Como venimos haciendo desde hace algunos trimestres, analizamos de nuevo la evolución de los balances sectoriales aprovechando la reciente publicación de la contabilidad nacional por sectores institucionales correspondiente al tercer trimestre.
El análisis del segundo trimestre se caracterizó por el crecimiento sin precedentes del déficit público medido como necesidad de financiación. En el tercer trimestre, en cambio, nos ha llamado poderosamente la atención cómo el Estado inmediatamente ha tratado de corregir el déficit del período anterior. De hecho la necesidad de financiación, según publica el INE, fue de apenas 2.897 millones € frente a los 61.589 millones del anterior trimestre. En el gráfico el sadlo del Estado es casi imperceptible. Se consiguió la situación inaudita de que los tres sectores institucionales alcanzasen saldos cercanos a 0.
Puede haber factores estacionales que expliquen este comportamiento y, efectivamente, la serie histórica muestra que el tercer trimestre suele incluso mostrar un saldo positivo en los últimos años de relativa bonanza.
Sin embargo, nos resulta muy preocupante porque delata una falta de comprensión del Gobierno acerca de la gravedad de la crisis que nos acecha. La política de Calviño, Montero y Pedro Sánchez solo puede calificarse de temeraria e irresponsable. Han confiado en que la reapertura de la actividad económica y la “salvación” de la temporada turística sería suficiente para obrar el milagro de la recuperación en “V” y, por tanto, pensaron que ya no sería necesario incurrir en más gastos extraordinarios. Esta actitud explica por qué, tras la desastrosa experiencia del segundo trimestre, no se optara por un plan de inversión pública en nuestro deteriorado sistema sanistario, en el desarrollo de una vacuna, en la contratación del personal sanitario que urgentemente necesitamos (ya no hablemos de darle una compensación económica por haber hecho una esfuerzo heroico durante el segundo trimestre; por toda recompensa el personal sanitario debe conformarse con aplausos desde los balcone a las 20:00), en la dotación de camas UCI o en articular un sistema de vigilancia de la COVID-19 adecudamente dotado de rastreadores. Por supuesto nada de ayudas a los sectores arruinados por los tres meses de confinamiento.
La actitud del gobierno español ha sido suicida. Han tirado por la borda un tiempo precioso para cortar de raíz la pandemia o, al menos, poner los medios para evitar que una segunda oleada fuera tan nociva o que se pudiera extender a una tercera ola. Nos da la impresión de que el Gobierno de España ha decidido no reaccionar ante una situación catastrófica confiándolo todo a los fondos Next Generation EU que se propusieron en el Consejo Europeo de julio. Se ve que en ese momento Calviño y Montero decidieron que su trabajo había terminado y que tenían que ceñirse a evitar que aumentase el déficit del Estado aplicando la austeridad preventiva que exige el disfuncional diseño de la unión monetaria europea.
Es innegable que la reapertura de la actividad ordinaria durante el verano ayudó a que la producción recuperase algo de tono muscular. Pero tras meses de postración la recuperación solo podía ser parcial. Así lo delata la evolución de la renta nacional. La recuperación observada en el tercer trimestre solo puede describirse como el rebote del gato muerto.
Serie histórica: renta nacional (fuente INE)
Durante el tercer trimestre los hogares revirtieron en parte el ahorro acumulado durante el segundo trimestre. Aun así lo reciente del trauma experimentado por la población, la falta de claras perspectivas económicas, la sensación de incertidumbre e inseguridad que prevalecen han dado como resultado que la tasa de ahorro haya sido espectacularmente elevada, la segunda más alta en la serie histórica desde 2009.
Evidentemente esto ha tenido su impacto en la capacidad de financiación de las empresas que han tenido uno de los registros más pobres de los últimos años. Pero éste es un dato agregado. Nos tememos que la calidad de los balances de muchas empresas se habrán deteriorado caminando sin remedio hacia el concurso de acreedores. Lo que nos revela el análisis de balances sectoriales es que no sería posible que las empresas no financieras mejorasen sus balances si otros sectores no están dispuestos a aportar los activos financieros que lo hicieran posible. En este tercer trimestre todos lo sectores actuaron con cautela; nadie quiso correr grandes riesgos. El magro endeudamiento de unos se correspondió con el escueto ahorro de los otros sectores.
La gravedad de la crisis económica que aflige a toda la zona euro se refleja también en la atonía de la demanda exterior. Si hubo un pequeño superávit de la economía española la explicación más plausible está en las condiciones deprimidas de la demanda nacional que compensaron la pérdida de exportaciones e ingresos turísticos.
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