de la MMT, el ET. El “estrangulamiento de las cuentas externas” no tiene sentido como tal en un régimen de TC flotante; pero, si significa “no podemos importar todo lo que querríamos” entonces sí enfrentamos una RE. El salario real de los actualmente desempleados no se reduce, ya que es cero. Para los desocupados, el empleo de transición no es miseria sino más bien todo lo contrario. Con un empleo de transición, el desempleo ya no puede usarse para equilibrar las cuentas externas. La alternativa es usar el desempleo para sostener los ingresos reales -y en dólares- de quienes ya tienen ingresos.
La RE se vería agravada por la “fuga de capitales”, es decir, las “decisiones de cartera que perjudican a las monedas de menor jerarquía, especialmente en período inflacionarios”.
La inflación puede aumentar la demanda de activos alternativos. Algunas veces, parece olvidarse que para que alguien compre/venda dólares algún otro tiene que venderlo/comprarlo. Si la transacción se realiza es porque ambos están satisfechos con los términos del intercambio, esto es, el precio. En cualquier caso, aunque el deseo de ahorro neto en moneda doméstica del sector no-gubernamental no es una decisión de política (quizás a esto se refieran los críticos cuando sostienen que “la unidad de cuenta nunca es completamente determinada por la autoridad política”), la “fuga de capitales” no tiene porque implicar desempleo doméstico, excepto que se considere que se necesitan dólares para crear empleo.
El control de la demanda es insuficiente para frenar la inflación
Otra ilusión ortodoxa de la MMT sería que controlar la demanda es suficiente para frenar la inflación.
Para la MMT, siendo el peso un monopolio público, el nivel de precios es necesariamente una función de los precios que paga cuando gasta. Si fija un precio -por ejemplo, el de la hora de trabajo básico en un empleo de transición- entonces, por definición, no puede haber inflación/deflación. Aunque la inflación no es algo malo en sí mismo, el empleo de transición cuenta con un mecanismo para controlarla: si lo considera deseable, el gobierno puede disciplinar la puja distributiva (los “crónicos conflictos distributivos” a los que se refieren los críticos) modificando la composición del empleo total utilizando el resto del gasto público -aquél no destinado al empleo de transición- y los impuestos.
Por otra parte, no hay que haber estudiado demasiado a la MMT para darse cuenta de que los “economistas del macrismo” hicieron de todo excepto seguir las recomendaciones de la MMT.
Argentina no es monetariamente soberana
Los críticos sostienen, en base a una oración del reciente bestseller de Kelton “The Deficit Myth”, que la Argentina no es monetariamente soberana.
La deuda en moneda extranjera, indudablemente, impone restricciones para gastar lo necesario para alcanzar el pleno empleo. Sin embargo, la única razón para cumplir los compromisos en moneda extranjera es continuar endeudándose, algo que la MMT recomienda prohibir para todo el estado, incluidas las empresas públicas. En cualquier caso, el debate sobre el grado de soberanía monetaria puede resumirse en la siguiente pregunta: ¿puede la Argentina eliminar el desempleo a través de un empleo de transición? La propia Kelton ofrece la respuesta sólo unas páginas más adelante al referirse a la experiencia argentina de 2001 con el plan Jefes cuando “dejó de fijar su tipo de cambio” y “optó por no pagar la deuda externa”. El propio Warren Mosler ha propuesto cesar los pagos de la deuda en dólares, una opción de política que permitiría recuperar la soberanía monetaria.
Si implementa una política de tasa de interés cero, la Argentina perdería definitivamente su moneda nacional
Según los críticos, en un país como la Argentina, la propuesta de la MMT de fijar la tasa de interés en cero por ciento sería “la manera más rápida y eficaz para perder definitivamente la moneda nacional”. Por el contrario, proponen tasas de interés “atractivas”.
En la medida que podamos imponer obligaciones impositivas -y hacerlas cumplir- no perderemos la moneda nacional. Las tasas de interés “atractivas” pueden aumentar el ingreso de dólares en el corto plazo pero -como demuestra la reciente experiencia del macrismo-, a partir de cierto tamaño de la deuda pública, predomina el canal de ingresos por intereses el cual tiende a depreciar -y no a apreciar- el TC. Lo que es peor, los intentos por controlar el TC pueden explicar, en buena medida, las bruscas devaluaciones de los últimos años. Si bien siempre se pueden cumplir las obligaciones en pesos, endeudarse a tasas “atractivas” implica indexar la economía y usar espacio fiscal para beneficiar a quienes ya tienen dinero.
La MMT debería adaptarse a los desafíos del subdesarrollo
Al igual que la ortodoxia monetaria, la principal limitación de la MMT sería interpretar al estado norteamericano como la norma. Los seguidores de la MMT en la periferia deberían “adaptar su cuerpo conceptual a los desafíos reales y monetarios del subdesarrollo”, lo que exigiría una teoría del estado.
