Cita de Roosevelt

"Ningún país, sin importar su riqueza, puede permitirse el derroche de sus recursos humanos. La desmoralización causada por el desempleo masivo es nuestra mayor extravagancia. Moralmente es la mayor amenaza a nuestro orden social" (Franklin Delano Roosevelt)

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lunes, 25 de abril de 2022

Episodio de inflación transitorio

 

Resumen para personas con poco tiempo

La reputación del neoliberalismo se ha fundado en su éxito en la lucha contra la inflación. Pero es un fraude.

La era de la baja inflación se ha basado en el petróleo barato y en desplazar la fabricación al Sudeste asiático, donde los salarios son más bajos, a costa de una mayor fragilidad de las cadenas logísticas.

El reciente episodio de inflación, como no se había experimentado en Europa desde los años 80, demuestra que el neoliberalismo sólo ha conseguido estanflación cuando el cártel petrolero nos sube el precio del barril y deflación cuando nos lo baja; pero siempre con paro elevado.

Algunos economistas poco rigurosos atribuyen la inflación a la política monetaria poco convencional aplicada por los bancos centrales desde hace más de una década. Otros hablan de una economía recalentada que exigiría responder creando inflación.

En este artículo se demuestra que no tenemos una economía recalentada porque producimos menos que antes que la pandemia y además lo salarios siguen estancados.

En cambio se aporta evidencia de que las causas de la inflación están en

  1. las disrupciones y al comercio internacional y la actividad productiva generados por la pandemia.
  2. Las subidas de los precios de la energía.

Se argumenta que la inflación será transitoria y durará lo que tarden en resolverse los cuellos de botella logísticos y productivos y surtan efecto las medidas para moderar los precios de la energía.

El neoliberalismo se ufana en haber derrotado la inflación durante los años 70-80 del siglo pasado. El pensamiento neoclásico reivindica para sí saber cómo derrotar la inflación dando primacía a la política monetaria y cuestionando la utilidad de la política fiscal. Pero si fueran honestos, reconocerían que sólo han conseguido estanflación cuando el cártel petrolero nos sube el precio del barril y deflación cuando nos lo baja; aunque siempre con paro elevado. Derrotar el poder de negociación de la clase trabajadora era el objetivo real de la economía neoclásica; la inflación solo pasaba por allí.

[Si los neoliberales] fueran honestos, reconocerían que sólo han conseguido estanflación cuando el cártel petrolero nos sube el precio del barril y deflación cuando nos lo baja; pero siempre con paro elevado.

En los últimos meses hemos observados niveles de inflación que no se habían experimentado en Europa desde los años 80. La UE se vanagloriaba de la estabilidad de precios que había traído el euro pero el Banco Central Europeo (BCE) no conseguía alcanzar su objetivo de inflación anual inferior pero cercano al 2%. En realidad lo que teníamos era una deflación perpetua (bajos precios con alto desempleo) pero ellos estaban convencidos de que eran sus políticas monetarias –a través de una gestión que anclaba las expectativas en su pintoresca teoría de la inflación— las que habían conseguido el triunfo contra la inflación.

La era de baja inflación se fundó en un petróleo barato y en las estrategias de globalización que llevaron la producción industrial a los países de mano obra barata del sudeste asiático. De paso alargaron y fragilizaron las cadenas de suministro. El pensamiento dominante nos ha vendido como un éxito esta globalización que ha reducido los costes de fabricación. Pero se les olvida mencionar que estas estrategias también beneficiaron desproporcionadamente a las grandes corporaciones cuyos márgenes no han dejado de crecer, a costa de unos salarios menguantes. En España —con la excepción de la burbuja inmobiliaria y la política de sostenimiento de rentas salariales aplicada durante la pandemia— la participación de los salarios en el PIB no ha dejado de bajar desde los años 80.

 

[caption id="attachment_20730" align="aligncenter" width="655"] Ilustración 1. Participación de los salarios en el PIB al coste de los factores (Fuente: elaboración a partir de datos de AMECO)[/caption]

El sueño de los precios bajos ha llegado a un abrupto final en 2021 cuando la disrupción de las cadenas de suministro causada por la pandemia reveló la extrema fragilidad del modelo globalizador. Simultáneamente, las decisiones del cártel de países productores de petróleo nos ha recordado la imprudencia de no haber planificado la transición a otro modelo sostenible pese a estar más que avisados desde los años 70 del siglo pasado de la conveniencia de romper nuestra dependencia de los combustibles fósiles.

El sueño de los precios bajos ha llegado a un abrupto final en 2021 cuando el impacto de la disrupción de las cadenas de suministro causado por la pandemia reveló la extrema fragilidad del modelo.

La parte más exaltada del neoliberalismo quiere volver a las viejas políticas ensayadas desde los años 80 a partir de una interpretación completamente fantasiosa de las causas del reciente episodio de inflación.

No han tardado demasiado las mentes más “preclaras” del pensamiento reaccionario en atribuir la inflación a fenómenos monetarios. Sin embargo estas lumbreras tendrían que explicarnos cómo las operaciones de flexibilización cuantitativa que el BCE lleva aplicando desde hace una década no generaron inflación antes de la pandemia. Las teorías de efectos retardados de la teoría cuantitativa del dinero resultan estrambóticas y no merecen mayor comentario.

Más preocupantes resultan las posturas de economistas neokeynesianos como el inmerecidamente celebrado Paul Krugman, quien esta semana publicaba un artículo expresando su alarma ante el episodio de inflación que estamos padeciendo y pidiendo políticas que resulten en un aumento del desempleo.

«La economía de Estados Unidos todavía parece sobrecalentada. El aumento de los salarios es algo bueno, pero en este momento están aumentando a un ritmo insostenible. Este crecimiento salarial excesivo probablemente no retrocederá hasta que la demanda de trabajadores vuelva a alinearse con la oferta disponible, lo que probablemente, —me da coraje decir esto— significa que necesitamos ver que el desempleo aumente al menos un poco.»

Paul Krugman es conocido por sus repentinos cambios de opinión. Lo mismo mañana te dice que no hay motivo para alarmarse por la inflación. Pero no tiene empacho en proponer un “poquito” de sufrimiento a parte de la población. Obviamente esas medidas de creación de desempleo no le afectarán a él personalmente. En cualquier caso, para que una estrategia de desempleo funcionara para bajar el precio del barril, tal como lo hizo en los años 70-80, no bastaría un poco de desempleo; la creación de desempleo tendría que ser masiva.

Lo que no está causando la inflación

En este artículo analizaré el actual episodio de inflación y explicaré por qué creo que será transitorio para entender por qué el análisis de los neoliberales exaltados yerra el tiro. Miraremos algunos datos —es un poco tedioso, lo sé, pero necesario para entender lo que está ocurriendo— En otro artículo posterior abordaré las políticas que están aplicando las autoridades, por qué creo que serán inútiles o contraproducentes y que recomendaciones de política económica propondría ante este episodio desde una óptica de teoría monetaria moderna.

Han sido varios los teóricos de la TMM, como Randall Wray o Bill Mitchell que han señalado que esta subida de precios ni mucho menos se puede atribuir a un “sobrecalentamiento” de la economía. Han advertido también de la naturaleza transitoria del fenómeno. Bill Mitchell ha advertido que “transitoria” no significa que vaya a durar unas semanas sino que durará mientras se den las actuales  tensiones inflacionistas como los confinamientos en China, que dificultan el tráfico de mercancías y que los trabajadores acudan a sus puestos de trabajo, o la estúpida e inoportuna guerra de Putin en Ucrania, o como la las decisiones de los países productores de subir el precio del barril. Este análisis se puede confirmar y completar con una revisión de los datos relevantes para nuestra economía.

