Un interminable lustro ha transcurrido desde que se inició la
crisis griega. Durante estos cinco años los políticos europeos y los
responsables del FMI han recurrido a una narrativa que culpaba a los griegos y
justificaba las políticas de austeridad. Este relato tiene una evidente
inspiración ideológica neoliberal y está plagado de errores cuando no de
falsedades. Pero eso no ha sido óbice para que los medios más influyentes lo
hayan repetido ad nauseam con el celo del propagandista. Hemos
sido testigos de cómo los dirigentes europeos y los representantes del FMI han
reprendido reiteradamente a los griegos con un insultante tono de superioridad
moral.
La campaña ha
tenido éxito y me atrevería a afirmar que una gran parte de la sociedad
comparte esta narrativa. Por eso, cuando llegaron al poder Tsipras y Varufaquis
con un discurso radicalmente distinto acerca de las causas de la crisis y
exigiendo cambios de políticas, muchos han reaccionado con indignación. Quizás
por eso oímos a dirigentes socialistas españoles como Felipe González o Pedro
Sánchez, por ejemplo, declarando que Tsipras se ha equivocado al convocar el
referéndum o al retar a la troika para renegociar las condiciones del rescate.
Uno esperaría más solidaridad de los dirigentes del centro izquierda con el
nuevo gobierno.
Aunque el propio
Varufaquis ha definido acertadamente a la Economía no como una ciencia sino
como ideología con ecuaciones, creo que eso no nos exime de tratar los datos y hechos con
algo más de rigor. Si se le dan al lector algunos que cuestionan asertos
reiteradamente afirmados quizás aprecie que los políticos de Syriza tienen algo
de razón en sus reivindicaciones. También puede que sirva para que el lector
reciba con menos hostilidad las propuestas que postulan otras políticas
económicas y entender por qué la austeridad impuesta desde la Troika estaba
condenada a fracasar. Esta es la selección de mitos que pretendo desmontar o
poner en contexto.
Mito nº 1. El gobierno griego gastó sin mesura en los años previos a la crisis.
La siguiente tabla muestra cómo evolucionó el nivel de gasto público en proporción al PIB de varios países de la Unión Europea y la media para los países de la UE..
Fuente: Eurostat
Al lector le costará encontrar la curva de Grecia en el gráfico
porque está enterrado entre las de otros países europeos. Si Grecia hubiera
hecho algo distinto a lo que hicieron los demás, su curva sería fácil de
localizar en el gráfico. Una vez hallada entre la maraña podrá comprobar cómo
en los años previos a la Crisis Financiera Global (CFG) el gasto público griego
osciló entre el 44% y el 47% del PIB, cerca de la media de los 27 países de la
Unión Europea (UE27) y no muy superior al de Alemania. Ya iniciada la crisis
todos los países aplicaron políticas expansionistas e incrementaron su gasto;
hasta que llegó la reacción neoliberal de 2010. Realmente Grecia no tuvo un
comportamiento excepcional. Fue más aberrante el de España que prefirió
mantener un nivel de gasto público muy bajo similar al de algunos países de
Europa Oriental.
Mito nº 2. El Gobierno griego ha sido incapaz de recaudar impuestos
Este mito es parcialmente cierto. Grecia mantuvo un permanente
déficit público durante los años anteriores a la crisis. Al igual que otros
estados mediterráneos salidos de dictaduras derechistas, Grecia tiene un estado
raquítico con escasos recursos para obligar al pago de impuestos. España
resolvió el problema optando por un nivel de prestaciones sociales inferior al
de la media comunitaria. Grecia prefirió mantener un déficit elevado. Por esta
razón quizás Grecia consiguió mantener un nivel de empleo más elevado que
España durante los años anteriores a la crisis.
