Cita de Roosevelt

"Ningún país, sin importar su riqueza, puede permitirse el derroche de sus recursos humanos. La desmoralización causada por el desempleo masivo es nuestra mayor extravagancia. Moralmente es la mayor amenaza a nuestro orden social" (Franklin Delano Roosevelt)

jueves, 5 de septiembre de 2024

Propuestas de hacienda funcional frente al desconcierto fiscal

 No hay notica política procedente de Cataluña que no despierte pasiones nacionales. Ha ocurrido de nuevo con el preacuerdo entre Esquerra Republicana de Catalunya y el Partit del Socialistes de Catalunya para investir a Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat. En el preacuerdo de gobierno se prevé un sistema tributario, muy parecido al concierto de País Vasco y Navarra, donde la “Generalitat gestione, recaude, liquide e inspeccione todos los impuestos soportados por Cataluña y aumente sustancialmente la capacidad normativa”. La “aportación catalana a las finanzas del Estado integra la aportación por el coste de los servicios que el Estado presta a Cataluña y la aportación a la solidaridad… a través un porcentaje de participación en los tributos”, una especie de “cupo” catalán como el que se calcula de forma un tanto opaca para País Vasco y Navarra.

Las reacciones sobre la ruptura de la solidaridad no se han hecho esperar. El PP ha hablado de un “golpe de Estado fiscal”. Los barones socialistas se han opuesto al acuerdo denunciándolo como un atentado a la igualdad. Estas reacciones viscerales sólo tienen sentido desde el punto de vista neoclásico de los impuestos, donde estos son necesarios para financiar el gobierno. Pero esta perspectiva de los impuestos procede de la época del patrón oro, sistema monetario superado hace ya décadas, y está obsoleta.

Analizar el preacuerdo desde la perspectiva de la teoría monetaria moderna (TMM) puede ayudar a serenar el debate. También contribuye a mitigar los históricos sentimientos de agravio comparativo que tanto han envenenado los debates sobre la financiación autonómica y que llegaron al paroxismo con la desafortunada expresión «Espanya ens roba».

Revisando la función de los impuestos desde la perspectiva de la TMM

Empecemos por una comprensión sobre la función de los tributos en un sistema de moneda fiduciaria. Primera sorpresa: estos no financian el gasto público. El Estado tiene necesidad de aprovisionarse y lo hace entregando, su moneda, es decir, créditos fiscales a sus proveedores y trabajadores. El Estado emite una moneda que aceptamos porque la necesitamos para pagar nuestra deuda tributaria. Por tanto la TMM invierte la secuencia tributaria: el Estado tiene que entregar a los ciudadanos aquello que sirve para pagar los impuestos antes de que podamos hacerlo. Los impuestos también sirven para mejorar la distribución al cancelar poder adquisitivo entre los más adinerados aunque nuestro escasamente progresivo sistema tributario apenas consigue tal efecto.

Esta perspectiva nos permite entender el enfoque de la hacienda funcional. Frente a la visión de que un Estado debe equilibrar sus cuentas públicas, que inspira tanto los tratados de la UE como la reforma del artículo 135 de la Constitución, se impone la alternativa de que debemos equilibrar la economía. En otras palabras, el gobierno debe reducir los impuestos o aumentar el gasto público cuando el desempleo es alto. El gobierno debe aumentar los impuestos o bajar el gasto público en la situación —hogaño casi milagrosa por infrecuente— de que un alto nivel de empleo pueda desencadenar un episodio de inflación. Desde esta perspectiva, el déficit fiscal es una variable residual que resulta de las políticas que equilibran la economía.

Identidad de saldos sectoriales

Otro concepto relevante es la ‘identidad de saldos sectoriales’. Todo pasivo financiero es necesariamente el activo financiero de otra persona. Por tanto, la suma de todos los activos financieros de la economía es idéntica a la de todos los pasivos financieros. Si dividimos la economía entre el sector público y el sector privado entonces la deuda pública es, por identidad contable, el ahorro financiero neto del sector privado. Si seccionamos la economía en tres sectores, público, privado doméstico y resto del mundo, encontraremos que la suma de sus posiciones financieras netas es exactamente igual a cero. Esta identidad se refleja en la ilustración facilitada a continuación cuya simetría se deriva de esta identidad. Ergo, si un territorio tiene un superávit comercial con el resto del mundo, entonces está adquiriendo activos financieros que son un pasivo financiero para el resto del mundo. Estos activos normalmente serán devengados por el sector privado doméstico.


Ilustración 1. Identidad de saldos sectoriales, elaborado a partir de datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística.

En cambio, si un territorio tiene un déficit comercial entonces está generando pasivos financieros para el resto del mundo. Si pretendemos que su gobierno tenga un superávit fiscal, esto resultará en un creciente endeudamiento del sector privado doméstico tanto con el gobierno como con el resto del mundo. Es una posición financiera peligrosa, como la que vivió la España de Zapatero con el celebrado superávit fiscal que precedió al estallido de la burbuja inmobiliaria. Es crucial advertir que la posición financiera normal del gobierno es deficitaria porque el sector privado desea acumular moneda del Estado.

Soberanía monetaria

Por último, hay que mencionar el concepto de no convertibilidad. El emisor de una divisa que no incorpora la promesa de convertirla a oro o a otra divisa a un precio determinado ni emite deuda denominada en la divisa de otra potencia jamás será insolvente. En cambio, una administración local no emite su propia moneda divisa y por tanto tiene que conseguirla vía impuestos o deuda para financiar su gasto público.

La no convertibilidad de una divisa bajo régimen flotante es una situación envidiable. Desafortunadamente, la situación de España, desde su entrada en el Sistema Monetario Europeo primero y en el euro después, es ambigua. Por una parte es uno de los 18 estados emisores del euro, una divisa no convertible. Por otra parte el Estado español ha aceptado someterse a reglas de déficit y deuda completamente disfuncionales que limitan su capacidad de aplicar políticas fiscales discrecionales de carácter anticíclico. Esta situación complicará el análisis del “concierto” propuesto para Cataluña pero es crucial para entender la posición que desarrollaré a continuación.

¿Solidarios o insolidarios?

El concierto —llámame mentiroso, Montero—, que ahora se pretende trasladar a Cataluña ¿equivale a menos solidaridad de los catalanes con el resto de España? Desde el punto de vista de los ciudadanos de Cataluña la situación apenas cambia: los impuestos seguirán destruyendo su poder de compra y no irán destinados a financiar nada. Ignoramos si los catalanes se beneficiarán de alguna reducción impositiva por vivir bajo un régimen de concierto fiscal pero pensemos que algunas comunidades autónomas sometidas al régimen común, como Madrid, han eliminado de facto el impuesto sobre el patrimonio, una medida tributaria regresiva que beneficia a las grandes fortunas, mientras que el País Vasco no lo ha hecho. Así pues, nada garantiza que los catalanes vayan a pagar menos impuestos. En cualquier caso ningún ciudadano es más solidario que otro por pagar los tributos que la ley les exige. Los catalanes y madrileños en promedio pagan más que los extremeños o castellano manchegos simplemente porque tienen en promedio mayor nivel de renta.

Tampoco el pago de un “cupo” al Estado nos dice nada acerca de la supuesta solidaridad o insolidaridad de los vascos y navarros ya que esas transferencias al Estado suponen la cancelación de esos créditos fiscales. El cupo no financia nada.