Empecemos por preguntarnos si la economía española está sobrecalentada. Unos pocos datos nos confirman que no. Basta consultar los datos de PIB en volumen (una medida de la producción real) que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE) para comprobar que el primer trimestre de 2022 el nivel de producción seguía por debajo de los niveles prepandemia. Aunque el paro ha descendido sigue estando en el 13,33% y el INE nos informa de que el número total de horas efectivas semanales trabajadas por todos los ocupados  en el último trimestre de 2021 era inferior al del último trimestre de 2019. No hemos recuperado el nivel de producción previo a la pandemia y, por tanto, sigue sobrando capacidad productiva.

No hemos recuperado el nivel de producción previo a la pandemia y, por tanto, sigue sobrando capacidad productiva.

[caption id="attachment_20731" align="aligncenter" width="688"] Ilustración 2. PIB, índice de volumen encadenado ajustado por estacionalidad y efrectos de calendario (Fuente: INE)[/caption]

En la encuesta de Utilización de la capacidad productiva en los establecimientos industriales que publica el INE solo el 22,5 de los respondedores aseguró que estaban produciendo a más del 90% de su capacidad. Es un porcentaje superior al de los meses de la pandemia pero significa que un 77,5% de las empresas están por debajo del 90% y el 49,7% estaban por debajo del 79%.

Los datos de otras economías europeas o las de EEUU nos arrojarán similares resultados: no hemos recuperado los niveles de producción y ocupación anteriores a la pandemia. Es más, la actual crisis energética y la guerra ucraniana van a debilitar la recuperación económica pospandémica. Según la última encuesta entre pronosticadores profesionales que periódicamente realiza el BCE las proyecciones de crecimiento del PIB para 2022 se han revisado a la baja para los países de la zona euro, sobre todo para el segundo trimestre. Es una osadía afirmar que la economía esté recalentada y que hace falta adoptar medidas para reducir la actividad.

[caption id="attachment_20732" align="aligncenter" width="637"] Ilustración 3. Previsión de crecimiento trimestral del PIB de la zona euro según pronosticadores profesionales encuestados por el BCE (Fuente: Supply chain bottlenecks in the euro area and the United States: where do we stand? ECB Economic Bulletin, Issue 2/2022)[/caption]

La ministra Calviño y el gobernador del Banco de España, Hernández de Cos, han pedido moderación salarial para evitar la aceleración de la inflación. Esta petición es innecesaria. No hay ninguna presión salarial en los precios. Muchos trabajadores están esperando todavía a que les reconozcan un incremento salarial por el poder adquisitivo perdido en 2021. Según datos que publica el Ministerio de Trabajo la subida salarial promedio acordada para 7.677.139 trabajadores — ¿qué habrá ocurrido con los demás?— por convenio se ha quedado en el 1,47%, más de cinco puntos porcentuales debajo de la inflación registrada el año pasado. Y eso ha sido un promedio. ¡La mayoría de los trabajadores se ha quedado en 1,18% o menos! La pérdida de poder adquisitivo de una clase trabajadora que ha perdido toda su fuerza negociadora hace décadas está siendo histórica. Lo que ganaron durante la pandemia ya ha sido fulminado.

[caption id="attachment_20741" align="aligncenter" width="605"] Ilustración 4. Variación salarial por convenio a diciembre de 2021 (Fuente: Ministerio de Trabajo)[/caption]

Lo que sí está causando la inflación

El análisis de los datos nos permite entender que una de las causas son las disrupciones al tráfico comercial y la actividad productiva que ocasionó y sigue ocasionando la pandemia de COVID-19. El Sudeste asiático fue el lugar donde se originó la pandemia y donde se produjeron los primeros cierres y confinamientos. Añádanse los cierres de fronteras, la suspensión de los vuelos y la interrupción del comercio internacional y no cuesta entender por qué bajó la producción, se vaciaron los almacenes y resultó imposible comprar una bicicleta, se sucedieron las roturas de stock o se presentaron problemas de suministro de semiconductores. Estos problemas han sido identificados por el BCE que publicó un interesante informe hace unos meses reconociendo el impacto de estos cuellos de botella en las economías de EEUU y Europa.

«Los cuellos de botella de la cadena de suministro surgen de la interacción de varios factores. En primer lugar, el fuerte repunte de la demanda mundial de bienes manufactureros, en parte inducido por la rotación del consumo de servicios en el contexto de las medidas de contención relacionadas con la pandemia, no fue acompañado por un aumento equivalente en la oferta de bienes. En segundo lugar, algunos sectores se han visto afectados por una grave escasez de oferta, en particular de semiconductores, con una oferta que lucha por adaptarse al aumento de la demanda de productos y equipos electrónicos, y en el sector de la automoción, que se está recuperando gradualmente tras una fuerte caída de la producción en 2020. Finalmente, las interrupciones en la industria de la logística, que resultan principalmente de la actividad de los buques portacontenedores, la congestión portuaria y las estrictas medidas de cierre en algunos países asiáticos clave que producen insumos intermedios, exacerbaron aún más los cuellos de botella en el suministro.»

Sin embargo estos cuellos se están descongestionando gradualmente

«las presiones de la cadena de suministro, aunque siguen siendo históricamente altas, han alcanzado su punto máximo y han comenzado a disminuir en ambas economías (…) Particularmente en los Estados Unidos, la proporción de pedidos sobre inventarios (…)  está mejorando, lo que sugiere que las empresas están comenzando a reconstruir los inventarios y que los cuellos de botella pueden estar disminuyendo.»

A las disrupciones del comercio internacional hay que añadir que los patrones de gasto fueron alterados por la pandemia. La población confinada en 2020 y 2021 no pudo gastar en ocio y restauración así que redirigió parte del gasto hacia otras partidas, fundamentalmente hacia televisores y otros juguetes electrónicos, que fue la partida de gasto familiar que más creció en 2020, alimentos y bebidas, equipos de telefonía electricidad. Muchos de estos gadgets se producen en el Sudeste Asiático y había que importarlos de allí. La mayor demanda y las dificultades para rellenar inventarios han debido contribuir al incremento de los precios.