Pero eso era antaño; hogaño Grecia podría considerarse el estado
más virtuoso de la Unión Europea pues mantiene un superávit estructural o
cíclicamente ajustado. Es decir, si no hubiese desempleo, Grecia tendría un
superávit fiscal mayor que el de Alemania. El problema es que un
posicionamiento fiscal de este tipo es fuertemente contractivo, especialmente
si coincide con una profunda depresión. La razón es que en una recesión se
contrae el consumo privado. Una reducción adicional del gasto público en estas
circunstancias solo puede llevar a una contracción aún mayor de la economía.
En macroeconomía el gasto agregado es idéntico al ingreso de todos
los factores e idéntico a los productos y servicios que produce la economía
durante un período (el PIB). Es crítico entender estas identidades contables
para entender por qué la austeridad está siempre condenada al fracaso. Reducir el
gasto agregado de todos los sectores no genera un ahorro, como se dice a menudo
equivocadamente, sino a una reducción del PIB. En las negociaciones con el
gobierno de Tsipras la Troika pretendía imponer un nuevo ciclo de austeridad
que llevaría inevitablemente a una profundización de la depresión.
Mito nº 3. La deuda griega es tan elevada debido a su sobredimensionado gasto militar.
Es cierto que Grecia ha mantenido un nivel de gasto militar en
porcentaje del PIB más elevado que muchos países europeos. Ese gasto quizás
podía haberse utilizado en otros gastos socialmente más útiles o en reducir el
déficit. Sin embargo, en la Grecia salida de la dictadura de los coroneles y con
una convulsa historia de guerras civiles, el estamento militar consiguió
reservarse un mayor trozo de la tarta presupuestaria. La tensa relación con su
vecino turco sin duda ha contribuido a esta hipertrofia militarista. Sin
embargo esta partida ha venido cayendo en los últimos años. Si tenemos en
cuenta que en la razón gasto militar/PIB el denominador ha caído más de un 25%
esta caída es aún más espectacular. En las negociaciones con la Troika se
estaban discutiendo recortes adicionales entre 200 y 400 millones €. No estaría
de más recordar que los EE.UU. llevan años pidiendo a sus socios europeos que
incrementen su gasto militar hasta un umbral de al menos el 2%.
Mito nº 4. La crisis de deuda se debe al endeudamiento público.
Si bien Grecia salió de la crisis petrolera de los años 70 con un
elevado nivel de deuda pública, lo cierto es que los niveles respecto al PIB se
mantuvieron desde entonces relativamente estables. Por tanto la elevada deuda
pública fue una herencia de décadas anteriores.
Al igual que en España, fue el sector privado el que se endeudó de forma insostenible en la primera década del siglo. Después de la CFG fueron el deseo del sector privado de reducir su endeudamiento con el consiguiente desplome del consumo y la inversión privados; la concomitante caída en la recaudación fiscal y aumento del gasto público por efecto de los estabilizadores automáticos (gasto en prestaciones de desempleo y otras políticas anticíclicas); y el desplome del denominador (el PIB) los que llevaron la deuda pública a niveles insostenibles. En el siguiente gráfico la curva azul muestra el crédito al sector privado en miles de millones de euros y la curva roja la deuda griega en porcentaje del PIB.
Numerosos países han mantenido niveles de deuda pública elevados
sin excesivas consecuencias. Ejemplos de ello son EE.UU. y Japón. Sin embargo
estos países no tienen problemas de solvencia. ¿Nunca se ha preguntado el
lector por qué Grecia no puede sostener un nivel de deuda del 175% de PIB y
Japón sí puede con una que duplica su PIB? La razón reside en que un estado
emisor de moneda nunca puede quebrar (con la condición de que se endeude en su
propia moneda y no en una moneda extranjera).
Supongamos que mañana un acreedor del estado japonés exige el
cobro de un bono por valor de 100 millones de yenes. El Tesoro del Japón
simplemente le entregará a cambio otros 100 millones de yenes que ha creado el
Banco de Japón de la nada. Se habrá producido un simple intercambio de una
deuda por otra deuda, unos papeles por otros.