Desde el punto de vista del gasto, ¿mejorará el nivel de prestaciones que reciban los ciudadanos de Cataluña? Hay una queja histórica de infracinanciación de la Comunidad Autónoma. Si examinamos  la ejecución del gasto público por las comunidades autónomas existe evidencia de que los ciudadanos que viven en los territorios forales se han beneficiado de mayores niveles de gasto. Esto puede deberse a preferencias ideológicas en la composición del gasto público de las administraciones autonómicas. Pero también puede deberse a que la financiación per cápita que han conseguido el País Vasco y Navarra es muy superior a la que el Estado ha facilitado a los territorios de régimen común. Pero Cataluña, Castilla-La Mancha y Extremadura, comunidades autónomas dentro del régimen común, han podido ejecutar un nivel de gasto público per cápita muy superior al de Madrid. Estos datos cuestionan el relato victimista de los nacionalistas catalanes. El contraste entra Navarra y Madrid es sonrojante, casi el doble de gasto per cápita para la primera.

Sin embargo, considero que este es el resultado inevitable de las políticas impuestas por nuestra pertenencia a una unión monetaria con un fuerte sesgo hacia la austeridad fiscal. El Estado podría haber transferido mayores cantidades a todas las comunidades autónomas para asegurar mayores niveles de bienestar y equilibrio territorial si su actuación fiscal no hubiese estado sometido a reglas fiscales absurdas. Los altísimos niveles de desempleo que padecemos indican que contamos con un amplísimo espacio fiscal para hacerlo.


Ilustración 2. Desigualdad territorial en gasto per cápita ejecutado por las Comunidades Autónomas (Fuente: elaboración propia a partir de datos del Ministerio de Hacienda para las obligaciones netas de gasto reconocidas y del INE para la población

Uniones monetarias sin uniones fiscales

El preacuerdo propone  un cambio metodológico en la financiación de Cataluña. Bajo un “concierto” la financiación de la administración pública catalana ya no dependería de una transferencia desde el Estado sino de la cesión de créditos fiscales que hasta ahora los ciudadanos catalanes entregaban a la AEAT. El presupuesto disponible para la Generalitat podría resultar en mayores recursos bajo un régimen de concierto aunque los cálculos dependerán del ciclo económico, del importe del “cupo” catalán acordado y de las competencias que retenga el Estado que impliquen ejecución de gasto público en Cataluña.

Conviene advertir que el modelo no está exento de riesgos para los territorios que operan bajo un régimen de concierto en caso de crisis económica. Para entender esto pensemos que el régimen de concierto, llevado al extremo, es un antecedente de unión monetaria sin unión fiscal, como el euro. De hecho, al igual que en la zona euro, se imponen reglas de gasto, déficit y deuda que una comisión integrada por el Estado y los gobiernos vasco y navarro acuerdan de forma opaca y sin debate democrático.

En la zona euro no existe ninguna instancia federal capaz de ejecutar gasto público que pueda dirigirse de forma discrecional hacia una región que sufre un shock asimétrico. Hasta que el BCE se mostró dispuesto a comprar deuda emitida por los estados, eso suponía que solo había una salida posible a una crisis asimétrica como la que sufrió el Sur de Europa a partir de 2009: austeridad y devaluación interna.

En el caso de País Vasco y Navarra, y, en el futuro, Cataluña, una crisis económica podría provocar una caída de la recaudación. Como son regiones sin capacidad de emitir moneda, una caída de la recaudación implica riesgo de insolvencia e impago de su deuda pública y por consiguiente una fuerte presión para reducir el déficit público recortando prestaciones y gasto público. Tal fue la experiencia de Puerto Rico o de los países del Sur de Europa en la UE entre 2010 y 2012. Durante la reciente epidemia de COVID-19 País Vasco y Navarra fueron las comunidades autónomas que sufrieron las mayores caídas en sus ingresos. Como explica el Informe de la AIReF sobre Ejecución presupuestaria, deuda pública y regla de gasto 2020 la

“caída de ingresos por la crisis, que podría suponer entre 3 décimas y cerca de 1,5 puntos en las CC.AA. de régimen común, y se espera muy superior en las de régimen foral.”

En los territorios de régimen común el Estado no podía dejar de realizar las transferencias comprometidas en los presupuestos generales del Estado. Afortunadamente para el País Vasco y Navarra, el Estado “toleró” mayores niveles de déficit en estos territorios gracias a la suspensión de las reglas de gasto y déficit decretada en la zona euro. Pero, ante una grave epidemia, los incrementos de gasto público de esas administraciones fueron demasiado tímidos, sin duda lastrados por un excesivo conservadurismo fiscal de las administraciones públicas vascas y la caída en los ingresos corrientes que podrían comprometer la calificación de la deuda pública vasca. Por tanto la extensión del sistema de concierto conlleva un fuerte riesgo de imprimir un sesgo procíclido al gasto público si no modificamos el actual marco institucional de hacienda “responsable”.


Ilustración 3. Resumen de ejecución presupuestaria consolidado del Gobierno Vasco y Diputaciones Forales.

Afortunadamente sí existen políticas de gasto público ejercidas desde el Estado y una instancia fiscal “federal”, la Seguridad Social. En caso de una crisis económica en esos territorios las transferencias del resto del Estado en forma de pensiones de jubilación y otras prestaciones como las del desempleo pueden ejercer un efecto anticíclico. Los nacionalistas, imprudentemente salvo que quisieran establecer su propia divisa, llevan años pidiendo la transferencia de la Seguridad Social. Además el concierto hasta ahora ha sido sostenible para las administraciones locales vascas y navarra porque el gasto territorializado, incluyendo las transferencias de la Seguridad Social, ha sido favorable al País Vasco.

Esta función fiscal anticíclica que puede ejercer el Estado central sigue existiendo pese a que ha estado reiteradamente en riesgo porque la zona euro carece de un banco central que actúe como debe. Si el BCE se niega a comprar nuestra deuda la capacidad del Estado de acudir con una política discrecional en apoyo de las administraciones que operan bajo el régimen del concierto la función anticíclica está periclitada. En 2024, por ejemplo, el BCE ha dejado de actuar como comprador de último recurso de nuestra deuda pública y eso limita la capacidad de nuestro estado en caso de que se produzca una crisis económica.

Mercantilismo autonómico

Existe otra razón que explica la sostenibilidad de las haciendas vascas y navarra. Se deriva del análisis de saldos sectoriales y su relación con el comercio internacional e interregional. Estas regiones cuentan con un fuerte tejido industrial lo cual implica que seguramente han mantenido un superávit por cuenta corriente positivo durante años. Es decir, el empresario y el ahorrador vasco han conseguido acceder a activos financieros creados por otras administraciones públicas. Las administraciones forales, con su reducido nivel de déficit público, no habrían podido hacerlo en igual medida. El modelo del concierto, como el euro para Alemania, es favorable para economías netamente exportadores: el resto del mundo les suministramos los activos financieros en las que sus clases pudientes quieren mantener sus ahorros. Más les vale a Euskadi y Navarra evitar un déficit comercial porque entonces la capacidad del sector privado para acumular ahorro financiero empezará a disiparse con celeridad. Cataluña tiene también un fuerte tejido industrial que seguramente haga posible al sector privado catalán acceder a ahorro financiero neto a través de las exportaciones al resto de EspañaEsto puede parecer positivo para catalanes, vascos y navarros pero en realidad es un infortunio: sus ciudadanos están entregando el fruto de su esfuerzo a los ciudadanos de otros territorios a cambio de que sus capitalistas puedan acumular mayores beneficios.


