Todos los sectores tienen discrecionalidad sobre sus decisiones de ahorro e inversión pero ninguno tiene la garantía de poder alcanzar sus objetivos. En el marco político actual, si el sector privado y el estado compiten por disminuir sus respectivos déficit, será siempre el sector privado el que venza, pero lo hará a costa de provocar una recesión. En las circunstancias actuales el gobierno español debería renunciar a sus objetivos de déficit para asegurar que el sector privado consiga terminar el ajuste de sus balances más rápidamente. Ergo, el gobierno debe comunicar a Bruselas que no cumplirá con el PEC.
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