En cambio al vencimiento de un bono emitido por el estado griego
éste se tiene que asegurar de que cuenta con el importe equivalente en euros y
éstos los tiene que conseguir vía impuestos. Grecia no puede crear euros pero
antes sí podía crear dracmas de la nada. Fueron la conversión de la deuda
histórica griega de dracmas a una moneda que no controla y la pérdida de un
banco central que actuara como prestamista de último recurso las que han
convertido la deuda griega en un problema.
Mito nº 5. El gobierno griego maquilló sus cuentas para entrar en el euro.
Este mito es cierto pero no seamos tan "meapilas". Si la
UE no hubiese marcado los arbitrarios límites del Tratado de Maastricht para
entrar y permanecer en el Euro, Grecia y otros países no habrían tenido que
recurrir al expediente de falsear sus cuentas. No hay ningún criterio
científico que diga que la deuda pública de un estado tenga que ser inferior al
60% ni el déficit público inferior al 3%. Las reglas de ese tratado fueron una
ocurrencia de los políticos franceses y alemanes. Digamos que los países
de la Eurozona se pusieron la soga al cuello.
Sí, en 2001
Goldman Sachs realizó un préstamo secreto que le permitió al gobierno griego
ocultar el nivel real de su deuda. Lo trágico es que la transacción tuvo tal
complejidad que el Gobierno griego no entendió el producto que estaba comprando
ni pudo juzgar sus riesgos y costes [Bill Mitchell en Eurozone Dystopia (2015)
citando a Dunbar y Martinuzzi (2012)].
Sin embargo en
ejercicios de creatividad contable Grecia estuvo muy bien acompañada de otros
países, incluida la "virtuosa" Alemania. En 1997, Theo Waigel, a la
sazón ministro de Hacienda alemán, preocupado porque su país no conseguía
cumplir con el criterio de déficit exigido por el Tratado de Maastricht,
intentó que el Bundesbank valorara sus reservas de oro a precios de mercado
para registrar un beneficio que enjugara el desequilibrio de ese año. En este caso el
banco central se opuso pero Alemania cayó en su propia trampa pues no tardó en
convertirse en el primer país que incumplió las normas del Tratado de
Maastricht. Todos los países hicieron la vista gorda para asegurar el éxito de
la operación.
Mito nº 6. Naciones europeas como España han sido solidarias con Grecia.
Recientemente el presidente Rajoy soltó, con ese tono solemne que
emplea para decir obviedades, una de sus frases más brillantes refiriéndose a
Grecia: «una cosa es ser solidario y otras es serlo a cambio de nada". Es
verdad que España ha sido muy solidaria, pero no con el pueblo griego, sino con
los bancos alemanes y franceses que eran los principales acreedores de Grecia
en 2009. En ese año los bancos españoles prácticamente no tenían exposición a
ese país, es decir apenas habían concedido préstamos al país heleno. Los
grandes acreedores eran los bancos franceses y alemanes.
A través de los mecanismos de rescate europeos, la Facilidad
Europea de Estabilidad Financiera y el programa SMP del BCE, España
indirectamente ha prestado avales y garantías a Grecia por importe de 27 mil
millones €. Sin embargo, la mayor parte de estos fondos se utilizaron para
cancelar los préstamos bancarios pendientes a 31 de diciembre de 2009. El
programa europeo de rescate de los bancos franceses y alemanes a costa del
pueblo griego ha sido muy eficaz.
Fuente: Banco Internacional de Pagos para los datos de los bancos; FEEF y BCE para las ayudas del plan de rescate a Grecia
Conclusión
Lo malo de analizar los datos desde distintas ópticas es que te
pueden arruinar una bonita fábula. Si los políticos europeos, los medios y los
economistas fueran más objetivos y honestos, habrían reconocido ya que la
crisis la ha provocado una unión monetaria mal diseñada.
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