Ilustración 4. Saldos comerciales internacionales y interregionales de Cataluña (Fuente: C-Interreg).

En conclusión

Así pues, una comprensión de la teoría monetaria moderna nos permite varias cosas.

  • No podemos afirmar nada acerca de la supuesta insolidaridad de los ciudadanos del País Vasco, Cataluña y Navarra con los del resto del Estado. Estas valoraciones carecen totalmente de sentido.
  • Existen discriminaciones por el lado de las prestaciones que reciben los ciudadanos de sus gobiernos autonómicos pero esto tiene poco que ver con el régimen tributario. El Estado podría haber implantado un sistema de financiación autonómica más generoso y equilibrado de no haber primado los criterios arbitrarios sobre reglas de gasto y déficit que nos impone la pertenencia a la zona euro. Las altísimas tasas de desempleo españolas nos informan de que el Estado disponía de un amplísimo espacio fiscal para hacerlo.
  • Nos obliga a hacer preguntas acerca de la sostenibilidad de ese modelo e identifica algunos riesgos para el caso de una crisis asimétrica. Permitir que cada vez más comunidades autónomas —recordemos que sin capacidad de emisión monetaria— asuman toda la recaudación puede imprimir una mayor volatilidad de carácter procíclico a la ejecución del gasto público.
  • Todo lo anterior nos plantea la necesidad de que una instancia federal o central tenga las herramientas para asegurarle a la ciudadanía el máximo nivel de bienestar y garantizar la estabilidad macroeconómica.

Algunas propuestas modestas

En base a mi comprensión de la TMM me permito hacer las siguientes propuestas para salir del desconcierto fiscal en el que nos ha metido la perspectiva neoclásica sobre los impuestos.

  1. Establecer unas reglas tributarias con tipos impositivos mínimos que impidan la competencia fiscal a la baja. En la UE tal acuerdo existe sobre el papel pero no en la práctica. Países como Irlanda, Luxemburgo y Países Bajos, de facto o de iure, aplican tipos impositivos reducidos a las grandes sociedades mercantiles. Parece justo exigir un mínimo de lealtad en un territorio en el que se protege el derecho a mover capitales libremente.
  2. Garantizar un mínimo nivel de bienestar en todo el Estado mediante un paquete de prestaciones para los ciudadanos con independencia del territorio en el que vivan. Podría incluir un plan de empleo garantizado o de transición, un estándar mínimo de prestaciones de salud, un sistema educativo bien financiado y un parque público de vivienda de alquiler social.
  3. Necesitamos alguna instancia “federal” capaz de aumentar los impuestos si fuera menester para ampliar el espacio fiscal del Estado. Por ejemplo podría ser necesario liberar recursos reales para dedicarlos a un plan ambicioso de transición energética. Aunque soy muy crítico con el carácter profundamente regresivo de las cotizaciones, mantendría la Seguridad Social como competencia del Estado. Mi propuesta sería que el Estado tuviera capacidad de implantar un tributo sobre el patrimonio en todos los territorios.
  4. Exigir un marco institucional que no limite la capacidad de gasto público del Estado para poder aplicar políticas de gasto discrecionales dirigidas en caso de crisis económica. Personalmente prefiero la salida del euro y recuperar la peseta pero un acuerdo con los otros estados miembros de la UE que obligara al BCE a actuar como comprador de último recurso de nuestra deuda pública también valdría (les deseo suerte negociando con nuestros socios del Norte).
  5. Un programa de inversiones públicas para revitalizar la España que se está quedando atrás —las dos Castillas, Asturias, Canarias partes de Aragón, Galicia y Extremadura—, que podría incluir, entre otras ideas, la recuperación de las cajas de ahorro o la creación de otra tipología de entidades de crédito local, el fortalecimiento de la red ferroviaria de media distancia, la revitalización de las oficinas de Correos y un acuerdo para el impulso del sistema nacional de ciencia con centros ubicados por todo el territorio.

Desde la perspectiva de la TMM y con un programa que garantizase estos mínimos no habría ningún obstáculo a extender el sistema del concierto a todas las comunidades autónomas. Además el rencor sobre agravios comparativos y comunidades infrafinanciadas desaparecería. De hecho la publicación de saldos fiscales territorializados dejaría de tener interés. Sería mejor olvidarse de ellos y dejar de publicarlos.

Por último, recordemos que esta sensación de agravio de los catalanes y de otras regiones de España no habría surgido sin la política de austeridad permanente que nos ha impuesto nuestra pertenencia a la zona euro.

lunes, 16 de enero de 2023

NOVEDAD EDITORIAL: Modern Monetary Theory. Key Insights, Leading Thinkers



 Esta obra colectiva proporciona una descripción actualizada de la Teoría Monetaria Moderna (TMM) con contribuciones de los principales expertos del mundo. La edición ha sido coordinada por Randall Wray, profesor de economía del Levy Institute; Phil Amstrong, profesor de York College; y las fundadoras de la Gower Initiative de Modern Money Studies (GIMMS) Sara Holland, Claire Jackson-Prior, Prue Plumridge, Founder y Neil Wilson. Cada capítulo ofrece nuevos conocimientos sobre el tema, basándose en el cuerpo de trabajo establecido por la TMM. Este libro innovador analiza problemas económicos clave de un amplio conjunto de regiones, incluidos el Reino Unido, Europa y el Sur Global, y aborda una antigua preocupación de que la TMMT estaba demasiado centrada en los EE. UU.

Junto con investigaciones innovadoras escritas por los desarrolladores originales de la TMM y destacados académicos, el libro también incluye contribuciones de historiadores económicos y activistas de políticas públicas, que destacan cómo la TMM contribuye a desafiar el neoliberalismo y la hegemonía de la macroeconomía convencional. Ofrece un examen del marco legal, institucional y de políticas existente que rige el Tesoro del Reino Unido en particular y examina cómo los asertos centrales de TMM se relacionan con las actividades financieras del gobierno del Reino Unido. Además incluye un capítulo en el que Stuart Medina Miltimore y Bill Mitchell analizan la unión monetaria europea y las causas y consecuencias del Brexit.

Esta será una lectura clave para los estudiantes de economía de pregrado y posgrado, así como para los académicos más avanzados de la disciplina, en particular para aquellos que investigan las teorías de las finanzas, el dinero y la banca. También tendrá un atractivo más amplio en las ciencias sociales, incluidos los estudiantes de política y sociología.

Enlace a la editorial para la compra del libro.