Gasto por subgrupos, incremento anual20202019
09.1 T Equipos audiovisuales, fotográficos y de procesamiento de información18.45.1
02.1 T Bebidas alcohólicas15.46.7
12.5 T Servicios financieros n.c.o.p.11.4-5.0
04.5 T Electricidad, gas y otros combustibles8.95.7
06.1 T Productos, aparatos y equipos médicos5.53.9
08.1 T Equipos de telefonía y fax5.415.7
04.2 T Alquileres imputados de vivienda5.32.8
01.1 T Alimentos4.91.5
01.2 T Bebidas no alcohólicas4.2-5.9
10.2 T Enseñanza Secundaria y Postsecundaria no Superior2.5-1.8
08.2 T Servicios postales, de telefonía y fax0.8-3.3
04.4 T Suministro de agua y otros servicios relacionados con la vivienda0.21.8
12.4 T Seguros-0.8-0.7
04.1 T Alquileres reales de vivienda-1.38.5
05.3 T Aparatos domésticos-6.2-2.1
09.2 T Otros bienes para el ocio, el deporte y la cultura (juegos, instrumentos musicales, jardinería, mascotas, etc.)-7.8-1.0
10.3 T Enseñanza Superior -10.411.6
05.4 T Menaje y herramientas del hogar-11.3-1.5
12.1 T Cuidado personal-11.40.2
09.4 T Prensa, libros y artículos de papelería-11.9-5.1
05.5 T Bienes y servicios para el mantenimiento corriente del hogar-12.7-4.5
02.2 T Tabaco-13.0-5.1
05.1 T Muebles y accesorios, alfombras y otros revestimientos de suelos-13.0-1.4
10.1 T Enseñanza Infantil y Primaria -13.2-2.7
12.6 T Otros servicios n.c.o.p.-13.7-8.5
05.2 T Artículos textiles para el hogar-17.5-2.8
10.4 T Enseñanzas no definida por nivel-18.511.2
06.2 T Servicios médicos, ambulatorios y hospitalarios-19.62.5
07.2 T Utilización de vehículos personales-21.4-1.1
04.3 T Conservación y reparación de la vivienda-26.27.3
07.1 T Adquisición de vehículos-26.211.0
12.3 T Protección social-27.712.8
03.1 T Vestido-28.8-3.7
03.2 T Calzado-30.0-2.9
12.2 T Efectos personales n.c.o.p.-35.4-8.3
11.1 T Restauración y comedores-40.5-2.6
11.2 T Servicios de alojamiento-42.77.9
09.3 T Servicios recreativos, deportivos y culturales-45.64.8
07.3 T Servicios de transporte-52.8-5.4
09.5 T Paquetes turísticos-72.63.5

Si analizamos la inflación ‘subyacente’ (la que mide los precios al consumo excluyendo los de la energía) comprobamos que el problema procede sobre todo de la energía y, en menor medida, de los alimentos. A pesar de que hay alguna transmisión a los demás precios, como demuestra su trayectoria ascendente, en marzo estaba en el 3,4 % en tasa interanual. Alto para una población ya acostumbrada a la deflación perpetua pero soportable y que confirma que muchos sectores no están repercutiendo los incrementos de costes a sus precios.

[caption id="attachment_20733" align="aligncenter" width="608"] Ilustrración 5. IPC, variación interanual a marzo de 2022 (Fuente: INE)[/caption]

Así lo confirma el análisis desagregado por grupos que facilita para marzo el INE. Los dos grupos que más contribuyeron al aumento de los precios fueron vivienda y transporte (un sector intensivo en energía).

[caption id="attachment_20734" align="aligncenter" width="609"] Ilustración 6. Grupos que más contribuyen a la inflación (Fuente: INE)[/caption]

Pero es que, además, el grupo de vivienda se descompone en cuatro subgrupos y, de nuevo, comprobamos que es el ‘045 Electricidad, gas y otros combustibles’ el que ha experimentado el mayor incremento: ¡80% en tasa interanual!

Variación anual del gasto de los  hogaresVariación anual en %
Subgrupos del grupo vivienda2022M03
041 Alquiler de vivienda0,9
043 Conservación y reparación de la vivienda4,8
044 Suministro de agua y otros servicios relacionados con la vivienda1,3
045 Electricidad, gas y otros combustibles80,0

Los datos no dejan lugar a muchas dudas. El factor que ha impulsado la inflación es el precio de la energía. La salida de la pandemia ha coincidido una decisión del cártel de países productores de petróleo de subir el precio del barril a niveles no observados desde 2014, que así trata de recuperar los ingresos perdidos durante la pandemia. El absurdo conflicto ruso-ucraniano ha empeorado la situación para Europa al llevar el precio del gas natural en Europa a niveles sin precedentes. Este impacto se ha amplificado con la liberalización del mercado eléctrico bajo un modelo de casación marginalista donde desde el primer hasta el último kW h se cotizan al precio de la energía más cara metida en el sistema (la producida con gas) como analizamos en un artículo anterior.

[caption id="attachment_20735" align="aligncenter" width="750"] Ilustración 7. Precio gas natural en Europa (Fuente: FRED St. Louis)[/caption]

El absurdo conflicto ruso-ucraniano ha empeorado la situación para Europa al llevar el precio del gas natural en Europa a niveles sin precedentes. Este impacto se ha amplificado con la liberalización del mercado eléctrico bajo un modelo de casación marginalista

¿Hasta cuándo?

Hay indicios de que los precios podrían empezar a descender en un plazo relativamente corto. Gracias a las exportaciones desde EEUU a Europa el precio del gas natural ha empezado a descender lo cual se reflejará en el precio de la electricidad. A la bajada de los precios de la luz esperamos que contribuya el acuerdo que ha logrado el Gobierno de España con la UE para que se reconozca una excepcionalidad ibérica y se desvinculen gas natural y electricidad. También ha caído algo en las últimas semanas el precio del barril.

[caption id="attachment_20736" align="aligncenter" width="644"] Ilustración 8. Exportaciones de gas natural desde EEUU a Europa.[/caption]

 

[caption id="attachment_20737" align="aligncenter" width="374"] Ilustración 9. Precios del gas natural en Europa.[/caption]

Esta impresión coincide con la de los expertos a los que consulta el BCE. En la última encuesta entre pronosticadores profesionales correspondiente al primer trimestre de 2022 que publica el BCE periódicamente se observa que la mayoría de estos considera que la expectativa de inflación para 2022 estaría entre el 2,5% y el 2,9%. Para 2023 y 2024 las respuestas modales son 2% -2,4% y 1,5%- 1,9% respectivamente. Es decir, según la teoría de las expectativas, que ha guiado tradicionalmente a los bancos centrales, lo mejor que puede hacer el banco central en estos momentos es no tocar los tipos de interés.

[caption id="attachment_20738" align="aligncenter" width="628"] Ilustración 10. Encuesta de pronosticadores profesionales del BCE: expectativas de inflación. (Fuente: Supply chain bottlenecks in the euro area and the United States: where do we stand? ECB Economic Bulletin, Issue 2/2022)[/caption]

No han desaparecido todos los nubarrones del horizonte. Ya hemos comentado cómo el modelo de globalización nos ha puesto a merced del atasco más monumental de la historia, todo para maximizar los beneficios de las grandes multinacionales que realmente disfrutan de la capacidad logística y poder de mercado para imponer estas estructuras contaminantes y frágiles a los consumidores. El rebrote de la COVID-19 y nuevo confinamiento decretado por el Gobierno chino en Shanghai, quizá la mayor zona fabril del mundo, puede generar nuevas tensiones logísticas. La siguiente figura muestra todos los barcos que están a la espera de descargar sus mercancías a la entrada de uno de los puertos con mayor tráfico comercial del mundo. Un atasco gigantesco que puede volver a causar retrasos de entregas y fabricación. Transitorio, repito, significa mientras se den las circunstancias actuales.

[caption id="attachment_20739" align="aligncenter" width="553"] Ilustración 11. Mapa de los barcos esperando a descargar en el puerto de Shanghai.[/caption]

Conclusiones

No hay ninguna evidencia de que el episodio de inflación que estamos viviendo pueda deberse a un sobrecalentamiento de la demanda, a reclamaciones salariales desorbitadas o a políticas monetarias que llevan aplicándose desde hace más de una década. En cambio sí sobran evidencias de que las subidas de precios se deben a causas coyunturales como las disrupciones logísticas y la subida de los precios de la energía. Hay quienes quieren vendernos un relato ficticio para justificar las mismas políticas desacertadas de siempre: más austeridad en la implacable lucha del neoliberalismo contra las clases populares. En el siguiente artículo contrastaremos las recetas del mainstream con las propuestas que haría un gobernante informado por un conocimiento de la TMM.