La MMT es una teoría del dinero que es inseparable de una teoría del estado: el estado impone una obligación impositiva y al declarar aquello que sirve para cumplirla define lo que es dinero. La teoría es general y puede explicar tanto la situación de EEUU como la de los demás países (incluido el “paradigmático” caso argentino). En pocas palabras, cuanto mayor sea el deseo de ahorro de una moneda mayor será el espacio fiscal: en la medida en que la gran mayoría de los países del mundo -y los economistas- creen que deben acumular reservas de dólares para poder gastar, desarrollarse, etc., EEUU puede disfrutar de todos los bienes producidos domésticamente más lo que el resto del mundo desea venderle (el déficit del sector público puede ser “grande” porque el sector no-público -privado y externo- desea acumular “muchos” activos financieros netos denominados en dólares). Argentina no tiene ese privilegio, pero eso no implica que no pueda comprar el trabajo desempleado que, por definición, está a la venta a cambio de pesos.
Saldos comerciales positivos para acumular reservas y relajar el objetivo fiscal
Los críticos sostienen que “agresivas políticas mercantilistas para conseguir saldos comerciales positivos y acumular metales preciosos” están lejos de ser una “caricatura sin sentido” en tanto permiten “relajar el objetivo fiscal”.
Acumular reservas no relaja, en modo alguno, el objetivo fiscal. En realidad, parece que los críticos siguen pensando en un marco de TC fijo en el que sí hacen falta dólares para gastar en pesos. De hecho, la cita de Keynes a menudo utilizada para defender las políticas mercantilistas se refiere a un régimen de TC fijo (del que los autores parecen no poder librarse) y es esencialmente correcta: como lo muestran los regímenes de TC fijo a lo largo de la historia, la actividad económica y el empleo doméstico quedan presos del resultado externo. La buena noticia es que no hay necesidad de auto-imponerse tal restricción.
Para la economía en su conjunto, las importaciones son un beneficio real; las exportaciones, un costo real: las exportaciones son el costo (real) de las importaciones. De aquí que no tiene sentido acumular reservas como objetivo de política (2). Se trata, en realidad, de maximizar las importaciones netas, dado el deseo de ahorro neto de pesos por parte del resto del mundo. Si tanto preocupa la depreciación del peso a la que supuestamente conduciría un TC flotante, debe tenerse en cuenta que acumular reservas implica un TC por encima del de no intervención (como lo muestra la propia experiencia Argentina del período 2002-2008).
El estado no está obligado a que el sector privado desee ahorrar pesos en términos netos. Si el sector privado desea un ahorro neto positivo (superávit), lo racional es gastar lo suficiente para satisfacerlo (déficit); de lo contrario, habrá desempleo (y el sector privado sólo puede desear desahorrar en la medida en que haya ahorrado previamente ya que, de lo contrario, no podrá cumplir la obligación impositiva). A pesar de que los críticos consideran que “el peso dejó de funcionar como reserva de valor hace décadas”, el desempleo es evidencia de que el deseo de ahorro neto de pesos no ha sido satisfecho aún. Por más que suela actuar como si estuviera obligado a “correr detrás de la pelota”, es evidente que el estado es, en realidad, el dueño de la pelota (y quien lleva el marcador!).
Reflexiones finales
Para los críticos, el desarrollo sería un prerrequisito para la soberanía monetaria y el pleno empleo. Si bien es posible que el crecimiento esté limitado por las exportaciones, no es cierto que se necesite crecer para luego crear empleo: la propuesta de la MMT es crear empleo para luego, quizás, crecer. Las recomendaciones de política de la MMT no harán -necesariamente- rico a un país pobre; simplemente, minimizarán el costo real que implica mantener desocupadas a quienes están dispuestos a vender su tiempo a cambio de la unidad de cuenta estatal.
El pleno empleo no debería considerarse una “estrategia defensiva”, especialmente para quienes hoy se encuentran desempleados. La alternativa es seguir usando el desempleo para controlar el TC y/o acumular reservas.
Quizás la analogía futbolística explique la confusión de los críticos: en el fútbol, el objetivo no es controlar la pelota sino hacer un gol más que el rival.
Referencias 1
Wray, L. R. (1998): Understanding Modern Money: The Key to Full Employment and Price Stability, Edward Elgar.
Referencias 2
(1) Según los críticos, la concepción del dinero de la MMT no permite comprender: i) las guerras para controlar rutas comerciales; ii) la avidez por metales preciosos; iii) las cesaciones de pago (crisis de endeudamiento) estatales; y, iv) las rebeliones contra los impuestos. Nada de eso es incomprensible y, mucho menos, una crítica a la MMT (al respecto, ver, por ejemplo, el capítulo 3 de Wray, 1998).
(2) Acumular dólares no sirve a la utilidad pública. La crisis del COVID-19 muestra que esto ni siquiera tiene sentido “estratégico”: por más reservas que se hayan acumulado, estas pueden ser inútiles para comprar, por ejemplo, insumos médicos producidos en otros países (lo cual también muestra que sí podría tener sentido acumular reservas estratégicas de ciertas mercancías).