Momento Lerner. Episodio 13: Lula da Silva. El regreso

 Recientemente se produjeron las elecciones presidenciales en Brasil. Han sido unas elecciones muy disputadas que obligaron a una segunda ronda entre Bolsonaro y Lula da Silva. Una victoria mínima por 2 millones de votos en un país con más de 200 millones de votantes. Desde una perspectiva progresista la victoria de Lula es un alivio tras el infame mandato del ultraderechista Bolsonario. El primer mandato de Lula da Silva concluyó con acusaciones de corrupción por el escándalo Lava jato y una potente campaña mediática y una sucia persecución judicial (que se podría calificar de lawfare en inglés). Posteriormente Dilma Roussef, su sucesora al frente del PT, hizo un giro hacia las políticas neoliberales con la designación de Joaquim Levy como ministro de economía y hacienda para conquistar la “confianza del mercado”. Levy, inició el más brutal plan de austeridad fiscal de la historia reciente de Brasil, basándose en el cuento de hadas de la “contracción fiscal expansionista”! En definitiva la política económica de Dilma Roussef sirvió para liquidar electoralmente un proyecto político que, sin embargo, había servido para iniciar importantes reformas sociales y en el campo de los derechos civiles. Tras una penosa ordalía judicial Lula retorna. Pero, como siempre que hay una victoria electoral, tras las celebraciones llega el momento de hacer frente a la realidad. Los retos son sin duda inmensos. Analizamos el significado de este retorno con Patricia Pino, maestra y doctoranda en economía y fundadora de the MMT Podcast y miembro de Red MMT; Stuart Medina, presidente de Red MMT España; y, desde Brasil, Daniel Negreiros Conceição. Daniel Negreiros es Presidente de la junta directiva del Instituto de Finanças Funcionais, Profesor del Instituto de Investigación y Planificación Urbana y Regional (IPPUR) de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). Además escribió el libro “Teoría monetaria moderna: A chave para uma economía a serviço das personas” (https://books.google.es/books/about/T…). Se graduó como economista de la UFRJ y con una maestría y doctorado por la Universidad de Missouri en Kansas City (UMKC). Este episodio se ha rodado mayormente en inglés con subtítulos en castellano. 


lunes, 19 de diciembre de 2022

Los efectos esperables del franco CFA

 –¿Nunca te dijeron? Nunca toques el sistema monetario…puedes tocar todo los demás, pero nunca toques el sistema monetario. Puedes despedirte del Nobel…si tocas el sistema monetario.

Paul Krugman a Bernard Lietaer

Mientras escribo este texto en una cafetería de Gernika un joven africano pasea entre las mesas ofreciendo sus productos de venta ambulante: bufandas, guantes, gorros de lana, mercancía propia de la temporada. Chapurrea alguna palabra en euskera “txapeldun, egun on…”. Su oferta comercial despierta poco interés entre la concurrencia. No puedo evitar pensar en que, quizá, este buen mozo haya emigrado de un país de la zona del franco CFA… para derrochar su talento en un país como el nuestro que no destaca por su capacidad de asegurar el pleno empleo.

África es el continente con la población más joven del planeta y la mayor tasa de crecimiento demográfico. Sin embargo una doctrina económica que renuncia al pleno empleo de los recursos impide aprovechar el potencial de las jóvenes generaciones. En la República del Congo el desempleo alcanza el 23%; en Gabón 22,3%; en Senegal el 22%. Son tasas parecidas a las que conocemos en el Sur de Europa y que ocultan el verdadero alcance del subempleo y la baja participación en el mercado laboral. Sorprendentemente pocos economistas han identificado la conexión entre desempleo y uniones monetarias disfuncionales.

Existen en África dos uniones monetarias africanas: la del franco de la “Comunidad Financiera Africana”, emitido por el Banco Central de los Estados del África Occidental (BCEAO) para los ocho países de la Unión Monetaria del África Occidental (UMAO)[1]; y la del franco de “Cooperación Financiera Africana” emitido por el Banco de Estados de África Central (BEAC) para los seis países de la Comunidad Económica y Monetaria de África Central (CEMAC)[2]. Al igual que en la zona euro, estos países comparten banco central y política monetaria pero no política fiscal.

Hemos publicado dos artículos en la web Red MMT sobre estas uniones monetarias en una serie que pretendo cerrar con esta aportación. El primero recupera una conferencia del economista senegalés Ndongo Samba Sylla. El segundo es un artículo del dirigente de Génération Frexit, Charles-Henri Gallois que aprovecha para responder a un vídeo de la nueva premier italiana acerca de la naturaleza del franco CFA. Ambos coinciden en la necesidad de desmantelar esa unión monetaria aunque discrepan sobre la naturaleza colonial de ambas uniones monetarias africanas.

Pretendo cerrar este debate con una réplica a algunas afirmaciones de Gallois y aportar algunas reflexiones desde el punto de vista de la TMM. Concluiré argumentando que los países miembros de esas zonas monetarias deberían abandonar esas uniones monetarias y emitir su propia divisa operando en lo sucesivo bajo un régimen de tipo de cambio flotante.

¿Perpetuación de una ventaja colonial?

el origen es colonial y los principios organizativos, los objetivos y los resultados son los mismos aunque se “africanicen” las instituciones.

Los autores que me han precedido en el debate sobre el franco CFA coinciden también en la necesidad de desmantelar esa unión monetaria. Sin embargo manifestaron discrepancias acerca de la naturaleza neocolonial y de las ventajas que se le atribuyen a Francia como clave de bóveda de este sistema.

El  acrónimo CFA inicialmente correspondía a las iniciales Colonias Francesas de África y su creación se remonta a la época en que esos países eran colonias. El Dr. Sylla es rotundo al afirmar que la

«paridad del franco CFA lo hizo doblemente conveniente para una economía francesa demasiado débil para competir internacionalmente. Por un lado, un franco CFA fuerte trabajó para aumentar las importaciones de las colonias. Por otro lado, redujo la competitividad de las exportaciones de las colonias africanas, que ya no se podían vender en otros lugares. (…). Con el sistema de francos CFA, Francia pudo tener acceso a las materias primas críticas necesarias para su recuperación económica con la principal ventaja de que podría pagarlas en francos franceses y un 50% por debajo de los precios del mercado internacional.»

La cuestión es dilucidar si ese origen colonial se perpetúa en una relación neocolonial ventajosa para Francia tras el cambio del nombre.

Gallois no niega el origen colonial de la UMAO y la CEMAC. Sin embargo rechaza que los francos CFA funcionen como monedas coloniales actualmente. Aceptemos que el epíteto “colonial” conlleve un juicio de valor con una excesiva carga ideológica que pueda oscurecer el debate. Quizá otros preferirían la terminología desarrollada por en el análisis del sistema-mundo de Wallerstein y postularían que ambas uniones monetarias africanas son un puntal institucional que mantiene a la región en un papel subalterno dentro de la división internacional del trabajo capitalista. Es decir, condenan a estos países a ocupar un lugar permanente en la periferia absoluta sin posibilidad de iniciar un proceso de desarrollo endógeno. El debate epistemológico puede ser interesante pero la realidad ineludible son los efectos económicos de las uniones monetarias africanas. Como explica Ndongo Sylla, el origen es colonial y los principios organizativos, los objetivos y los resultados son los mismos aunque se “africanicen” las instituciones.

Exportación de materias primas

Lo cierto es que basta comprobar la composición del comercio exterior de las economías del franco CFA para entenderlo. Sus exportaciones se limitan a la exportación de materias primas con poca o ninguna elaboración. Una consulta a la base de datos del Banco Central de los Estados de África Occidental nos desglosa los rubros más importantes de exportación de la Unión Económica y Monetaria de los Estados de África Occidental. No descuella ningún producto de procesos industriales que incorpore un alto valor añadido.  Solo vemos minerales, uranio, petróleo y productos agrícolas como los anacardos o el cacao.  Creo que objetivamente podemos hablar de un modelo extractivista.