Keep calm and learn MMT

jueves, 3 de marzo de 2022

Encuentro en Mallorca: conversación con Warren Mosler. Parte 1/3


Esta es la parte 1 de 3 de una serie que he extraído de una larga entrevista con Warren Mosler celebrada en Mallorca el 14 de octubre de 2021.

Stuart Medina (SMM): Un buen punto de partida es tu relato sobre la inflación y las tasas de interés. Empecemos por la inflación. Con frecuencia arguyes que la inflación no siempre está impulsada por la demanda. De hecho, se podría argumentar que [la inflación impulsada por la demanda] es un evento poco común. Después de eso podemos hablar de tipos de interés.

Warren Mosler (WM): La inflación se define académicamente como el aumento continuo en los precios al que se enfrentan los agentes  que buscan comprar cosas hoy para entrega a plazo, ya sea la próxima semana, el próximo mes, el próximo año o dentro de cinco años. Pero quieren comprarlo ahora para esas fechas. Y se enfrentan a lo que me gusta llamar una estructura temporal de precios. El aumento continuo de esa estructura temporal de precios es académicamente la tasa de inflación. Con tipos de cambio flotantes, también es una función directa de la tasa de intervención del banco central.

Entonces, si tienes una política permanente de tasa cero, algo como la que tiene Japón ahora, donde [el Banco Central] controla hasta [los vencimientos] a diez años en el cero porciento, la estructura temporal de los precios es plana. Entonces, la tasa de inflación bajo la definición académica —tal como yo la leo— es cero, porque los agentes están mirando precios planos en relación con los precios al contado. Entonces, si soy un fabricante de oro, puedo comprar oro hoy para la fabricación de joyas a $ 1.800 la onza. Pero tengo otras opciones: podría comprarlo dentro de un año por $ 1,800 o dentro de diez años por $ 1,800 más algunos gastos de almacenamiento, primas de seguro y otros gastos diversos. Pero a todos los efectos es el mismo.

Ahora, si el banco central subiera las tasas, digamos al 1% desde cero, la estructura temporal de las tasas se encarrilaría ahora en el 1% en lugar de cero. Entonces, el precio del oro por cada año a futuro que quisiera comprar aumentaría. Los precios subirían continuamente a una tasa compuesta del 1%, por lo que la tasa de inflación sería del 1%. Según la definición académica de inflación —como yo la leo— el banco central fija la tasa de intervención, que es la tasa de inflación, la estructura de las tasas de intervención.

La Reserva Federal solo determina tipos de interés a un día, como en la Unión Europea, y permite que la estructura temporal se ajuste a lo que los participantes del mercado anticipan que hará la Fed. Ésa es su elección de política. Así que hoy, con un bono a diez años al uno y medio por ciento, se podría decir que la estructura de precios a plazo está aumentando linealmente a un promedio del uno y medio por ciento anual durante diez años. Para las personas que buscan comprar cosas hoy para entrega el próximo año o el siguiente, —y estas podrían ser alguien que quiera comprar una casa que se va a tardar un año en construir o que quiere construir una fábrica que va a tardar tres años en construirse— hay que mirar los precios futuros de esas cosas. La estructura temporal de los precios, que está determinada por la tasa de política, es la tasa de inflación.

De acuerdo con esa definición, hoy no verías un titular que dijera que la inflación es del 4%, ¿verdad? Porque eso es lo que hizo el IPC respecto al  año anterior, que es algo muy diferente. Lo que tenemos hoy es lo que se llama un nivel de precios. Y si la tasa de inflación es cero, como lo es en yenes japoneses, eso no quiere decir que el nivel de precios no cambiará, subirá, bajará o se moverá lateralmente durante los próximos diez años. Significa que, ahora mismo, si quiero comprar algo para una entrega a un año, el precio a plazo es el mismo precio que el precio al contado.

La siguiente pregunta es, ¿qué determina la estructura de precios? Y una de las preguntas que surge es por qué los bancos centrales ni siquiera considerarán esto ni dedicarán tiempo o esfuerzo a tratar de ver cuál es la relación entre la estructura temporal de los precios y su tasa de intervención. Porque los bancos centrales creen que tienen el control utilizando la tasa de referencia.

Bueno, están buscando cambiar el nivel de precios, sin darse cuenta de que, cuando suben las tasas, lo que presumiblemente hace que baje el nivel de precios, están estableciendo una tasa de inflación más alta. No lo han mirado desde este punto de vista ni han investigado al respecto. Así que no es que tengan razón o no, es solo que ni siquiera se les ocurre mirar esto.

Veamos el nivel de precios. ¿Por qué los precios están donde están? ¿Por qué esto cuesta $ 10 o € 9? ¿De dónde viene este precio? Los [economistas] de la corriente principal no tienen una teoría del nivel de precios ni una forma de determinarlo independientemente de lo que fuera ayer. Entonces simplemente dicen que es histórico, porque no tienen nada mejor y sus matemáticas no funcionan para determinar el nivel de precios como dicen.

SMM: Es un relato de regresión infinita como el valor de la teoría del trabajo marxista. Los precios están determinados por la cantidad de trabajo socialmente necesario para sacar ese oro de una mina, sí, pero ¿cuánto valía esa hora de trabajo para empezar?

La moneda es un sencillo monopolio público

WM: No entienden la fuente del precio. Lo que reconocí con la TMM, desde el inicio, es que la moneda es un sencillo monopolio público. La economía necesita los fondos del gobierno para pagar impuestos y el gobierno dicta los términos de cambio cuando gasta, —lo sepa o no. Entonces, lo que pueden hacer los mercados, y eso es lo que reconoce la corriente principal, es establecer un valor relativo. Y lo que hacen sus modelos es intentar determinar el valor relativo. Puedo decirles por qué los melocotones cuestan el doble que las manzanas o 1 hora de trabajo es suficiente para comprar tres pizzas. Los mercados pueden determinar el valor relativo, pero los mercados no pueden determinar el valor absoluto. No pueden determinar si la hora de trabajo debe ser de $ 10 o €9 por hora.

Los mercados pueden determinar el valor relativo, pero los mercados no pueden determinar el valor absoluto.

SMM: Es como decir que puedo decir que esta distancia es el doble de la otra distancia, pero alguien tiene que definir un patrón de medida.

WM: Eso es lo que llamo valor absoluto. La única información que obtienen los mercados sobre el valor absoluto proviene del gobierno a través de su estructura institucional.

SMM: Lo que estamos viendo con el mercado de la electricidad en Europa en este momento es que una estructura institucional está determinando los precios en el mercado. No tiene nada que ver con el costo de producción.

WM: Exactamente. Y la estructura institucional tiene un gran efecto sobre el valor relativo.

Si el gobierno necesita pagar por soldados y nadie más quiere a esas personas, entonces está estableciendo su valor. Ganan lo que pagan por ellos.

Estos soldados pueden decir

—Necesitamos el dinero para pagar el impuesto”

y nosotros decimos,

—Esto es lo que pagaremos.

Se quedan pillados en esas condiciones en este momento. El gobierno, por supuesto, está fijando algún precio en términos de oferta y demanda de divisas.

La demanda proviene de la obligación tributaria, que luego provoca que el sector privado necesite el dinero del gobierno. Entonces no ocurre nada antes de la obligación tributaria. Allí comienza la historia. El relato convencional sobre el dinero comienza con el gobierno recaudando impuestos y, lo que no recauda, lo tiene que pedir prestado.