Ilustración 1. Composición de las exportaciones de la zona de la UEMAO. Fuente: BCEAO

 

Ilustración 2. Evolución de la composición de las exportaciones de la UEMAO

Gallois ha reprochado a Meloni su afirmación de que Francia roba el 50% del oro que exporta Burkina Faso. Tiene razón en que la mayor parte de esas exportaciones se dirigen a Sudáfrica y Suiza. En cambio el 80% del uranio se dirige a Francia quien sigue siendo un socio principal para la región (Tabla 2). Podríamos aceptar que la relación de dependencia se ha transformado. El 44 % de las exportaciones de la UMAO se dirigen a Europa, el 18% a la zona euro a cuya moneda está anclada la divisa africana (Tabla 1). Quizá el amo neocolonial ya no sea Francia, cuya economía no sería capaz de absorber todas las exportaciones de las zonas del franco CFA. Digamos que Europa se ha subrogado en esa posición privilegiada anteriormente reservada para Francia. En cambio China, esa potencia ascendente a la que se le atribuyen despiadadas ambiciones extractivistas, está aún lejos de suplantar a Europa con su escaso 3,5% de cuota sobre las exportaciones totales.

Los países africanos limitan sus exportaciones a productos que incorporan un escaso valor añadido. ¡El mismo Gallois lo ilustra al observar que los “francos CFA se imprimen en Francia”! Nos obliga a preguntarnos cómo puede ser que, más de seis décadas después de la independencia, estos países no sean capaces ni de fabricar su propia moneda. No va a ser con estas exportaciones que estas naciones salgan del subdesarrollo. Para empeorar la situación la diversificación exportadora parece estar menguando con el tiempo (Ilustración 2).

Tabla 1. Relación del comercio exterior de la UEMAO en 2021. Fuente: Informe anual de 2021 del BCEAO

 

Tabla 2. País de destino de las exportaciones. Rapport sur le Commerce Exterieur de L’UEMAO en 2021

¿Pueden cambiar las reglas de juego?

Una segunda discrepancia aneja sobre la naturaleza del franco CFA gira en torno a la capacidad de los estados miembros para alterar su diseño institucional. Gallois afirma que los países de la zona franco CFA son libres de cambiar las reglas del juego.  Quizá, pero el histórico de interferencias francesas, incluso manu militari, nos obliga a dejar en entredicho esa afirmación. El propio Sylla menciona casos de interferencia política como la infame operación Persil, en Guinea Conakry, el asesinato del presidente Sylvanus Olympo en Togo, o el bloqueo de las cuentas del gobierno de Costa de Marfil a instancias de Francia (Pigeaud & Sylla, Africa’s Last Colonial Currency. The CFA Franc Story, 2020). No afirmo que el franco CFA se sostenga sobre una amenaza de intervención militar exclusivamente pero el presidente Ouattara, que ha negociado la reforma de los acuerdos monetarios, ciertamente tiene motivos para estar agradecido. En todo caso, como sabemos bien en Europa del Sur, basta el alineamiento de las elites con el pensamiento neoliberal y con los intereses económicos de potencias económicas, para asegurar la perpetuación de regímenes económicos que no favorecen los intereses de la mayoría social.

Gallois  no obstante apoya su argumento en que en 2019 los países de la UEMOA acordaron con Francia, una reforma propuesta por el presidente francés, Macron, y el de Costa de Marfil, Ouattara. Prevé que la moneda del África Occidental pase a llamarse Eco a partir de 2027 desvistiéndola de su vestimenta colonial y, de paso, arrebatándole el nombre al proyecto de Comunidad Económica de Estados de África Occidente (ECOWAS). Nigeria se ha opuesto a esta maniobra y al anclaje con el euro.

Muchos analistas creen que esta reforma es más una ilusión que una realidad. Aunque se materializara, diversos expertos en la zona como Isaac Mugabi, la periodista Fanny Pigeaud, o Isabelle King, consideran que tal reforma es ilusoria y, además, más cosmética que real.

Actualmente Francia está representada en órganos de los bancos centrales de la zona franco con poder de veto sobre cuestiones legales y controla la implementación de la política monetaria. Por lo tanto, no se puede tomar una decisión importante sin su consentimiento. Dado que Francia se integró en el euro en 1999, antes, en noviembre de 1998, Francia pactó con sus socios europeos la vinculación de los francos CFA con el euro. Así pues ahora los bancos centrales africanos tienen que contar con las autoridades de la Unión Monetaria Europea. Por ejemplo, Francia debe notificar previamente al Comité Económico y Financiero en caso de que se cambie la paridad de francos CFA en euros. Asimismo, se necesita un consenso europeo en caso de que se modifique la garantía de convertibilidad francesa o se amplíe la zona franco CFA.

La reforma propuesta suprimiría los dos puestos franceses en el Consejo de Gobierno  y el Comité de Política Monetaria del banco central de los Estados de África Occidental. Pero estos representantes son reemplazados por uno nombrado por Francia y los gobiernos de la UEMAO … que reporta al Tesoro francés. Considero que renunciar a los asientos en el BCEAO es poco más que un gesto sobre todo si tenemos en cuenta las prerrogativas que se otorgan al ‘garante’ de la convertibilidad, es decir Francia, en el caso de que hubiera una crisis cambiaria.

¿qué importancia tiene que Francia tenga o no un asiento en el BCEAO si, bajo un sistema de paridad con el euro, el poder real está en el BCE donde Francia sí está representada y los países africanos no tienen ninguna voz?

El artículo 4 de la Convención de Garantía entre el Banco Central de los Estados de África Occidental y la República Francesa permite al garante, con carácter excepcional y por el tiempo necesario, a participar sin voto en las reuniones del consejo de administración del BCEAO y en la Comisión Bancaria de la unión, sin voto, “para aportar su posición”. Además el artículo 7 del Acuerdo de Cooperación entre los Gobiernos de los Estados miembros de la unión monetaria de África Occidental y el Gobierno de la República Francesa estipula que, cuando la relación entre el importe medio de los haberes exteriores del BCEAO y el importe medio de sus compromisos a la vista se reduzcan a menos del 20% el garante, puede designar, a título excepcional y por la duración necesaria para la gestión de la crisis, un representante en el comité de política monetaria del BCEAO con voto deliberativo.

En cualquier caso ¿qué importancia tiene que Francia tenga o no un asiento en el BCEAO si, bajo un sistema de paridad con el euro, el poder real está en el BCE donde Francia sí está representada y los países africanos no tienen ninguna voz?

¿Garantías? ¿Qué garantías?

Francia tiene derechos y deberes en el marco del franco CFA, afirma Gallois. En la reforma propuesta por la Convención de Garantía entre el Banco Central de los Estados de África Occidental y la República Francesa se otorga un acceso ilimitado a euros facilitados por el Garante en caso de agotamiento de las reservas oficiales (Artículo 2).

Pero hay dudas de que esa garantía llegue a prestarse alguna vez y, cuando se ha hecho, ha sido para facilitar la repatriación de capitalesAntes de activarse «se invita a los Estados miembros de la Unión a utilizar sus derechos especiales de giro ante el FMI, pedir la cesión de sus disponibilidades en divisas de las que dispongan todos los organismos públicos o privados». Además,  cuando la línea de tesorería sea deudora, el BCEAO tendrá obligación de colocar al menos el 80% de las entradas de divisas en esa línea de tesorería.

La República Francesa se erige así en un remedo del FMI. Podemos esperar un comportamiento similar al del FMI si alguna vez la garantía francesa se hiciera realidad: la imposición de reglas de austeridad con efectos muy lesivos para el bienestar de la población.

Zona monetaria subóptima

Robert Mundell propuso una teoría de las zonas monetarias óptimas (ZMO) que se basa en la premisa de que una unión monetaria solo es funcional si existe una perfecta movilidad de factores (Mundell, 1961). Creo que sería una osadía afirmar que tal movilidad de factores sea perfecta entre las zonas del franco CFA y la zona euro, de lo contrario el mozo africano al que me refería inicialmente no estaría dedicado a la venta ambulante en Gernika ya que disfrutaría de un permiso de trabajo y una homologación de su titulación académica facilitando su acceso al mercado laboral. ¿Constituyen Afrcia central y noroccidenteal una zona monetaria óptima con la zona euro? Rotundamente no.

Pero ¿qué sentido tiene perpetuar el tipo de cambio con la zona euro si además los flujos de comercio exterior ya están cambiando? Por ejemplo casi todo el oro se destina a Suiza y Sudáfrica, países que no pertenecen a la zona euro.

En el caso de la Unión Monetaria Europea se ignoró la teoría de zonas monetarias óptimas, que no habría aconsejado establecer el euro, con el argumento de que, en la estela de la integración monetaria, seguiría  una integración de los mercados de capitales, trabajo y mercancías.  ¿Se acuerdan de las promesas que nos hicieron acerca de la convergencia entre las economías europeas que nos iba a traer el euro? Pues ha ocurrido exactamente lo contrario.

Si hubiesen mirado a África habrían constatado que, tras décadas de integración en la misma zona monetaria,  el nivel de integración comercial horizontal entre los países de la zona es bajísimo con un par de excepciones. Las relaciones comerciales son verticales —exportaciones de materias primas al mundo desarrollado, importaciones de productos elaborados—. Ese comercio intrarregional sería inútil. ¿Para qué querrían zinc o uranio países que carecen de la capacidad industrial para transformar esos minerales en productos acabados o derivados del petróleo?

Tabla 3. Estructura del comercio intracomunitario. Fuente: BCEA, statistiques douaniéres

Perpetuación del tipo de cambio fijo

Aunque el proyecto del ECO se hiciera realidad en 2027  nada sustancial cambiaría si continúa el régimen de tipo de cambio fijo con el euro. Anclar la divisa a la de otra potencia limita gravemente el espacio fiscal del Gobierno.

Actualmente los gobiernos de la UEMOA y la CEMAC tienen que conseguir francos CFA antes de gastar, una divisa que no emiten ellos sino el banco central, que a su vez tiene que respaldar sus emisiones con una inversión en reservas de divisas obtenidas a través de exportaciones.

Los gobiernos africanos sólo pueden conseguir los francos CFA mediante impuestos, la emisión de eurobonos y, conviene no olvidarlo, la remesas de la emigración que, para países como Senegal, llegan a representar alrededor del 10% del PIB.

Lo primero les obliga a priorizar el equilibrio presupuestario e impide la aplicación de principios de hacienda funcional propuestos por Abba Lerner. Es decir, les condena a aplicar una política de austeridad fiscal permanente. Lo segundo los somete a los caprichos y sentimientos de los mercados —en realidad unos especuladores que no dudarán en poner contra las cuerdas a sus gobiernos si encuentran contrarios a sus intereses las políticas fiscales— o de los organismos multilaterales.

En cuanto a las remesas visibilizan el coste social de una política cambiaria que interesa a las élites –que así pueden acceder a productos de lujo de producción foránea a buenos precios— y a las multinacionales. Es curioso que los economistas que defienden tipos de cambio sobrevalorados solo tengan ojos para las supuestas ventajas de estabilidad macroeconómica y de promoción del comercio internacional y, en cambio, sean completamente ciegos a los aspectos distributivos de esas políticas.

La razón de ser de los sistemas monetarios es movilizar los recursos nacionales para los fines públicos. Pero en el caso del sistema monetario del franco CFA solo se consigue movilizar los recursos para destinarlos a las exportaciones en lugar de maximizar el bienestar de la ciudadanía.

La de los países de las zonas CFA es una posición opuesta en la que se encuentran naciones como Japón, Nueva Zelanda, Gran Bretaña o Uruguay. Estos gobiernos crean dinero simplemente con el acto de ejecutar los créditos presupuestarios aprobados por el parlamento. Es decir, sus gobiernos, ante todo, deben asegurarse de que su política de gasto responda a los intereses de la ciudadanía si quieren ganar las próximas elecciones.

El informe anual del BCEAO describe describe, en un tono alarmante, que en 2020 —el año de la pandemia—

«el déficit global sobre una base de [créditos de] compromiso, incluidas las subvenciones, a fines de diciembre de 2020, se profundizó en 3.052,3 mil millones para situarse en 5,220.5 mil millones, o 5.7% del PIB, en comparación con un déficit de 2,168.2 mil millones o 2.4% del PIB durante el mismo período del año anterior. (Central Bank of West African States, 2021, pág. XIX)».

Tales porcentajes no causarían ni un arqueo de cejas para un gobierno que emitiera su propia divisa a tipo de cambio flotante como el de Japón cuyo déficit fiscal en porcentaje del PIB fue del 5,1 en 2021 y del 10,1 en 2020. Bajo un sistema como el del franco CFA se limita seriamente la posibilidad de aplicar políticas como las que protegieron las rentas de la ciudadanía en las economías avanzadas durante la pandemia.

La razón de ser de los sistemas monetarios es movilizar los recursos nacionales para los fines públicos. Pero en el caso del sistema monetario del franco CFA solo se consigue movilizar los recursos para destinarlos a las exportaciones en lugar de maximizar el bienestar de la ciudadanía.

El banco central se ve obligado a mantener un elevado nivel de reservas para asegurar ese objetivo de tipo de cambio.  ¿Qué nivel de reservas es el adecuado para defender el tipo de cambio? Las reservas totales de divisas deben ser iguales al menos al 20% de los pasivos a la vista de los bancos centrales. De lo contrario, estos últimos deben aumentar sus tasas de interés y disminuir sus límites máximos de refinanciación de acuerdo con las normas establecidas por el acuerdo monetario firmado por los países africanos con Francia. En la práctica, esta relación a menudo es cercana al 100%. Para el BCEAO las reservas excedían en 2021 los 14 billones de francos CFA, más de 20 mil millones de euros.

En la práctica la UEMOA y la CEMAC operan bajo sendos regímenes de junta monetaria donde el tipo de interés y la política monetaria la marca el Banco Central Europeo (BCE). Cabe preguntarse qué sentido tiene que los países africanos sufran tipos de interés más elevados para combatir la inflación en Europa. ¡Si ni siquiera es útil para las economías europeas!

En definitiva el tipo de cambio fijo genera vulnerabilidades mayores debidas a shocks externos.

Asimismo el tipo de cambio oscila en función de los fundamentos de la zona euro. Este año 2022 el euro se ha depreciado por culpa de los precios de la energía y con él, los francos CFA. Habría que preguntarse si este tipo de cambio es el que precisan naciones exportadoras de petróleo como Guinea Ecuatorial. Nuestra antigua colonia llegó a tener el PIB per cápita más elevado de África gracias a sus exportaciones de petróleo en 2008. Pero el posterior hundimiento del precio del barril eliminó el 60% de su PIB en términos reales, un colapso inédito que obliga a un ajuste doméstico brutal.  Eso condujo a un aumento del déficit público pero, antes que tocar el tipo de cambio, se acordaron medidas de recortes y austeridad fiscal con el FMI. En definitiva el tipo de cambio fijo genera vulnerabilidades mayores debidas a shocks externos. Un tipo de cambio flotante permitiría amortiguar estas sacudidas de los mercados internacionales pero se nos vende que el tipo de cambio fijo asegura una mayor estabilidad macroeconómica.