Pero nosotros lo vemos al contrario —tal como funciona— donde el gobierno gasta primero y luego se pagan los impuestos. Pero no pueden gastar primero sin crear la obligación tributaria. Una vez que se establece la obligación tributaria, el gobierno está en condiciones de dictar los términos de intercambio. Por tanto, el nivel de precios es necesariamente una función de los precios que paga el gobierno cuando gasta. Yo solía agregar además la garantía exigida cuando presta porque, si el gobierno prestara, por duración indefinida, sin exigir garantías, cualquiera podría pedir prestado todo el dinero que quisiera y convertirse en el agente del gasto público. Si lo obtienes a cambio de nada, no tiene valor y eso resultará en hiperinflación. El dinero no valdría nada. Podrías pedir el dinero, pagar los impuestos y ya nadie se preocuparía de nada.

Sin embargo, si miras con atención, cuando un banco presta, el deudor firma un pagaré y aquél te entrega un saldo en su cuenta. Le dan un cheque; están comprando un pagaré. Es una compra de un pagaré firmado. Por tanto, prestar es una compra de activos [financieros] por parte de un banco. Y cualquier compra realizada por un banco se paga aumentando el saldo en la cuenta de alguien. Eso crea un nuevo depósito o una adición a un depósito existente. Este es dinero nuevo, por así decirlo, si defines los saldos bancarios como dinero, y así lo considera todo el mundo.

Los bancos del sistema bancario comercial son agentes del Estado porque disfrutan de una ficha bancaria. Tienen una cuenta en el banco central. Están completamente regulados. La supervisión incluye a quién pueden prestar, qué garantías tienen que proporcionar, su gerencia, cuánto pueden pagar a sus gerentes, si pueden pagar un dividendo sobre sus beneficios,… todo. Los supervisores bancarios tienen un acrónimo, CAMELS[1], que explica lo que regulan, que es todo. Si los bancos son agentes del Estado, entonces puedo decir que los préstamos bancarios son un subconjunto del gasto público en la compra de activos financieros.

Entonces nos sigue valiendo este simple aserto. El nivel de precios es una función de los precios que paga el gobierno cuando gasta. No tenemos que matizar más en lo relativo a los préstamos. Ésta es la única fuente de valor absoluto. Entonces, el nivel de precios no cambia sin algún cambio en la información del valor absoluto proveniente del Estado.

El nivel de precios es una función de los precios que paga el gobierno cuando gasta.

SMM: ¿Cómo se pone en la ecuación el hecho de que el gobierno compra una variedad de productos y no un solo producto uniforme homogéneo?

WM: Queda determinado por lo que se debe ofrecer al margen: lo que la población tiene que hacer para obtener un dólar adicional del gobierno. Pero no es la misma oferta para todos. Para alguien podría ser una hora de trabajo y para otro un kilómetro adicional de carretera.

El gobierno no sólo está influyendo en el nivel absoluto de precios. También podría estar influyendo en el nivel de precios relativos. Si deciden que quieren manzanas para todos en el ejército, el precio de las manzanas sube. Si quieren que todos en el ejército usen un reloj Rolex, el precio de los relojes Rolex aumenta.

El gobierno crea una demanda nocional, pero no hay demanda agregada mientras el gobierno no gaste. Es la fuente de la demanda agregada. Yo lo llamo filtro de la demanda. ¿Cómo llegan los dólares del gobierno al contribuyente? Si simplemente contratara a todos, digamos que gravasen las casas de todo el mundo, entonces todos trabajarían para el gobierno y éste les daría un empleo. En este caso, el filtro de la demanda solo tiene un estrato. Pero si tomasen todo el [presupuesto] de $ 5 billones, o lo que fuera, y se lo dieran a un contratista y dijeran «aquí tienes; gestiona la economía» entonces obtendrías resultados muy diferentes. Podría quedarse con un montón para él resultando en una distribución completamente diferente.

SMM: Entonces esta persona sería quien fijara los precios en lugar del Gobierno.

WM: Exactamente. Especialmente si no le dieran instrucciones. Si le dan dinero sin instrucciones, entonces se convierte en un agente del gasto público en términos de nivel de precios. Si el gobierno te paga un cheque de la Seguridad Social, puedes salir y decirle a la gente lo que tienen que hacer para obtener tu dinero. Pero si dicen «aquí hay dinero para comprar un coche» o «aquí hay dinero sólo para comida», entonces la historia cambia.

SMM: Cuando hablaste de los bancos, dijiste que compran esos pagarés a sus prestatarios. Es de suponer que esos prestatarios devolverán sus préstamos y se cancelará el pagaré, así como los depósitos que se crearon cuando se les entregó el pagaré por primera vez. ¿Qué sucede cuando un prestatario quiebra y no puede pagar?

WM: Entonces ese depósito queda pendiente. El capital bancario se ha reducido y eso es una pérdida para los accionistas. Entonces todo se equilibra al final.

SMM: Recientemente el Banco Centra Europeo redefinió su objetivo de inflación. Solían decir que era inferior pero cercano al 2%. Ahora dicen que permitirán que la inflación exceda un poco ese objetivo. Sin embargo, ¿espera que la Fed o el Banco Central Europeo suban las tasas de interés [en respuesta a los recientes aumentos de precios]?

WM: Interpretan la tasa de interés al revés. Entonces, la respuesta a esta pregunta es, si creen que la inflación, como quiera la definan o informen (el IPC, el subyacente, todas estas cosas) de alguna manera supera sus objetivos, como fuere que eso signifique, entonces su respuesta será aumentar las tasas porque creen que la secuencia de causa y efecto es «subimos las tarifas; la inflación desciende». Ahora bien no tienen ninguna evidencia sólida ni teoría que lo soporte, pero se lo creen. Ése es su relato y se apegan a él.

Podemos darles toda la teoría y la evidencia de lo contrario. [Sin embargo] temen que si su relato monetario y de tipos de interés fuera al revés, la conclusión lógica es que los bancos centrales realmente no podrían hacer tanto contra la inflación de entrada. De hecho, nunca han podido. Es por eso que nunca creerán nuestro realto porque saben que se quedarían sin trabajo.

Mientras tanto, la TMM ha señalado varias cosas que la profesión económica ha interpretado totalmente al revés en detrimento de la economía y del nivel de vida durante mucho tiempo. Una es la secuencia del gasto. Piensan que tienen que recibir dinero a nivel federal para poder gastar. Señalamos que eso es al revés. Es la economía la que necesita el dinero del gobierno. Todo los modelos de economía convencional lo tienen al revés. Y son muchos modelos durante muchos años que han ganado muchos premios Nobel por tenerlos al revés.

SMM: Sus modelos fueron diseñados bajo el supuesto de un [sistema monetario] basado en el patrón oro.

WM: Ahora empiezan a comprender que el gobierno al menos imprime el dinero o crea el dinero cuando lo gasta. No han dado el siguiente paso que implicaría aceptar que todos sus modelos están mal; pero sí saben que todos sus modelos están averiados. Y eso incluye sus modelos de tasas de interés porque, si examinas todos sus pronósticos basados en sus modelos, todos yerran. Así que reconocen que sus modelos están quebrados. Entonces ese es un buen comienzo.

La segunda cosa importante que estamos diciendo es que entendieron las tasas de interés al revés. No se han acercado tanto a nuestro punto de vista en esta cuestión—al menos en público— como lo han hecho en el aspecto fiscal. Ya no están preocupados por el impago [de la deuda], pero están preocupados por la inflación. Por supuesto, la razón por la que se preocupan por la inflación es porque obligaría a los bancos centrales a aumentar las tasas para combatirla, lo contrario de lo correcto. Así que ahora les conviene poder hacer el gasto anticíclico sin preocuparse de que los bancos centrales vayan a subir las tasas porque eso sólo empeoraría las cosas.