O consideremos que históricamente el euro se ha apreciado frente a otras divisas. Esto ha erosionado la competitividad de los países africanos cuyas exportaciones se componen de materias primas que cotizan en mercados internacionales. En otras palabras los exportadores africanos tienen que aceptar los precios que les imponen los mercados. En caso de apreciación del euro, como ha ocurrido frente al dólar con frecuencia, para competir en los mercados internacionales, solo pueden aplicar políticas de devaluación salarial ya que la opción de devaluar la divisa no existe.

Las exportaciones son un coste y las importaciones un beneficio

Mantener reservas bajo un régimen de tipo de cambio fijo exige pues un superávit comercial lo cual redunda en un menor nivel de vida para los habitantes. Como explica Randall Wray,

«cuando se ve desde el punto de vista de la economía en su conjunto, se produce un déficit comercial cuando el resto del mundo (RdM) desea un ahorro neto en forma de activos denominados en el país (dólares o pesos). Las exportaciones del RdM al país reflejan el “costo” impuesto a los ciudadanos del RdM (por ejemplo, las exportaciones que envían a EE.UU. o México) para obtener el “beneficio” percibido de acumular activos denominados en dólares o pesos. Desde la perspectiva del importador, el “beneficio neto” del déficit comercial consiste en las importaciones netas que se disfrutan. En contraste con la visión convencional, es mejor considerar que el déficit comercial de EE.UU. o México está “financiando” el ahorro neto en dólares o pesos del resto del mundo (incluidos otros bancos centrales), en lugar de considerar que el resto del mundo está “financiando” el déficit comercial de Estados Unidos o México. Tan pronto como el RdM (incluidos los bancos centrales) decida que tiene un stock suficiente de activos en dólares o pesos, el déficit comercial de EE.UU. o México desaparecerá (por definición)» (Wray, 2006)

La composición de las exportaciones de los países africanos de bajo valor añadido dificulta que estos se beneficien en mayor medida del comercio internacional. Cuanto más productiva sea una economía, mayor valor tendrán sus exportaciones y mejores serán sus términos de intercambio. Pero agrava la situación las abultadas posiciones en reservas de divisas que mantienen los bancos centrales africanos. Estas reservas de divisas, un ahorro forzado para los países africanos, simplemente habrían permitido a Europa disfrutar un déficit comercial mayor —si el modelo mercantilista alemán no hubiese impuesto en nuestra zona monetaria un superávit permanente.  En definitiva los países africanos viven por debajo de sus posibilidades.

Lo sorprendente es que los países miembros de la UMAO, con alguna excepción, se han encontrado en una situación de déficit por cuenta corriente crónica durante más de seis décadas. El mantenimiento de un tipo de cambio fijo sólo puede explicarse porque el déficit por cuenta corriente queda compensado por una balanza por cuenta de capitales, el endeudamiento en divisas extranjeras,  la aplicación de un racionamiento del crédito doméstico y una tasa de inflación similar a la de la zona euro. La represión salarial, asegurada por el mantenimiento de tasas de desempleo obscenas, garantiza esa baja inflación. La balanza de capitales recoge una ayuda exterior que obviamente resulta insuficiente para desarrollar estas naciones con la rapidez requerida.

También Argentina demostró que era posible mantener un régimen de junta monetaria durante una década con una balanza por cuenta corriente negativa. La cuestión es qué grado de sufrimiento está dispuesto a soportar la población antes de sublevarse. La población argentina no lo soportó y dijo basta en 2001. No me parece osado concluir que una mala calidad de la democracia es necesaria para perpetuar este tipo de arreglos monetarios.

Ilustración 3. Inflación anual promedio en los países de la UEMAO. Fuente: BCEAO

Una posibilidad de devaluar nunca ejercida

Sin divisa propia tu país se convierte de facto en colonia de la potencia a la que decides subordinarte. Ella marca tu política monetaria y condiciona tu política fiscal.

Gallois afirma que los países de la zona franco CFA también tienen pueden decidir cambiar la paridad con respecto al euro o la moneda a la cual está adosado el franco CFA. Pero lo cierto es que el franco se ha devaluado pocas veces y no en interés de las naciones usuarios. Hubo una primera devaluación en 1948 cuando estas naciones eran colonias francesas. En 1994, en contra de los deseos de los gobiernos, Francia devaluó la tasa de conversión de 50 francos CFA a 100 francos CFA por franco francés. La devaluación condujo a los gobiernos a imponer congelaciones salariales y despidos; y se produjeron algaradas por la carestía de los alimentos. Se rumoreó una devaluación en 2012 y muchos sospecharon que tal operación sería un instrumento para salvaguardar el euro durante la crisis de esa divisa. En definitiva se utiliza a las naciones africanas como peones en defensa de la moneda reina.

Una inversión en reservas socialmente inútil

Los ingresos que obtienen los países africanos por sus exportaciones no se destinan a la compra de bienes de equipo que podrían favorecer el desarrollo de sus economías o el bienestar de su ciudadanía sino a permanecer ociosos en la cuenta de un banco central. No hay tipo de interés que compense ese coste de oportunidad.

 

A cambio de esta llamada “garantía de convertibilidad”, desde 2005 los bancos centrales de las dos zona franco CFA deben depositar al menos la mitad de sus reservas de divisas en una cuenta especial del Tesoro francés llamada ‘cuenta de operaciones’. Tras la independencia el coeficiente obligatorio de depósitos fue del 100%, para ser rebajado al 65% entre 1973 y 2005. En la reforma propuesta por Ouattara y Macron los países miembros ya no tendrán que depositar en Francia el 50% de sus divisas. Para Gallois esto supone un riesgo enorme para Francia, porque anteriormente los depósitos podían servir para mantener la paridad con el euro. La pregunta que no podemos evitar hacernos es, si tan grandes son los riesgos y costes para Francia ¿para qué se compromete a prestar una garantía? Garantía, que por otra parte, nunca se ha hecho efectiva y que al BCE le costaría cero.

Para mantener un tipo de cambio fijo con el euro las naciones de la unión monetaria deben acumular reservas en divisas foráneas (que en realidad no son más que depósitos en otros bancos centrales como el BCE o la Reserva Federal de EEUU). La forma de acceder a estos depósitos es a través de exportaciones, remesas de emigrantes y endeudamiento externo. Se ha criticado tanto la obligación de ceder estas reservas al Banco de Francia como la retribución que obtienen a cambio los países africanos. Gallois le quita hierro.

«De hecho, lo que no se suele decir es que estos depósitos son utilizables por los países africanos concernidos, por ejemplo en caso de grandes desequilibrios macroeconómicos. Y además estos depósitos son remunerados. Según un informe del Senado del año 2020, las cantidades depositadas por los bancos centrales de la zona franco CFA eran remuneradas a un tipo ventajoso del 0,75%, mientras que el tipo de interés del BCE era de -0.40 % en aquella época. Todos los estados africanos pueden utilizar los excedentes que obtengan de esta remuneración».

La respuesta de los críticos es que, si ajustamos por la inflación estos rendimientos que paga Francia, suelen ser negativos.

Pero desde mi punto de vista estas quejas sobre los rendimientos de la reserva son una distracción sobre la cuestión principal. Aunque estuvieran mejor retribuidas, lo cierto es que la inmovilización de reservas obtenidas a través exportaciones es  una inversión socialmente inútil. Los ingresos que obtienen los países africanos por sus exportaciones no se destinan a la compra de bienes de equipo que podrían favorecer el desarrollo de sus economías o el bienestar de su ciudadanía sino a permanecer ociosos en la cuenta de un banco central. No hay tipo de interés que compense ese coste de oportunidad.