Una vez comprendan que lo que les conviene es dejar las tasas de interés en cero, deberían quedarse así para siempre, que es lo que llevamos diciendo 35 años y lo que Japón ha demostrado durante 30 años.

Una vez comprendan que lo que les conviene es dejar las tasas de interés en cero, deberían quedarse así para siempre

SMM: También hay una lógica perversa en pensar que al aumentar las tasas de interés y hacer que la economía se desacelere, en realidad están disminuyendo la capacidad y aumentando la productividad. En realidad; están empeorando las cosas al desacelerar la economía.

WM: Examinemos su pensamiento. Recuerda la situación de Grecia. No tenían razón en que los griegos fueran holgazanes y no quisieran trabajar. Se demostró que los griegos trabajan más duro que nadie. Pero admitamos que tuviesen razón. Así que aquí tienes una población que es perezosa y no quiere trabajar. ¿Cómo los castigas? Bueno, impones austeridad y los dejas sin trabajo. ¿Qué sentido tiene eso? Entonces, incluso en sus propios términos, que están completamente equivocados, toda su lógica interna siempre ha sido completamente defectuosa desde el principio. Pero siempre ha funcionado políticamente y solo suceden cosas que funcionan políticamente. Si no funciona políticamente, no sucede.

Desafortunadamente siguen estando muy lejos de entender que comprenden las tasas al revés.

La segunda parte se  encuentra en este enlace

[1] CAMELS es un sistema de calificación internacional utilizado por los supervisores bancarios para calificar a las instituciones financieras, de acuerdo a seis factores simbolizados sus siglas. El acrónimo CAMELS significa “adecuación de capital, calidad de activos, gestión, ganancias, liquidez y sensibilidad”.

domingo, 2 de septiembre de 2018

El monopolista de la divisa puede determinar el precio de la moneda que emite


Artículo publicado originalmente en El Viejo Topo. El Viejo topo, ISSN 0210-2706, Nº. 365 (Junio), 2018, págs. 32-38

En artículos anteriores de esta serie sobre la teoría moderna de la moneda (TMM) hemos planteado la necesidad de un programa de recuperación económica basado en un aumento del gasto público deficitario. Esta propuesta suele ser acogida con caras de espanto entre los economistas ortodoxos y entre los tertulianos de mesa camilla comentarios jocosos que denuncian aviesas intenciones de darle a la máquina de imprimir billetes y admoniciones de futuras hiperinflaciones como la que sufrieron Zimbabue o la Alemania de Weimar. De hecho el portavoz español del pensamiento económico más reaccionario, Juan Ramón Rallo, no pierde ocasión para identificar la TMM con impresión de dinero y asociarla con los problemas económicos de Venezuela en un ejercicio de deshonestidad intelectual sin límites.

 
Ilustración 1. Evolución del Índice de Precios al Consumo en España.
 
La preocupación por la inflación en los momentos actuales en los que hemos padecido más de dos años de deflación y llevamos más de dos décadas de baja inflación en todo caso resulta un tanto espuria, y, sin embargo, desgraciadamente el espantajo de la ‘hiperinflación’es uno de los argumentos popularmente más creídos y sagazmente utilizados para evitar la recuperación de la soberanía monetaria y para frenar un programa político progresista. 

La deflación o caída continuada de los precios, lejos de ser positiva para la economía, dificulta la recuperación económica tras una crisis originada por el elevado endeudamiento de hogares y empresas ya que provoca una subida del valor real de las deudas.
Sería legítimo hacerse la pregunta sobre cuál es el nivel de inflación adecuado. El BCE se ha marcado un objetivo de alcanzar una tasa de variación de los precios “inferior al, pero muy cerca del 2%”. El soporte teórico de tal objetivo de inflación no ha sido explicitado por el BCE, simplemente se afirma que «tasas de inflación inferiores, pero cercanas, al 2% son lo suficientemente bajas como para que la economía recoja plenamente los beneficios de la estabilidad de precios (European Central Bank, 2016)». ¿Por qué? No se sabe.
A los economistas de la TMM lo que nos espanta es que ante la ruina de tantas vidas por causa del desempleo y la miseria predomine la visión de que es preferible evitar cualquier atisbo de inflación antes que acabar con la pobreza. Para nosotros la prioridad es asegurar el pleno empleo porque genera un nivel de satisfacción en la sociedad muy superior al de una tasa de inflación baja.
Una vez alcanzado dicho objetivo la tarea del gobierno es asegurar que la mantiene a la vez que aplica políticas para reducir la tasa de inflación si es necesario. Países como Corea del Sur, Japón e Islandia demuestran que altos niveles de empleo son compatibles con bajos niveles de inflación. Un tipo de inflación del 0% es perfectamente aceptable si existe pleno empleo pero una tasa de inflación del 5% también es perfectamente soportable y razonable. Con esa tasa de inflación se tarda 14 años en duplicar los precios, un ritmo que no altera excesivamente los cálculos de los hombres de negocios.
Pero volvamos a las reacciones conservadoras. La expresión, “darle a la máquina de imprimir billetes” actualmente es una analogía falaz porque la mayor parte del dinero toma la forma de apuntes contables creados mediante tecleos de ordenador. Sin embargo en su versión más o menos explícitamente difundida entre la sociedad la causa de la inflación es el empeño del estado en gastar mucho más de lo que ingresa. La identificación del gobierno como principal causante de inflación parte de una teoría que explica la subida de precios como un fenómeno fundamentalmente monetario. El gasto público deficitario implica un aumento del dinero en circulación. El gasto público “incontrolado” provoca que haya más dinero en circulación del que se puede comprar con la cantidad emitida. Esta visión procede de la teoría cuantitativa del dinero. Para explicarla se suele recurrir a una sencilla ecuación:

M·V=ΣQPi

Donde ‘M’ es la masa monetaria, ‘V’ la velocidad del dinero es decir, el número de veces que una determinada masa de dinero se utiliza para pagar todos los bienes y servicios que se intercambian en la economía. El producto de ‘M’ por ‘V’ es necesariamente idéntico a la suma de todos los productos y servicios vendidos en una economía, medidos en volumen, ‘Qi’ y multiplicados por su precio ‘Pi’. La teoría cuantitativa trata de convertir una identidad en una explicación de la variación de los precios estableciendo una relación causa-efecto entre aumento de la masa monetaria y la inflación. Esto es como decir que, sabiendo que velocidad es igual a distancia partido por tiempo, la causa de los accidentes de tráfico debe ser el número de kilómetros de carreteras que construye el estado. El monetarismo de Milton Friedman, padre de la reacción neoliberal de los años 70 y padrino de los Chicago Boys que trajeron las políticas económicas de choque ultraliberal que acompañaron al golpe fascista de Pinochet, se basaba en esta simplista teoría de la formación de los precios.
La ecuación del monetarismo no explica nada acerca de las variaciones experimentadas por cada una de las variables ni sobre las relaciones de dependencia entre unas otras. Para que un aumento de M·V produjera inflación tendríamos que asumir que, en el otro lado de la ecuación Q no pudiera variar o lo hiciera de forma independiente. Dicho de otro modo, la producción tiene que ser una constante o su crecimiento no responder a estímulos monetarios. Pero podría ocurrir que la economía no se encuentre en una situación de pleno empleo y que un aumento del producto M·V estimulara la demanda y animara a los empresarios incrementando su oferta con un incremento de la producción. Un fenómeno de este tipo se da cuando los bancos conceden nuevos créditos, un proceso que consiste en crear nuevos depósitos en cuentas bancarias —recordemos que los depósitos son dinero, luego los créditos bancarios, por definición, aumentan la oferta monetaria—, para comprar coches o casas de nueva construcción.
Los bancos centrales, siguiendo las recomendaciones de Milton Friedman, intentaron controlar la variable M en los años 70 y 80 pero no tardaron en darse cuenta de que era una tarea ímproba precisamente porque la velocidad del dinero V experimenta una gran volatilidad. Philip Pilkington lo describe muy gráficamente cuando dice que «controlar la economía mediante la regulación de la oferta de dinero es como controlar las tasas de nupcialidad regulando la oferta de anillos de boda»
El fracaso de los bancos centrales en su intento por controlar el crecimiento de los agregados tiene fácil explicación. Puede que los bancos centrales, preocupados por el aumento de los precios traten de controlar el crecimiento de la masa monetaria. Para ello subirán los tipos de interés, impondrán coeficientes de caja o drenarán reservas del sistema bancario vendiendo títulos de deuda pública. Este esfuerzo será en vano si los bancos privados siguen viendo oportunidades de generar un beneficio creando nuevos depósitos a favor de sus clientes más solventes.
Las subidas de precios son un fenómeno muy complejo que no suelen deberse a una única causa. El error de los monetaristas y de los neoliberales es no reconocer que la inflación es un fenómeno más complejo de lo que sugiere la teoría cuantitativa del dinero. Los procesos de inflación se explican fundamentalmente porque todos los agentes económicos desean ejercer un poder de gasto en términos nominales que en su conjunto excede de la oferta que es capaz de entregar la economía real. Pero esto no explica gran cosa y nos obliga a profundizar un poco más.
Tradicionalmente los economistas keynesianos han distinguido entre inflación de demanda e inflación de costes. La inflación de demanda se da cuando la economía se acerca al límite de su capacidad productiva. En este caso la demanda puede superar la oferta de bienes y servicios a la venta. Esto puede ser culpa de una decisión de aumentar el gasto público adoptada por el gobierno, pero también puede ser el resultado de un crecimiento del crédito bancario al sector privado que permite a los consumidores y empresas asumir un gasto mayor del que les permite su renta, o de un aumento de las exportaciones. Si el fenómeno se lleva muy lejos puede agotarse la capacidad productiva de la economía. En esta situación la elasticidad de la oferta es baja porque ampliar capacidad productiva a corto plazo es difícil. Hacerlo requiere invertir en maquinaria, edificios y fábricas y contratar nuevos empleados a los que hay que formar y preparar; todo lo cual lleva tiempo. Entretanto, ante un aumento de la demanda, los empresarios pueden aprovechar la ocasión para aumentar precios. 
Pero ni siquiera esta afirmación puede ser categórica porque puede arrancar un proceso inflacionista en una economía que no se encuentre cerca del pleno empleo ni al límite de su capacidad productiva. La experiencia histórica sugiere que los shocks externos, como un incremento del coste de las materias primas o un conflicto bélico, pueden desencadenar subidas en los precios incluso cuando una economía no se encuentra funcionando a pleno rendimiento.
Este tipo de inflación, inducida normalmente por un shock externo, es la determinada por los costes. Durante los años 70 las autoridades se encontraron con una combinación de estancamiento e inflación —a la que se denominó ‚estanflación‘—derivada de la subida de los precios del petróleo aplicada por los países de la OPEP tras la Guerra del Yom Kipur.
Estos shocks externos pueden iniciar una pugna entre los agentes económicos por el reparto de las rentas. Este fenómeno se conoce como espiral de crecimiento de precios y salarios. En una espiral de este tipo, los trabajadores pueden responder ante una subida de los precios, con conflictos industriales, huelgas y negociaciones de convenios colectivos que les permitan recuperar parte del poder adquisitivo perdido y los empresarios pueden responder repercutiendo este aumento de costes salariales de nuevo a los precios. Estas espirales a veces se aceleran porque se consolidan las expectativas inflacionistas que inducen alzas sucesivas de precios. Determinados elementos institucionales pueden agravar y perpetuar el problema. Entre ellos podemos citar la indexación de salarios y rentas o determinadas prácticas de contratación del estado o estructuras oligopolistas que otorgan un fuerte poder de mercado a las empresas para fijar los precios y por tanto transmitir los aumentos de costes a sus clientes (Medina Miltimore S., 2016).
En estos procesos el papel de la oferta de dinero es subsidiario pues, sin un incremento de la masa monetaria que valide el crecimiento del gasto nominal, no será posible perpetuar el crecimiento del gasto. La inflación provoca aumentos en el fondo de maniobra de los empresarios ya que obliga a aumentar el valor nominal de sus stocks y de su inversión en crédito comercial. Si el negocio del empresario es rentable un banco seguirá concediendo financiación al empresario aumentando el crédito y por tanto creando nuevos depósitos bancarios que expanden la oferta monetaria. 
Pese a que su causa no fue monetaria sino un choque externo el período de estanflación de los años 70 fue aprovechado por los monetaristas, que venían dominando los ámbitos académicos, los bancos centrales y las élites de los partidos desde hacía tiempo, para darle la puntilla a las políticas keynesianas. Este episodio fue el preludio de la era neoliberal que ha priorizado la lucha contra la inflación sobre el desempleo.
Ante un proceso inflacionista causado por un exceso de demanda el estado podría aplicar políticas que aumenten la capacidad productiva de la economía pero las reformas estructurales tardan en surtir efectos. Por tanto las políticas de oferta son poco adecuadas para luchar contra la inflación de forma rápida. A corto plazo, la solución más empleada es contener el crecimiento del gasto agregado. Para ello se puede utilizar una combinación de las siguientes políticas a corto plazo.
  • Subir los impuestos retirando poder de compra del sector privado y reservando de esta forma una mayor parte del producto nacional para los fines públicos.
  • Reducir el gasto público para liberar recursos a favor de la demanda del sector no público.
  • Frenar el crecimiento de las exportaciones o fomentar el crecimiento de las importaciones para aumentar la oferta.
  • Crear desempleo con políticas monetarias restrictivas que suban los tipos de interés y desanimen la inversión y el crédito.
El problema de estas políticas es que causan un daño considerable a la sociedad y, aunque puedan ser eficaces a corto plazo, a la larga no amplían la capacidad productiva. Por otra parte, las situaciones de pleno empleo en la que la economía se encuentra al límite de su capacidad han sido muy esporádicas. Por ejemplo, según datos que publica la agencia de estadística europea Eurostat sobre utilización de capacidad productiva de la industria, la economía española nunca ha aprovechado más del 82% de la capacidad instalada y actualmente no despunta mucho por encima del 78%.
 
Por otra parte muchos economistas poskeynesianos han observado que ante un aumento de la demanda las empresas prefieren aumentar la producción para ganar o mantener su cuota de mercado antes que subir los precios. Solo cuando las empresas van agotando su capacidad productiva empezarán a revisarlos al alza.
Pero si entendemos que la inflación no siempre es causada por una situación de pleno empleo sino por una disputa por el reparto de las rentas —por ejemplo debido a un shock de costes externos— entonces la TMM nos sugiere que otro tipo de herramientas serían más útiles para asegurar la estabilidad de precios. Puede ser más apropiado impulsar una política de rentas fomentando acuerdos entre sindicatos y empresarios para controlar el crecimiento de salarios y beneficios. Entre las más eficaces puede estar impedir o desincentivar la indexación de los salarios y rentas pero también la gestión de stocks de reserva que amortigüen el impacto de los shocks de costes sin necesidad de crear desempleo. 
Sin embargo el papel del estado no se acaba en la administración de ciertos precios. En los sistemas de circulación fiduciaria, el estado disfruta del monopolio de creación de nuevas reservas bancarias. Aunque no tenga forma de controlar la demanda por su producto sí sabemos que todo monopolista tiene la potestad de fijar el precio del producto que vende. Puede fijar el precio del bien en términos de sí mismo, es decir cuántas unidades recibirá mañana a cambio de desprenderse hoy de cierto número de unidades, o dicho de otra manera, el tipo de interés. También puede determinar el valor de ese bien en relación a otros bienes.
Un aspecto ignorado por muchos autores es la influencia que tienen los propios tipos de interés en la tasa de inflación. Warren Mosler explica que los tipos de interés marcan una senda de referencia para los demás bienes. En los mercados de materias primas se forman precios para comprar y vender mercancías en la fecha actual —el mercado ‘spot’— pero también se negocian contratos para entrega de una mercancía a plazo. «Si los tipos de interés son cero, ignorando los costes de almacenamiento, el precio spot y a futuro deberían ser idénticos. Sin embargo, si los tipos de interés son más elevados, digamos el 10%, entonces el precio de esas mercancías para entrega en el futuro serían un 10% mayores (en términos anualizados). Es decir, un tipo del 10% implica un incremento continuado de los precios del 10%, ¡lo cual es una definición de inflación de manual! Es la estructura de los tipos de interés a plazo de (los activos) libres de riesgo la que refleja una estructura de precios a plazo la que se alimenta tanto en los costes de producción así como en la capacidad de vender anticipadamente a precios más elevados, estableciéndose de este modo, la inflación por definición» (Mosler, The Center of the Universe, 2014). Por este motivo Mosler recomienda como mejor política antinflacionista mantener los tipos de interés permanentemente en el 0% para la deuda pública en todos sus tramos.
Esta conclusión desafía la lógica convencional que sugeriría que un aumento de los tipos de interés ayudaría a contener la demanda. La realidad es que este tipo de políticas tienen efectos contradictorios pues, si bien un aumento de los tipos de interés puede desincentivar la creación de nuevos préstamos, también inyectan poder adquisitivo desde el estado al sector privado además de tener el efecto de trazar la senda de precios para entrega a plazo que describe Mosler. La cuestión es saber qué efecto prevalecería en cada situación y este no siempre será necesariamente el que tiene en mente el responsable de ejecutar las políticas.
Pero los economistas y los gobernantes suelen olvidar que el poder del estado es mucho mayor de lo que sugiere lo anterior. El estado es un agente económico de primer orden. Es uno de los principales empleadores pues en muchos países ocupa a más del 15% ó 20% de la fuerza de trabajo. El gasto público llega a representar en las economías modernas más del 30% del PIB. En EEUU este porcentaje es del 38%, en España del 44,5% y en Finlandia del 58,1%. No existe otro agente con mayor poder de compra y por tanto cuesta creer que el estado no sea capaz de imponer la tasa de crecimiento de los precios a través de su política de gasto.
Si el estado es el emisor en régimen de monopolio de la moneda entonces tiene la capacidad de determinar su precio. ¿Cómo determina el estado el valor de la moneda? Evidentemente a través de sus decisiones de gasto. Si un año el estado compra una producción de 1.000 unidades de un producto X a cambio de 1.000 unidades monetarias está pagando una unidad monetaria por cada unidad de X. Si al año siguiente paga 1.050 por las mismas 1.000 unidades, el precio ha subido a 1,05 unidades por X; de facto ha devaluado su moneda en un 5% en un año. Visto de otra manera, el valor de la moneda depende de lo que tiene que hacer el sector privado para conseguirla. El estado puede endurecer las condiciones de acceso a su moneda subiendo los impuestos o exigiendo al sector privado precios más bajos por sus suministros al estado.
Sería muy complejo que el gobierno tratara de administrar todos los precios de los productos que compra. Sin embargo, puede fijar el precio de un bien ‘ancla’ de forma que la fluctuación del precio de los demás bienes reflejaría las fluctuaciones de sus precios relativos respecto al bien ancla. El mecanismo consiste en comprometerse a comprar toda la oferta disponible del bien ancla a un precio decidido políticamente. Esto equivale a decir que el estado estaría dispuesto a acumular un stock de reserva de ese bien cuyo nivel variaría en función de lo que está dispuesto a ofrecer el sector privado a ese precio.
¿Cuál debe ser ese anclaje? Una buena ancla debe cumplir unas determinadas condiciones. La primera es la ‘estabilidad’, es decir que su precio relativo respecto a otros bienes tenga una tendencia a fluctuar poco en el tiempo. Si el bien ancla es un componente de coste relevante en el proceso productivo entonces la fijación de su precio en términos de nuestra divisa otorgará una gran estabilidad a los precios finales ya que los empresarios tendrán menos presión sobre sus márgenes. La segunda es la ‘liquidez’, es decir, que ningún operador en el mercado tenga la capacidad de comprar una cuota suficiente de la oferta disponible como para influir y manipular su precio.
Hasta el siglo pasado muchos economistas se han mostrado partidarios de anclar la moneda al precio del oro, como ocurrió en EEUU hasta el año 1971. No parece demasiado inteligente dejar que el crecimiento de la oferta monetaria esté limitada por la generosidad de la naturaleza o quede al albur del hallazgo de nuevos yacimientos. Un sistema monetario basado en el oro es propenso a experimentar tensiones deflacionistas muy fuertes ya que su oferta no puede crecer pari passu con la economía. El oro no es un buen anclaje para los precios porque su cotización resulta demasiado volátil.
Los economistas de la TMM han propuesto el precio del trabajo genérico como un mejor anclaje para los precios. El precio del trabajo manifiesta leves variaciones de su precio respecto a la mayoría de los bienes. El gráfico que aparece en la Ilustración 1 muestra que el salario oscila menos que el del oro. A diferencia del oro, es difícil especular con el salario lo cual le otorga la segunda propiedad deseada, la liquidez. Resultaría sorprendente y ridículamente improbable que un operador de mercado tratara de contratar a un elevado número de trabajadores para especular con su precio. 
El coste del factor trabajo es uno de los componentes más importantes de los precios finales y por tanto su estabilización contribuirá a la de los demás precios si el estado es capaz de fijar el salario. Puede conseguirlo comprando toda la fuerza de trabajo dispuesta a trabajar al salario determinado por el gobierno con un plan de trabajo garantizado. Si el estado compra toda la oferta de trabajo remunerado en períodos en los que caiga la utilización de la capacidad productiva, los trabajadores despedidos por el sector privado podrían integrarse en los programas de empleo público. Estos trabajadores podrían permanecer en esa bolsa de empleados hasta el momento en que la producción del sector privado se recupere. La retribución salarial de la bolsa de empleo pone un suelo a la caída de los sueldos que se suele observar durante las depresiones económicas. Cuando los empresarios se muestren dispuestos a contratar personal de nuevo, pueden hacerlo recurriendo a la bolsa de empleo público atrayendo a trabajadores con una oferta salarial y contractual superior a la del estado. Si empiezan a producirse tensiones salariales la existencia de la bolsa de empleados del programa de empleo garantizado permite a los empresarios contratar a trabajadores que cuentan con un historial profesional. De esta manera los costes salariales quedan determinados por el estado y presentan un potente anclaje a los precios de los demás bienes.

Ilustración 2. Evolución del precio del oro y de los costes salariales por hora