El sistema de reservas solo tiene sentido bajo un sistema de patrón oro o convertible en otra divisa, es decir, en el que el banco central se compromete a entregar otro activo a cambio de su moneda. Estas reservas serían completamente innecesarias si los países de ambas uniones monetarias emitieran una divisa no convertible. Si no existen nos ahorraríamos todos los debates sobre donde deben depositarse y cuál debe ser su retribución.

Sin acceso al crédito

Una última cuestión que explica la conveniencia de desmantelar las uniones monetarias de los francos CFA es que obstaculiza un sistema de crédito que financie el desarrollo de estas naciones. El sistema bancario es oligopólico y está dominado por entidades foráneas. Los bancos extranjeros representan el 83% de todos los bancos que operan en Senegal y concentran el 94% de todos los activos bancarios. Un estudio sobre la historia del sistema financiero de Senegal y Ghana aporta evidencia de que la «continuidad de los sectores bancarios dominados por el extranjero y su falta de orientación hacia el financiamiento de las estructuras productivas nacionales».

Lejos de facilitar un desarrollo industrial los sectores bancarios africanos desempeñaron un papel en la supresión de los negocios nativos (Koddenbrock, Kvangraven, & Sylla, 2022). Aunque es rentable el crédito solo alcanza a las grandes multinacionales, preferentemente en operaciones orientadas a la exportación, o se destina al arbitraje sobre los gobiernos. El acceso a las PYMEs al crédito es mucho más limitado.

El lector español debería recordar que el “milagro económico” español fue posible gracias al desarrollo de una banca pública (que lamentablemente fue privatizada por los gobiernos de Felipe González a partir de los 80). Las economías más industrializadas del mundo cuentan con potentes instrumentos de crédito que además dirigen el crédito hacia el desarrollo industrial. Baste citar los casos del KfW alemán, cuyos activos ascienden a los 551 mil millones de euros, o el China Development Bank, con activos por 2.368 mil millones de euros. No hay institución de dimensiones equivalentes en los países africanos.

Si emitieran su propia divisa bajo un régimen de tipo de cambio flotante los países que actualmente integran la UEMOA y la CEMAC no tendrían muchas dificultades en configurar instituciones de crédito para movilizar sus abundantes recursos humanos y naturales y dirigirlos hacia el desarrollo de una industria nativa.

Los mismos problemas que plantea el euro

O quizás me esté engañando y sí que habían tomado nota: los efectos del euro habrían sido los esperados en base a la experiencia francesa con el franco CFA.

Las zonas de los dos francos CFA adolecen de los mismos problemas de la zona euro. Pero son exacerbados por la larga duración de esas uniones monetarias constituidas desde el pecado original del colonialismo. Al menos los estados de la zona euro sólo pueden reprocharse a sí mismos haberse infligido un diseño institucional nocivo y siempre podrían cambiarlo o abandonarlo.

Desafortunadamente abundan las propuestas de reformas cosméticas del franco CFA como la de los acuerdos de Ouattara o Macron que perpetuarán los problemas. También hay propuestas que plantean uniones monetarias regionales que excluyen a Francia pero siguen ancladas en las erróneas concepciones normativas de la teoría de ZMO. La teoría de Mundell pretende romper el vínculo entre la institución monetaria y el Estado desafiando toda la evidencia empírica e histórica acerca del vínculo entre soberano y dinero. Estas propuestas tratan de divorciar a la autoridad monetaria (multilateral e independiente) de la fiscal (nacional) algo que no es políticamente inocente pues sirve a intereses privados muy concretos  (Goodhart, 1998). Se trata de establecer una ficticia restricción presupuestaria para limitar la acción del Estado, por ejemplo para aplicar una política que asegure el pleno empleo.

No tengo ninguna duda de que los países africanos estarían mejor servidos si sus elites económicas y políticas se convencieran de la necesidad de alcanzar una soberanía monetaria real. Eso no implica que los estados africanos no deban colaborar entre sí, por ejemplo suprimiendo barreras arancelarias o cofinanciando proyectos complejos que requieren una elevada inversión como han hecho los países europeos exitosamente en la industria aeronáutica y espacial. Sin embargo la coordinación entre la política fiscal y la monetaria debe primar. No se deben establecer uniones monetarias sin establecer una auténtica federación con competencias en materia fiscal.

En España no se presta apenas atención a África y eso es un error. En su infinita arrogancia eurocentrista los países de la actual zona euro podían haber tomado nota de la experiencia africana. Habrían evitado la configuración de una unión monetaria que replica muchos de esos errores conceptuales sobre zonas monetarias óptimas. Un vistazo al franco CFA habría bastado para entender las razones de este fracaso.

O quizás me esté engañando y sí que habían tomado nota: los efectos del euro habrían sido los esperados en base a la experiencia francesa con el franco CFA.

Cuando abandonaba la cafetería pude ver al mozo africano con su carrito de mercancía. Si tanto España como su país de origen hubiesen contado con su propia divisa no convertible y sus gobiernos conocieran la teoría monetaria moderna el joven habría podido aportar su talento contribuyendo con una producción de bienes y servicios valiosa para toda la sociedad, aquí o en su país nativo. Habría viajado a Europa por placer, por amor o porque le habrían ofrecido un interesante proyecto de investigación. ¡Cuánto derroche de vidas y recursos nos impone el pensamiento económico dominante!

Referencias

Central Bank of West African States. (2021). Annual Report 2020 (summarised version). Dakar.

Goodhart, C. A. (1998). The two concepts of money: implications for the analysis of optimal currency areas. European Journal of Political Economy, 14, 407–432.

King, I. (2022, Marzo 18). True Sovereignty? The CFA Franc and French Influence in West and Central Africa. Harvard International Review. Retrieved diciembre 12, 2022, from https://hir.harvard.edu/true-sovereignty-the-cfa-franc-and-french-influence-in-west-and-central-africa/

Koddenbrock, K., Kvangraven, I. H., & Sylla, N. S. (Julio de 2022). Beyond financialisation: the longue durée of finance and production in the Global South. Cambridge Journal of Economics, 46(4), 703-733. doi:https://doi.org/10.1093/cje/beac029

Mugabi, I. (2021, 02 07). West Africa’s Eco currency remains an illusion. DW. Retrieved diciembre 12, 2022, from https://www.dw.com/en/west-africas-eco-currency-plan-remains-a-pipe-dream/a-58136111

Mundell, R. A. (septiembre de 1961). A Theory of Optimum Currency Areas. The American Economic Review,, 51(4), 657-665. Obtenido de http://www.jstor.org/stable/1812792

Pigeaud, F. (2021, Abril 14). Franc CFA : la farce de mauvais goût de Macron et Ouattara. Le Club de Mediapart. Retrieved diciembre 12, 2022, from https://blogs.mediapart.fr/fanny-pigeaud/blog/130421/franc-cfa-la-farce-de-mauvais-gout-de-macron-et-ouattara

Pigeaud, F., & Sylla, N. S. (2020). Africa’s Last Colonial Currency. The CFA Franc Story. Pluto Press.

Wray, L. R. (1 de enero de 2006). Understanding Policy in a Floating Rate Regime. University of Missouri at Kansas City; Bard College – The Levy Economics Institute. doi:http://dx.doi.org/10.2139/ssrn.1009577

 

 

[1] Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea-Bisáu, Malí, Níger, Senegal y Togo

[2] Camerún, Chad, República del Congo, Gabón, Guinea Ecuatorial y República Centroafricana